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Tamara entró a la sala de profesores y logró ver a Francisco sentado en el que era su puesto.
—¿Estamos bien? Lo veo medio perdido—bromeó está sentándose a su lado—.
—¿Se nota mucho?
—Si señor—rió ella—¿todo bien?
—No mucho—murmuró este—pero tranquila, solo estoy algo estresado, ya se me pasará.
—Pues si no deja de pensar en eso, nunca se le pasará Francisco, déjeme decirle.
Él sonrió levemente.
—Pues cargaré con la consecuencia—ella rió—.
—O tal vez no—este la miró confundido—Qué tal si se distrae un poco, quizás después de clases pueda ir a mi casa y nos tomamos un tinto ¿qué le parece?
Este la miró atentamente durante unos segundos.
—¿Sabe qué? Acepto, lo necesito mucho.
—Pues bien—sonrió ella—.
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Michael entró a la casa viendo a Sheyla quien comía mirando televisión.
—Buenas vacaciones, eh—dijo este divertido—.
—Si claro, bueno fuera—dijo ella de la misma forma—mañana ya voy a fastidiar a Ezequiel.
Michael rió.
—Creo que se lo espera, vi a JuanK haciendo una especie de marcha o algo para hacer saber su molestia por el asunto.
—JuanK no se quedará quieto, y la verdad, en lo que sea que haga... yo lo ayudaré—habló ella decidida—sé que tengo a Mariana de mi lado, así que seríamos tres. Los cauchos deben entender que no pueden prohibirnos si la ley nos respalda.
—Me gusta—asintió el chico—cualquier cosa, también pueden contar conmigo—sonrió este—.
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