Era de noche y Lancelot había planeado todo para que resultará perfecto. Había pedido la ayuda de Tilly para que le enseñará lo que se hacía en una "cita" de ese tiempo, quería parecer lo más seguro y conocedor posible sobre el asunto. Ahkmenrah era tan inteligente y sabía sobre tantas cosas, que no podía más que esperar impresionarlo aunque sea con eso.
....
Cuando Ahkmenrah abre los ojos, la luz de la exhibición y unos hermosos ojos azules es lo primero que ve. Sonriendo, se sienta y estira dentro de su sarcófago.
-Su alteza. -Lancelot hace la pequeña reverencia de todas las noches.
-Lance. -asiente Ahkmenrah aceptando el saludo con felicidad.
-Tome. -rápidamente el caballero le da unas ropas que Ahkmenrah ve con curiosidad. -Por favor póngase eso, le espero en la entrada del museo, no tarde. -luego dice sin más, desapareciendo por el pasillo.
El Príncipe Egipcio ve las telas en su poder y las revisa detalladamente, se pregunta que trama Lancelot. La chispa de la aventura se enciende en él y con rapidez se cambia sus ropas doradas por algo más... de ese tiempo.
...
Con una camisa azul de botones, un pantalón negro y unos tirantes que mantienen todo en su lugar, Lancelot espera al príncipe.
-Lance. -escucha y gira sobre sus talones para voltear a ver.
-Wow. -no puede evitar decir admirando la belleza natural que rodea a Ahkmenrah. Ahora confirma más que nunca que la ropa no tiene nada que ver en ello, es él quién la hace lucir.
Con un pantalón azul marino de jean y un suéter tejido color melón pastel con pequeños detalles de costura, el moreno se acerca brillando por su sonrisa.
-Su alteza esta... -la mirada curiosa que le da Ahkmenrah lo detiene de golpe, borrando cualquier rastro de valentía, así que Lancelot sólo puede fingir toser para luego decir: -Se ve realmente bien.
-Gracias. -acepta Ahkmenrah con algo de desilusión. -Tú te vez realmente guapo, Lance. Y ya te he dicho que me digas sólo Ahkmenrah o Ahk.
-Gracias, pero no podría. -responde el caballero con la misma monotonía de siempre. Y no es que no pueda llamar a Ahkmenrah por su nombre, la verdad es que secretamente ama llamarlo con aquellos títulos como "Alteza" y "Príncipe", sobre todo cuando a veces agrega el "mi".
-Ya lo conseguiré. -asegura el faraón con diversión. -Entonces... ¿Qué tramas? -susurra acercándose al caballero, lo que lo hace sonreír.
-Mi alteza. -dice arrodillándose. La repentina acción sorprende a Ahk. - ¿Aceptaría una cita conmigo? -dice demasiado rápido por los nervios, pero el hombre frente a él lo entiende a la perfección.
-Lance. -pronuncia el príncipe con cariño. -Sería un honor tener una cita contigo.
La sonrisa que el faraón le da al caballero es suficiente para decir que a hecho que toda la confianza regrese a él. Levantándose del suelo, Lancelot no puede creer que alguien como Ahkmenrah acepte sus sentimientos.
-¿En serio? -no puede evitar ser inseguro. Ahkmenrah asiente, siendo algo tímido. Realmente nunca creyó que Lancelot tuviera los mismo sentimos que hace unas semanas había descubierto. -Entonces vamos. -liderando el camino, el caballero se acerca a la salida del museo.
-Espera, Lance. -Ahkmenrah se apresura a llegar hasta el rubio, tomando su hombro para detenerlo. -¿Saldremos del museo?
-Claro, para eso estas ropas. ¿No está de acuerdo?
-Pero...
-Está bien, Tilly nos dio permiso, además, lo único importante es regresar antes del amanecer ¿no?
[...]
