El precio de la magia

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P.O.V: Emma Swan

Lo hemos hecho. No sé cómo, pero lo hemos logrado. Esta cosa vibrante y reluciente se ha parado y ya no parece que vaya a estallar, y eso ha sido gracias a mi magia... a nuestra magia, más bien.

He tenido una sensación de lo más extraña. Un hormigueo recorriendo todo mi cuerpo, hasta llegar a la punta de mis dedos. Se trata de algo tan intenso que nunca antes lo había sentido, pero sé, con certeza, que lo más similar lo experimenté al despertar a Henry de la Maldición del Sueño.

Y Regina... a ella también la he sentido. Su magia recorriendo sus venas, su aspaviento de emociones revoloteando por su mente, su fuerza de voluntad para resistir lo inaguantable... es tan poderosa, no sé cómo lo sé, pero es cierto. Es como un presentimiento, una intuición que no falla. Regina estaba preocupada y, hablando en claro, muerta de miedo, por eso su magia se manifestó de forma tan intensa. Es más, lo advertí en su semblante cuando me miró a los ojos, cuando me vio usar mi magia de forma intencional por primera vez. Estaba sorprendida, pero, de alguna manera, también impresionada. Ella lo sabe. A pesar de todo, sabe que juntas somos un gran equipo.

Intento ponerme en pie, desconcertada. Este cacharro nos ha expulsado por los aires y nos hemos separado a mitad del hechizo, pero, al menos, ha funcionado. Tengo que asegurarme de que Regina esté bien. Yo puedo resistir un golpe de este calibre, por eso no me preocupo, pero ella... ella es más delicada, por decirlo de alguna manera. Por no mencionar que hace cuestión de pocas horas ha soportado una dolorosa tortura. Sí, tengo que cerciorarme de que no esté herida. Sin embargo, debido a mi desorientación, son mis padres los que me ayudan a levantarme. Mierda... les he llamado "papá" y "mamá". ¿Ahora quién arregla este desastre, Swan?

Una vez en pie, veo a Regina aún en el suelo, dolorida y con la preciosa melena azabache cayendo por su rostro. Quiero ayudarla, quiero acercarme, pero los Charming no me lo permiten. Siguen confirmando que me encuentro bien y no me he lesionado nada. ¿Por qué no dejan de tocarme? Siento las manos de mis padres por todo mi cuerpo. ¡Por Dios, alejaos! Yo solo quiero separarme y ayudar a la alcaldesa, pero es demasiado tarde. Ya se está levantando ella sola y, de hecho, ha cogido el ahora diminuto diamante.

"Lo hicimos" digo con una pequeña sonrisa cuando se acerca a nosotros.

"Sí, lo hicimos" coincide ella, algo asombrada, pero satisfecha.

"Es todo gracias a Henry" dice David en alto. "Tiene razón en muchas cosas"

"Así es" afirmo yo. "¿Verdad, chico?" miro a mi alrededor. Busco su aprobación, su hermosa e infantil sonrisa de superioridad al ser el más experto de todos en cuanto a cuentos de hadas se refiere, pero me encuentro con el vacío. "¿Henry?"

No puede ser. ¿Dónde diantres se ha metido este niño? Estaba aquí hace un momento. Nos miramos entre todos confusos y, a pesar de la tranquilidad que se respiraba hacía apenas unos segundos, leo una clara mueca de preocupación en la otra madre de mi hijo.

"¿Henry?" insiste Regina.

Tocada y hundida. La preocupación de la alcaldesa me hace entrar en pánico. Regina siempre lo tiene todo bajo control, así que si ella está nerviosa, todos deberíamos estarlo. Recorremos la mina con las linternas, al son de gritos que llaman a Henry sin cesar. No está. No sé cómo, pero mi hijo ha desaparecido por completo. No lo entiendo, ¿Se lo ha tragado la tierra? ¿Se ha volatilizado? Empiezo a inquietarme seriamente, me falta el aire. ¿Serán estos dichosos túneles? ¿Por qué son tan estrechos? ¿Siempre han estado tan apretados? La verdad es que no lo sé, pero, a pesar de que mi madre me acaricia el brazo dulcemente, yo apenas siento su tacto. Mi cabeza está en otras cosas ahora mismo y, de la misma forma, lo está la mente de Regina también.

Más allá de Storybrooke [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora