C19| Una Promesa de Eternidad.

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La mirada de James no dejó nada al descubierto, actuó como siempre lo hacía delante de Edward Lupin, aunque esa escena, le dejó muy en claro que llegaría un momento en que no podría intervenir, había comprometido a su hermana con ese hombre, y no importaba, podía deshacer el compromiso, pero tendría que buscar otro hombre al cual casarla, las cosas no eran tan simples, dejarla solterona levantaría muchas sospechas ante la corte, y no iba a darles la oportunidad de gestar ideas —aunque ciertas—, que lo perjudicaran de alguna manera.

—Alteza –musitó Lily, aliviada de que alguien interrumpiera las intenciones de su prometido, sin importarle si eran o no buenas.

—No creí que habría concurrencia en este lugar –argumentó, con una mirada gélida a Lupin.

Avanzó sin preocupación hasta los sillones y se sentó de forma delicada y elegante, subió los pies a la mesa y colocó uno sobre otro, se llevó las manos al cuello, elevando una ceja, para acompañarlo con una sonrisa ladina, que provocó un sonrojo en Lily, que observó a otro lugar, llamando la atención de Edward.

—Veo que he hecho un excelente trabajo al emparejarlos, se llevan muy bien ¿He interrumpido el inicio de algo interesante entre ustedes? –Se burló.

—No, majestad, no ha interrumpido absolutamente nada –suspiró Edward, retrocediendo un paso rumbo a la puerta –solo venía a ver si la princesa está bien.

—Me imagino que te hubiese gustado que no lo estuviera muy bien, así tú podrías ayudado a que Lily mejorara su estado a algo mejor –bromeó.

—No, alteza –comentó el hombre, en un tono tranquilo –en cuanto entré, noté el vestido, así que hablábamos sobre su boda –informó.

Los ojos azules de James se posaron en el vestido de color bermellón, logrando una mueca de completo desagrado, observó a su hermana que por fin había dirigido su vista de nuevo a él, podría provocarla, pero no quería iniciar chismes, ya que Edward estaba presente.

—Está horrible –gruñó en completo desagrado –dime ¿Quién rayos ordenó algo tan espantoso? –Observó a la pareja de pie.

—Bueno...

—¿Fuiste tú? –Se burló de Lily –no pensé que tuvieses tan mal gusto.

—En realidad –Edward se apresuró a defenderla –la princesa Druella eligió los vestidos de la princesa y la señorita Parkinson.

—Ya decía yo, que no podías tener tan mal gusto, después de todo lo que sé que te gusta y me consta –sonrió divertido.

Aquel comentario ocasionó un sonrojo más intenso en la pelirroja, que avanzó hasta el vestido, acariciando la tela suave y fina, sí, era algo elegante y refinado, y al inicio le pareció precioso, aunque no para usarlo ella, suponía que en alguna otra mujer se vería mejor.

—Lupin –habló el rey, alejando la vista del hombre de la pelirroja.

—Llama a mi sastre –ordenó –no dejaré que mi hermana haga el ridículo en un vestido de tan mal gusto y calidad.

—En seguida, majestad.

El hombre quiso ir hasta su prometida y besarla suavemente, pero el rey estaba esperando atentamente a que él se marchara, suponía que tenía cosas en de las cuales hablar con la princesa, ahora que él se casara y se marchara por unos días en su viaje de recién casados, algunas cosas pasarían a estar al cuidado de la joven.

—X—

El sastre del rey tardó bastante tiempo en tomar cada una de sus medidas, para asegurarse de que el vestido —que tenía que estar listo para la ceremonia real, que se efectuaría en tres días—, no tuviese ningún detalle y estuviese perfecto, él más que nadie, comprendía como tenía que lucir alguien de la realeza, incluso habló pestes del vestido que le habían llevado para que usara en un evento tan importante, —era digno de un evento importante, pero no digno de ser usado por la hermana del rey, en la ceremonia de la boda real—, según dijo.

La Hermana del Rey || Jaly | James S. P x Lily Luna PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora