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Liliana y Sebastián llegaron a la casa de esta. La chica bajó de la moto, así que este copió su acción.
—¿Viste que no pasó nada?—ella rió—ven te ayudo.
Este la ayudó a quitarse el casco.
—¿Cómo por qué los hacen tan chiquitos, ah?—preguntó esta divertida—.
Él rió.
—Ven, estás toda despelucada—rió este ayudándola a acomodarse el cabello—.
—Tan bobo—lo golpeó esta en el hombro divertida, él rió—.
Ella rió levemente algo nerviosa al sentir la mirada de él.
—¿Y usted como por qué me mira así o qué?—preguntó esta nerviosa—.
—¿Sabes? Eres una chica muy cool, y muy bonita además.
—Ah no pues, gracias—le sonrió ella—.
—Creo que en parte entiendo un poco a Brayan.
—Ay no, ya la regó—rodó los ojos esta, él rió—.
—Ignorando lo que sientes, solo harás que crezca más—dijo este divertido—.
—Ay ya vea, lo último que quiero hablar es de Brayan—dijo esta—oiga por cierto ¿qué le parecieron a Rubí las invitaciones?
—Ah, le encantaron—sonrió él—te manda a agradecer por eso.
Ambos no hablaron más por qué JuanK salió de la casa de la chica, y los miró algo divertido.
—Hola—saludó él—.
—¿Qué hubo, JuanK? ¿Y usted que hace aquí?—le preguntó la chica confundida—.
—Ah no, nada. Solo vine a hacer el trabajo con Sheyla—ella asintió—nos vemos.
—Adiós—dijeron los dos y este fue—.
—Creo que yo también me tengo que ir—habló Sebastián—en serio, gracias por todo Liliana. De verdad que has sido muy amable desde el primer día y yo quisiera que fuéramos amigos.
Ella le sonrió.
—Claro, todo bien—le extendió la mano ella—amigos.
Él la tomó y sonrió.
—Oye, ¿María Mónica habló contigo?
—Si, del trabajo—asintió ella riendo—está bien, hagámoslo juntos.
—Perfecto—sonrió él—ahora su, Chao.
Él se colocó el casco y se fue. Ella se dio la vuelta para entrar a su casa pero bufó al ver quién se acercaba.
—Ay Dios mío, que suerte la mía—se quejó esta—.
—Ay, pero yo pensé que la niña le tenía miedo a las motos.
