(Au)
Cuando Lancelot le propone a Ahkmenrah vivir en el mismo apartamento (uno nuevo en donde quepan los dos) Ahkmenrah acepta sin dudarlo, pero luego su expresión decae en una mueca. Entonces, se retracta.
Lancelot le pregunta por qué, siendo tragado por el miedo de que Ahkmenrah estuviera pensando en romper con él. Sin embargo, el egipcio detiene todos sus pensamientos antes de que comience a llorar, asegurándole que le ama, así como amaría vivir con él. La razón por la que "declinó" su oferta, fue porque Lancelot aún no conocía a sus padres.
Vivir en Inglaterra le había dado a Ahkmenrah muchas libertades, pero eso no significaba que había olvidado de donde venía o sus costumbres/tradiciones. Aunque él estuviera allí y sus padres en Egipto, eso no significaba que podía faltarles el respeto de aquella manera.
Según la tradición, antes de comenzar a vivir con alguien (o incluso salir) debías presentar a esa persona a tu familia. Si la aprobaban, era aceptada como tú esposa, por lo que no podías presentar a cualquier persona, sino a alguien con quien quisieras pasar el resto de tu vida. Era antigua, porque las cosas en la actualidad se movían de forma diferente en las relaciones, pero era importante para su familia.
Lo habían hecho con su hermano, quien había sido vetado de las reuniones familiares durante diez años, luego de divorciarse. El matrimonio, como presentar a la persona con la que querías estar, era sagrado. Temía que su familia no aceptara a Lancelot, porque entonces tendría que decidir entre ellos o él.
Lancelot era amable, encantador, devoto y considerado, pero ¿Y si su familia no veía eso? ¿Y si su familia le encontraba algún detalle?
—¿Sabes? —Lancelot, deslizando las manos por la mesa hasta llegar a las de Ahkmenrah, sostiene las suyas para calmarlo luego de que le explicará las razones por las cuales había rechazado vivir con él, aún cuando su relación parecía ir de maravilla. Estaban a punto de cumplir dos años, así que Lancelot simplemente pensó que sería el paso indicado antes de, en efecto, una boda. —Entiendo si aún no crees que es el momento de vivir conmigo, o de presentarme a tus padres... Pero, yo quiero casarme contigo, estar... Siempre juntos. Literalmente tengo todo pensado, incluso el lugar donde viviremos de ancianos.
La confesión hace reír a Ahkmenrah, quien se siente menos tenso, adorando al asombroso hombre frente a él.
—No me sorprende. —dice entrelazando los dedos con los de Lancelot, quien sonríe.
—Debo velar por tu seguridad aún cuando no esté.
—¿Seremos enterrados juntos?
—Pensaba en todo un mausoleo para ti, para que seas adorado incluso después de tu muerte. —Lancelot alza las manos que sostienen las suyas, besando los nudillos del azabache. —Pero si me quieres a tu lado, allí estaré.
—Allí es donde quiero que estés. —Ahkmenrah dice, preguntándose por qué han escogido sentarse uno frente al otro, porque en ese momento sentía la necesidad de saltar sobre la mesa sólo para llegar al rubio frente a él y poder besarlo.
[...]
Es luego de eso, que Ahkmenrah y Lancelot piden un permiso en sus empleos, para tomar un avión hasta Egipto.
Es caluroso, Lancelot más de una vez siente que se va a desmayar, pero la emoción por estar en un nuevo lugar le mantiene consiente. Además, debe estar concentrado en calmar los nervios de su príncipe, quien aprieta su mano como si de repente fuera a desaparecer.
Y cuando llegan con la familia de Ahkmenrah... Todo sale de maravilla.
Al comienzo el padre de Ahkmenrah es severo, realmente aterrador mientras le cuestiona cualquier cosa que dice, furioso cuando a Lancelot se le escapa que han "compartido" la cama antes de presentarse o estar casados. Entonces, se forma un pequeño momento de tensión donde el hombre dice que no lo acepta, pero su esposa les calma.
Luego, Lancelot los sorprende cuando, arrodillado en el piso frente al matrimonio en el mueble, pega su frente del piso y ruega por el perdón del padre de Ahkmenrah, como también le pide que los acepte. Además, de manera exagerada por el miedo de perder a Ahkmenrah, le asegura a su padre que, de ser necesario para conseguir una segunda oportunidad, buscará una espada y se cortará el brazo para demostrar su amor.
La idea principal era retarlo a un duelo, pero luego de conocer al padre de Ahkmenrah y parte de su historia, sabía que perdería ante esa opción. ¡Debía asegurar a su amado!
Pero Ahkmenrah le detuvo de decir tantas tonterías, golpeándolo, haciendo que entonces ambos se pusieran a discutir.
Ahkmenrah decía que estaba demente, Lancelot aseguraba que sólo estaba perdidamente enamorado de él.
Entonces, una risa les detuvo.
El padre de Ahkmenrah se estaba riendo, aceptando que pensaría sobre aquella segunda opción. Mientras, en su estadía allí, tenía prohibido dormir en la misma habitación que su hijo. Es así, como Lancelot terminó durmiendo en el patio de la casa, en una pequeña carpa individual.
No estuvo tan mal.
Casi al final de su aventura en Egipto, con los nervios cada vez más intensos, el padre de Ahkmenrah le pide hablar a solas con él.
Le hace un montón de preguntas a Lancelot, finalizando en que, en caso de que ambos estuvieran en peligro y sólo uno pudiera salvarse, ¿Lancelot pondría primero a Ahkmenrah y se sacrificaria por él?
La respuesta es un inminente sí, sin dudar.
Y es aceptado en la familia.
La verdad, los últimos días, el padre de Ahkmenrah estuvo estudiando al rubio inglés que su hijo había llevado ante ellos para presentarlo como su amante. Y había llegado a la perfecta conclusión de que Lancelot, aunque parecía medio tonto, la verdad es que era el guardia o caballero indicado para cuidar a su Ahkmenrah.
—¡Los esperamos para la boda! —el padre de Ahkmenrah dice cuando atrapa a Lancelot en un fuerte abrazo mientras palmea su espalda.
—¿La boda? —Lancelot se separa del abrazo.
—Por supuesto. —la madre de Ahkmenrah dice al lado de su esposo. —Lo organizaremos para... ¿Diciembre?
—Es una fecha hermosa, querida.
—Diciembre... ¿De este año?
—¿Estas dudando en casarte con mi hijo? —entonces el padre de Ahkmenrah hace esa mirada sería que da miedo. —¿Osas deshonrar tus palabras?
—¡Por supuesto que no, señor! —Lancelot se endereza como una vara, recto. —¡Diciembre suena perfecto! —luego agrega, lo que hace sonreír a la pareja frente a él.
—¿Ya se despidieron? —Ahkmerah se acerca luego de terminar de meter las maletas en el auto que les llevaría hasta el aeropuerto. Él no había escuchado nada de la conversación entre sus padres con Lancelot.
...
—Ahk, mi único dulce amor. —Lancelot dice cuando están en el avión, relajados luego de todo el ajetreo de abordar.
—¿Si? —Ahkmerah, girando la cabeza al rubio sentado a su lado, no puede evitar verlo lleno de amor por sus palabras. Su mirada brilla mientras ve a Lancelot.
—¿Estarás libre en diciembre?