V

122 17 5
                                    

   Ahkmenrah no estaba celoso, él simplemente...

—Estás celoso. —Tilly le dice mientras prepara café en el cuatro de servicio.

—No es así. —Ahkmenrah cruza sus brazos con molestia. —Es sólo que... —suspirando, juega con la tela del chal que le cubre los hombros. —Me molesta.

—Porque estás celoso.

—¡Basta de decir eso!

—¡Oh, por favor! —Tilly regresa a la mesa con una taza de café, sentándose frente a Ahkmenrah. —Es mejor si lo aceptas de una vez, Ahk. —ella dice. —Es normal sentir celos cuando te quitan a tu hombre.

—¡Lance... ! —Ahkmenrah se muerde la lengua. Aunque había sonado vergonzoso, en cierta forma era así. Lancelot era su caballero, su amigo, era...

—¿Ibas a decir algo, príncipe? —Tilly, molestándolo, hace que se levante y salga de allí.

Furioso, Ahkmenrah camina por los pasillos ignorando a las demás exhibiciones. Cuando pasa por la sala de la edad media, se detiene para ver el nuevo alboroto que allí se formaba actualmente.

En el pasado, Lancelot era la única escultura de cera que representaba a los caballeros en ese tiempo, por lo que cuando despertaba por las noches se encontraba sólo. Era una de las razones por las que se habían unido, encontrando un compañero en el otro. Sin embargo, eso ya no parecía importar. Actualmente, tenían nuevos invitados. El museo había adquirido nuevas esculturas como el Rey Arturo, algunos integrantes importantes de la mesa redonda y Ginebra.

Cada que Ahkmenrah veía a Lancelot y a Ginebra juntos, le hervía la sangre. La chica no le había hecho nada, en realidad todos fueron amables cuando se presentó y les explicó cómo funcionaban las cosas en el museo, pero ahora no toleraba estar cerca de ellos. Ahkmenrah no acostumbraba ser así de infantil, pero le molestaba que acaparan toda la atención de Lancelot.

Al principio estuvo feliz por él, pero luego simplemente sintió amargura. Estaba demasiado acostumbrado a la compañía de Lancelot, a que le siguiera a todos lados y le adorara. Aunque, la verdad detrás de esos pensamientos egoístas, es que le extrañaba muchísimo. Ahkmenrah le tomó más que un simple cariño, ahora que veía las intensiones de Ginebra cuando estaba cerca de Lancelot, se dió cuenta de que le gustaba. No sólo pensaba en Lancelot como un amigo, él también quería ser tan cercano como Ginebra parecía serlo.

Viendo como la reina besa la mejilla de Lancelot en medio de una conversación entre risas, Ahkmenrah quiere maldecirla y enterrarla en el desierto.

Sintiendo una mirada oscura encima, Lancelot se da cuenta de la presencia de Ahkmenrah, lo cual le sorprende.

Siendo atrapado, el príncipe egipcio escapa de allí.

—¡Alteza! —Lancelot le llama, lo que hace a Ahkmenrah detenerse para que el caballero lo alcance. —¿Dónde había estado?

—¿Te importa? —cruzando los brazos, Ahkmenrah evita ver a Lancelot, quien se siente extraño por esa respuesta.

—Bu... Bueno, es sólo que... quería que pasara tiempo con nosotros. —sin embargo continua hablando, notando como Ahkmenrah parecía ignorarlo. Aquello le hunde el corazón, ¿había hecho algo mal? —¿Se encuentra bien?

Antes de que Ahkmenrah pueda decir algo, Ginebra aparece, acercándose a ellos. —¡Lancelot! —se cuelga del brazo del caballero. —Oh, Lancelot. —dice de forma molesta, lo que hace querer gruñir a Ahkmenrah. —Pasea conmigo por el museo. —pide agitando sus falsas pestañas.

—Por supuesto. —Lancelot le sonríe como todo un tonto, lo que hace a Ahkmenrah fruncir el ceño. —¿Le gustaría acompañarnos?

—En realidad, no. —el faraón confiesa. —Iré a mi exhibición, ¿me acompañaras?

O.S 🌸 [Ahkmelot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora