Cuento de Amor Verdadero

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P.O.V: Emma Swan

Estupendo. Sencillamente estupendo. ¿Puede existir una situación más incómoda que tener que explicar a tus padres que su mayor archienemiga, a la que tú también considerabas tu adversaria, es, en realidad, el amor de tu vida y la persona con la que quieres pasar el resto de tus días? Sí, la respuesta es sí. Es más incómodo si el motivo por el que debes confesar estos sentimientos ante tus progenitores es porque ellos, junto a otras personas, han presenciado cómo os dabais un beso de Amor Verdadero.

Todavía no lo estoy sopesando. Regina Mills me ha besado, pero no solo me ha besado. Me ha besado y el Amor Verdadero ha hecho el resto. ¿Será que por fin he hecho algo bien en la vida? Nunca he sido afortunada en amores, como bien le dije a Mary Margaret hace poco más de un año, la única experiencia que tengo en el amor es haber fracaso en todas mis relaciones. Nunca he tenido una persona a mi lado a la que amara de verdad, una persona por la que sintiera que daría mi vida, alguien por quien me arrancaría el corazón y se lo entregaría en sus manos. Jamás. Ni siquiera he estado cerca de sentir algo así.

Las parejas que he tenido a lo largo de mi vida se remontan a Neal Cassidy, un total y absoluto fracaso amoroso, y a alguna que otra mujer que ha llamado mi atención en un bar. Neal me ayudó a darme cuenta de que, a pesar de haber tenido con él a Henry, los hombres no iban a satisfacerme jamás como yo realmente necesitaba. Ni emocional, ni sexualmente hablando. Nunca he logrado llegar al clímax más que con mis propias manos y empiezo a creer que eso se debe a lo poco que me atraían el espanto de hombres con los que he tenido la oportunidad de experimentar.

El conformismo en el amor ha sido algo que ha estado presente en mi vida desde que tengo memoria. De adolescente aprendí a conformarme con aquello que se topaba en mi camino y no aspiraba a un amor de verdad, a un amor que hiciera que mi corazón latiera a velocidades desenfrenadas, un amor que me provocara mariposas en el estómago, un amor que me hiciera crecer como persona, un amor que me inspirara a ser mejor para mi pareja... en definitiva, un amor tan fuerte y poderoso que me hiciera sentir que nací por y para estar con esa persona. ¡Pero, mierda! ¿Tenía que ser Regina Mills?

"Está bien, Emma. Te escuchamos" mi madre pronuncia esas palabras como si llevara 20 minutos esperando una explicación. Quizás los lleva, la verdad es que no soy del todo consciente del rato que puedo pasarme fantaseando sobre la alcaldesa.

"Sí, claro... voy" carraspeo y decido concentrarme por el bien de esta conversación. "Lo que habéis visto esta madrugada... ha sido... ha sido algo que, antes que nada, quiero que sepáis que no fue planeado"

"¿Quieres decir que es la primera vez que Regina y tú os besáis?"

Mi rostro palidece y mi mirada de niña culpable responde a su pregunta.

"A ver, no... pero me refiero a que no es algo que hayamos estado haciendo a vuestras espaldas. Hasta hace pocos días, ni siquiera estaba segura de que Regina quisiera tener algo conmigo"

"Bueno, si yo le doy un beso a tu madre es por algo" escupe David algo molesto.

No sé si se trata de que no aprueba a Regina como posible pareja para mí o si se siente traicionado porque no le he contado nada al respecto. ¡¿Cómo iba a contarle algo?! ¡Si ni yo misma entendía lo que estaba pasando por mi mente y mi corazón! Todo este viaje no he sido más que un manojo de nervios sin sentido y los únicos momentos en los que mis locos pensamientos han dicho "basta" han sido aquellos que estaba con Regina. Por no mencionar que cada vez que me besa todo a mi alrededor se detiene y solo siento paz y tranquilidad. ¡Joder! ¡Ojalá fuera capaz de expresar esto que siento en voz alta! ¿No puede Regina prestarle nuestro vínculo a mis padres por diez minutos? Eso solucionaría muchos problemas.

Más allá de Storybrooke [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora