Djeric arroja el corsé lejos sin dejar de besarla. Sus manos se deslizan libremente por el tejido empapado y arrugado de su vestido, que la lluvia ha afinado y pegado a su cuerpo. Es casi como tener sus manos sobre su piel desnuda. Algo que le excita más de lo conveniente.
Suni se retuerce en sus brazos hasta que él libera su boca.
—¡Para! ¿Q-ué pretendes?
—¿Cómo vas a secarte con el corsé puesto? —responde con fingida inocencia.
Y la aprieta contra él hasta sentir sus pechos agitados pegados al suyo, pero cuando va a capturar su boca, los dedos de ella se adelantan y cubren los labios de Djeric.
—¿No deberías estar con tus invitados?
El muchacho alza los ojos al techo.
—Han venido a verte a ti y casi acaban muertos. Sé un buen anfitrión y ve con ellos.
Él entorna los ojos, abre la boca y lame sus dedos, probando el sabor de la lluvia en su piel. Ella lanza una exclamación ahogada y lo libera de inmediato.
—Los invitados que aprecio están bien, el resto me importan un bledo. Además —ladea la cabeza con una sonrisa irónica—, no estoy presentable.
Suni se revuelve en su regazo, el movimiento aviva el fuego que arde en la sangre del muchacho. Está tratando de poner distancia, pero solo consigue que él desee tenerla más cerca. Mucho más cerca.
—¿Por qué saliste de la mansión?
La pregunta detiene los esfuerzos de la chica. Sus ojos son dos lunas enormes que muestran cautela.
—Ya te respondí a eso.
—«Curiosidad» o un «no sé» no me bastan —ronronea Djeric mientras su mano se desliza por la cintura de la joven y desciende por sus caderas—. Porque estoy bastante seguro de que sí sabes la razón, solo que no deseas decirla.
—¿Ah, sí? —Hay burla en su tono, que pierde fuerza al finalizar en un jadeo cuando siente la mano de Djeric en el dobladillo de su falda.
—Sin duda. —Se introduce en el interior de la prenda, y ella aferra su muñeca para detenerlo—. Estabas preocupada por mí.
Djeric se lame el labio inferior como si saboreara la batalla que se ha alzado en el rostro de la muchacha. No sabe contra qué lucha con más fuerza, si contra la mano que agarra su muñeca o lo que le impide aceptar sus palabras.
—Lo que no logro entender es por qué creíste que salir me ayudaba a mí en algo.
Ahora el rostro de Suni se contrae de disgusto.
—Pues me parece que impedí que te hicieran papilla el cerebro.
—Casi te desintegras en el proceso.
Djeric clava los dedos en el fino tejido de las medias; se rompen y sus dedos se encuentran de pronto sobre la piel desnuda de sus piernas. Suni contiene el aliento con sorpresa y un deseo que convierte sus ojos en una borrasca.
Ante esa reacción, Djeric solo puede besarla y acariciar con fuerza sus muslos, presionándola contra él como si quisiera imprimirla en su piel. Suni sigue sujetando su muñeca, pero sin tratar de frenar sus avances. De hecho, termina por ascender por el antebrazo del muchacho, por sus bíceps y hombros, clavando los dedos en él, como si ella también necesitara grabarlo en su piel.
Entonces, Djeric siente un dolor punzante atravesar su brazo. Emite un sonido a caballo entre un gemido y un gruñido y deja de besarla para mirar donde Suni lo tocaba. Ambos observan que tiene los dedos manchados de sangre.
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Choque: Alas Encadenadas #PGP2024
Fantasy🥉3er lugar en Fantasía y Ciencia Ficción Contest 2024 *** Un compromiso matrimonial por poderes de sangre que no puede romperse sin terribles consecuencias. Djeric Lexer desembarca en Ioral con una misión: recoger a su futura esposa, y ya de paso...