-¿A dónde iremos? -Pregunta Ahkmenrah cuando llevan bastante rato caminando.
-Tilly me contó sobre el festival de cine en el parque. Hace unos días dejaron unos panfletos y vi que te habías emocionado por una película en la lista. -menciona Lancelot liderando el camino, esta intentado seguir todas las direcciones e instrucciones que la mujer del museo le dio.
Detrás de él, Ahkmenrah sonríe con cariño, no creyó que Lancelot le estuviera prestando realmente atención.
-Por aquí. -toma y jala el caballero al príncipe.
-¿El subterráneo?
-Tilly me ha indicado que hemos de tomar una de estas cosas primero. - ambos hombres caminan hasta la estación en donde deben esperar el tren indicado. Lancelot esta confiado, prestó una detallada atención cuando Tilly le indicó todo lo que tenia que hacer. Aquello era una cruzada que estaba decidido a terminar de la mejor forma.
-¿Sabes cómo-
-¿Duda de mi guía, alteza? -le corto Lance, acercándose un paso hasta estar frente a frente con el egipcio. Sus intensos ojos azules brillan, incluso con la opaca luz del lugar. Ahkmenrah ya no tiene palabras para decir, sólo puede negar lentamente con la cabeza.
La sonrisa del caballero es igual de radiante que su armadura; Ahkmenrah quiere acercarse un poco más y besarlo. El pensamiento es fugaz, pero se mantiene en su pecho como una presión ansiosa.
-"El tren llegará a la estación en dos minutos. Favor de dar espacio a las personas que van saliendo y no aglomerarse en las puertas."
El anuncio de la llegada del tren fue suficiente para sorprenderlos y asustarlos, haciéndolos saltar lejos del otro. Aunque lo oculten, ambos están sonrojados.
Cuando la enorme máquina aparece, es Lancelot quien obviamente se sorprende más que Ahkmenrah. Las puertas se abren y el bullicio de las personas los rodea, la gente sale como una manada de jabalíes ciegos, empujadose entre ellos.
Con rapidez, Lancelot actúa y atrapa a Ahkmenrah pegándolo contra él para que no sea golpeado. De alguna forma ambos logran moverse así y entrar en el vagón.
Contra el pecho de Lancelot, mientras las personas terminan de salir y otras entran, el príncipe egipcio no puede evitar apoyarse de más. La ropa que el caballero lleva puesta tiene un aroma agradable, pero no es sólo el perfume de la ropa, es más algo de Lancelot. Son las manos de esa persona quien lo separa lejos.
Ya todos se han arreglado y las puertas cerrado. Un poco aturdido, Ahkmenrah se endereza y sonríe algo tímido al hombre a su lado.
-Disculpeme, no he conseguido asiento para usted. -dice el rubio caballero tan formal como él solo lo es.
-Está bien, Lance, puedo ir parado.
-Si hubiera traído tal ves mi espada...
-¡Wow! -se alarma el egipcio imaginando el escenario. Luego se ríe un poco. -Nada de amenazar a la gente con tu espada ¿Recuerdas?
Con una mueca de fastidio, el hombre de Camelot no dice más.
El tren comienza a moverse, lo que hace tambalear un poco a todos los que están de pie. Lancelot se sujeta rápidamente del tuvo de apoyo sobre sus cabezas, a Ahkmenrah se le hace más complicado.
-Si no es molestia para usted, puede apoyarse en mi, príncipe. -susurra Lance inclinándose un poco hacia el moreno, quien comienza a sentir su corazón latir y sus mejillas calentarse por la vergüenza.
Nadie dice nada más, pero algo tímido por la situación, Ahkmenrah se acerca más a Lancelot y con una mano se aferra a la camisa del caballero.
Cohibidos, ambos tienen sobre ellos miradas disimuladas y otras no tanto de los demás pasajeros. La imagen y la atmósfera sobre ellos dos es demasiado brillante para ser ignorada.