Capítulo 36

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La cabaña del bosque Skugnir es uno de los lugares favoritos de Djeric por tres razones: su ubicación tan próxima al centro de entrenamiento, la tranquilidad y belleza de su entorno, y tener una vivienda exclusivamente para él.
Skugnir es un bosque de coníferas que limita Rajtariv. Comienza en los picos de hielo y termina en los acantilados. Un paraíso verde entre el hielo y el fuego que rodea la capital.

Por supuesto, Suni no puede compartir su opinión.

—No pienso entrar ahí ni aunque me des la misma droga que te has fumado tú —dice cruzándose de brazos y negándose a bajar del carruaje.

Pese a comprender lo inútil que puede resultar su tarea, Djeric intenta razonar con ella.

—Por el Gran Dios, Suni, ¿puedes explicarme por qué no quieres entrar?

—Paso de estar contigo a solas en una casa vacía —responde entre dientes.

Esa razón, que sería tan apropiada en una mujer ílgara, desconcierta al joven al oírla de ella. Para algo en lo que es normal, y tiene que ser para molestarlo a él.

—Admito que no es lo correcto, pero la situación...

—Yo no soy tan vanidosa como tú, me da igual que tu familia me vea así, si quieres entra y cámbiate; yo te espero aquí.

—No es por vanidad.

—¿Qué es entonces? No me digas que no es correcto llegar sucio a tu casa. ¿De verdad tienes que venir a una cabaña perdida en el bosque para lavarte?

Djeric empieza a sentir como su escasa paciencia se desliza lejos, muy lejos de él.

—Sucios, con raspaduras en la ropa, mojados... también tengo una herida en el brazo. No quiero poner nerviosa a mi madre la noche antes de la boda.

—Vale, tráeme algo para ponerme sobre lo que llevo y nos vamos.

La paciencia de Djeric huye tan lejos que ya ni se molesta en alcanzarla. No quiere razonar más. Con un gruñido, la toma en brazos y la saca del carruaje con más velocidad que estilo. Ella se queda rígida mientras él camina a grandes zancadas por el sendero empedrado que conduce a la puerta principal, y la deja ahí.

Siente la mirada de rabia de la chica en su nuca mientras busca la llave que oculta entre los troncos que adornan los laterales de la cabaña. Solo Alon y él saben de este escondite. Nota una quemazón ascendiendo por sus piernas y sabe que las intenciones de Suni son cada vez más agresivas.

Sin embargo, cuando se vuelve hacia ella con la llave en la mano, ya no lo está mirando a él, sino a la puerta.

—Otra vez ese árbol —dice con voz rasposa; tanto gritar y beber agua de mar ha dejado secuelas en su garganta—. Lo he visto en el comedor de la mansión y también estaba bordado en la bandera de victoria de napeo. ¿Qué significa?

Tallado en la puerta hay un árbol dentro de un círculo, su tronco y ramas son blancas, sus raíces negras.

—Es el Udodeli, un árbol milenario, un símbolo delka muy antiguo —explica Djeric abriendo la puerta—. En las competiciones representa la longevidad de la gloria, la cual sobrevive a los cuerpos de los campeones durante siglos o milenios.

Djeric extiende el brazo para indicar a Suni que entre. La chica se limita a mirar el interior con recelo, como si hubiera algún monstruo acechando.

—¿Por qué blanco y negro? —pregunta, sin dar un paso.

Djeric eleva la mirada al cielo un segundo, como pidiendo clemencia... o paciencia. Necesita ambas.

—Las raíces son negras porque representan el mundo invisible que da forma al visible —explica, a la vez que coloca la mano en la espalda baja de la chica para empujarla al interior—. Significa que las gestas inmortales se alcanzan cuando se trabaja en armonía ambos mundos: el interno y el externo, las raíces y el tronco.

Choque: Alas Encadenadas #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora