Capítulo 29

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Djeric observa la brecha que cruza el ámbar rojo de la empuñadura de su daga. Es solo una sombra debido a la falta de luz, pero él conoce a la perfección cada grieta de esa brecha. Es un recordatorio de sus fallos.

El silencio en la cocina antes del alba es suave como una caricia, y el joven permanece inmóvil en la silla sin querer romperlo. Hoy es la competición a la que se ha visto obligado a participar el día antes de su boda. El día antes de que los Lexer salgan de nuevo a la luz, a la sociedad, y con ello, enfrenten un peligro invisible que la mayoría de su familia ignora. Y, si de él depende, ignorarán siempre.

Siente que alguien se acerca antes de escuchar unos pasos cortos y tenues. También sabe quién es antes de verla aparecer iluminada por la suave luz de la piedra luna que lleva en la mano.

Suni entra en la cocina de puntillas, cubierta por una enorme camisa interior de manga corta que la cubre por encima de las rodillas. Djeric entorna los ojos preguntándose qué tendrá esa muchacha en contra de los camisones.

Cuando la luz alcanza la figura inmóvil de Djeric, Suni da un brinco acompañado de un leve grito. Alza la piedra para ver mejor la sombra que la observa. Descubre al joven con una fina bata azul y un pantalón holgado; con un vaso largo lleno de un líquido transparente y una daga sobre la mesa. Suni no sabe cómo interpretar lo que ve. Traga saliva, inquieta.

—¿Q-qué haces aquí?

Djeric alza el vaso como respuesta.

—¿Por qué bebes con una daga?

—Me relaja.

—Que sepas que para los que te miran ocurre al revés.

Djeric ladea la cabeza, estudiándola.

—¿Te altero, criatura?

—Siempre.

—Me pasa lo mismo.

A Suni le sorprende esa respuesta debido a su actitud de ayer. En el entrenamiento de napeo, Djeric se mostró tan frío con ella que Alon los miró alternativamente en busca de respuestas que nunca llegaron. Planificaron la estrategia a seguir en la competición de forma metódica y formal, como si estuvieran en una reunión de negocios entre extraños.

Y en la cena con los Lexer fue peor. Djeric compartió risas y comentarios con sus padres y hermanas, donde el tema central era el de siempre: la boda, los invitados de la boda, los preparativos de la boda. Pero evitaba mirar a la novia, como si esta fuera tan irrelevante como un adorno.

Esa indiferencia al principio enfureció a la chica, pero después la relajó. Es distancia lo que necesita con Djeric, y si él se la brinda tan generosamente, ella solo puede agradecérselo.

Suni toma un vaso alargado del armario que hay sobre el fregadero y lo llena de agua del grifo. Permanece alerta en todo el proceso por si él decide usar la daga para cortarse las venas, o peor, para cortárselas a ella. Bebe rápido, deja el vaso en el fregadero y emprende la retirada.

Djeric apenas se mueve, salvo para acariciar el ámbar rojo que hay al final de la empuñadura de la daga. Suni se detiene al pasar por la mesa.

—¿Cómo funcionan? —pregunta, y se apoya en el respaldo de la silla que hay al lado de Djeric; él le dirige una mirada seria—. Las armas de dilmun, ¿cómo consigues que brillen?

Djeric coloca su mano sobre el mango y la daga emite un resplandor blanco azulado.

—No hay mucho que hacer —explica en voz baja—, se activan con los poderes de sangre y tu intención de usarlo.

Suni siente una opresión en su estómago, alarga la mano hacia la daga, Djeric aparta la suya y Suni toca el mango. El brillo de la daga remite hasta apagarse.

Choque: Alas Encadenadas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora