P.O.V: Regina Mills
Vamos, Regina, tranquila. Regula tu respiración, todo saldrá bien si no haces ruido. Está todo oscuro, es imposible que te encuentre. Concéntrate y no te muevas. Aunque, ahora que lo pienso bien, estoy dentro del armario. ¿No es ese el primer lugar en el que va a buscar? ¡Mierda! ¡Oigo pasos! Aguanto el aliento y cierro los ojos, tratando por todos los medios de no mover ni un músculo.
Siento las pisadas acercarse. Las luces de mi dormitorio se encienden y, a través de la pequeña rejilla del armario, veo un par de zapatos acercarse a mi escondite. Estoy perdida. Estoy total y absolutamente perdida. Antes de que pueda hacer o decir nada, las puertas del armario en el interior del cual me encuentro se abren de par en par.
"¡Te encontré!"
Emma me agarra de la cintura a toda velocidad y me alza en el aire, sacándome del armario al tiempo que yo grito divertida y me río en sus brazos.
"¡Emma, bájame! ¡Ya basta!" exclamo entre carcajadas, mientras la rubia festeja su victoria.
"¡He ganado!" chilla mientras me desciende y mis pies vuelven a sentirse seguros en el suelo.
"De eso nada, todavía tienes que encontrar a Henry para ganar"
"Oh, te aseguro que ese pequeño no podrá esconderse de mí" bromea, al tiempo que sus manos se deslizan peligrosamente alrededor de mi cintura. "¿Creía usted que podía huir de mí, su Majestad?"
"No por mucho tiempo, por lo que veo" respondo, permitiendo que Emma me atrape entre la pared de nuestra habitación y su cuerpo.
"Por supuesto que no, ya sabes lo que dicen los Charming... siempre te encontraré"
"No me lo recuerdes" suelto una franca carcajada y Emma muerde mi clavícula en venganza.
"Vas a estar rodeada de Charmings hasta el fin de tus tiempos, querida"
Y, acto seguido, Emma me besa apasionadamente contra los tabiques del cuarto. Nos dedicamos a eso durante unos largos cinco minutos, las curiosas manos de la sheriff explorando mi cuerpo sin vergüenza y algún que otro jadeo escapando de mi garganta como si de mi último suspiro se tratara. Sin embargo, la presencia de rápidos y furtivos pasos bajando la escalera nos devuelven a la realidad. Henry sigue escondiéndose de Emma por toda la casa, por lo que hay que terminar el juego de nuestro hijo si queremos seguir con el nuestro.
"¿Vamos?" me propone tendiéndome su mano.
"Vamos" acepto mientras la tomo.
Ambas corremos escaleras abajo en busca de nuestro hijo, quien trata de escabullirse entre los muebles del salón, mientras ríe infantil y emocionadamente.
"¡No es justo! ¡Sois dos contra uno!" chilla entre incontrolables carcajadas.
Finalmente, Emma lo alcanza y lo sube a su hombro como si fuera un saco de patatas.
"Aquí tengo su paquete, Señora Alcaldesa" bromea la rubia con nuestro hijo encima.
Las risas inundan la Mansión Mills como nunca antes lo habían hecho. Durante los primeros veintiocho años de Maldición Oscura, el silencio y la melancolía fueron los protagonistas de estas cuatro paredes en las que vivo. Ahora, no obstante, no imagino residir en esa casa sin que siempre haya ruido en ella. Ya sea por la presencia de tres personas riendo sin parar, los gritos de frustración de una sheriff jugando a videojuegos o las bromas constantes de un preadolescente a la horrible cocina de su madre biológica. Nunca más voy a permitir que aquí reine el silencio.
El sonido del timbre resonando por toda la estancia nos obliga a detener la pelea de almohadas que había dado comienzo sobre el sofá.
"Iré yo" la rubia se pone en pie y camina algo despeinada hacia la entrada de la casa.
Yo misma me levanto del sofá y me acerco por detrás. Emma abre la puerta sin siquiera mirar por la mirilla antes y yo, que me encuentro a pocos metros de ella, estoy en la perfecta posición para observar sin ser descubierta. Nadie es más experta en el arte de ver sin ser vista que una Mills.
La persona al otro lado del umbral es, aparentemente, un hombre. Se le ve robusto, con los brazos descubiertos e indudablemente entrenados, pero yo apenas me fijo en eso. Lo que más llama mi atención es su atuendo. Sé que en Storybrooke viven muchas personas y que todas ellas, a excepción de Emma y Henry, vienen del Bosque Encantado. Sin embargo, esta persona parece que no se ha actualizado. En lugar de unos tejanos, luce unos pantalones beige holgados que terminan en unas horrendas botas negras cubiertas de barro. En cuanto al torso, el color verde bosque protagoniza su casaca, hecha a base de tela vieja y sucia, y lleva un cinturón de cuero marrón alrededor de su cintura. Su rostro se muestra serio, pero transmite una vibra agradable y familiar. Su cabello es oscuro, sus ojos claros y su barba corta, pero sin afeitar. Qué sujeto más extraño.
"Buenos días, mi nombre es Robin de Locksley, a su servicio" dice mientras ofrece su mano a Emma.
"Sheriff Swan" responde la rubia con un tono de lo más seco y desagradable. ¿Qué le sucederá? "Sé quién eres, me han hablado de ti" contesta con el mismo matiz antipático.
"Me alegra oír eso" contesta sonriente, creo que se está forzando lo máximo que puede en causar una buena impresión. "He llegado aquí del Bosque Encantado hace unos pocos días, me trajo la pareja de príncipes" genial, los Charming no podían hacer un sencillo viaje a nuestra tierra sin traerse algún problema con ellos. "Les ayudé en su búsqueda de agua del Lago Nostos y quisieron agradecérmelo trayéndome aquí. Este lugar es increíble"
"¿Qué haces aquí?" Emma es directa y tajante.
"David y Snow me comentaron que para sentirme más cómodo en el pueblo podría visitar a la alcaldesa. Me han comentado que vive aquí y pensaba pedirle consejo sobre-"
"Ya, no"
La brusca forma en la que Emma cierra la puerta delante de las narices de ese hombre me hace reír y me preocupa en partes iguales. Camino hacia donde ella se encuentra y me dejo rodear por sus fuertes brazos.
"Amor, ¿Qué ha sido eso?"
"No quieras saberlo" me besa ardientemente en los labios y luego se distancia unos pocos centímetros. "Te aviso de antemano, si nos cruzamos con ese espécimen por la calle no pienso permitir que se acerque a más de dos metros de ti"
"Pero... ¿De qué estás hablando? No estoy comprendiendo nada" vuelvo a reír. Me parece muy atractiva la vena celosa que Miss Swan ha escondido a lo largo de estos años y me encanta que esta salga a la luz conmigo, pero realmente no comprendo de dónde viene tanta manía a ese tal Robin Hood.
"Pregúntale a tu padre" dice mientras vuelve al sofá. "O mejor... no. Mejor no preguntes nada"
Decido no darle importancia y regreso al sofá con mi familia. La guerra de almohadas vuelve a dar comienzo y, mientras veo a Emma y Henry azotarse con cojines como si no hubiera un mañana, no puedo evitar pensar en qué momento he terminado en esta posición. Con una novia increíble, que me trata como una absoluta Diosa, con un hijo ejemplar que me ama casi tanto como yo a él, con un padre que cuida de mí a pesar de su serio carácter y con una pareja de suegros cursis y románticos que casi son los fans número uno de mi relación con su hija. Solo se me ocurre una respuesta a todas estas dudas y esa es: lo que pasa más allá de Storybrooke, se queda más allá de Storybrooke.
"¡Hey, no creas que te vas a escapar!"
Emma grita esa oración al tiempo que me agarra con fuerza y me lanza sobre el sofá. En ese mismo instante, madre e hijo se dedican a atacarme sin piedad alguna. Henry me golpea con cojines y peluches que no sé ni de dónde salen, mientras Emma me retiene y me sorprende con algún que otro pequeño ataque de cosquillas inesperadas, que me hacen reír y retorcerme sobre el diván. Debo admitirlo, nunca en mi vida había sido tan feliz. Así que nada, citándome a mí misma en el inicio de esta imprevista aventura... no sé muy bien cómo he acabado en esta situación, pero aquí me encuentro.
FIN
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Más allá de Storybrooke [SwanQueen]
FanfictionEl desesperado lanzamiento de un hechizo por parte de Emma Swan y Regina Mills, desencadena una extraña serie de sucesos mágicos. Sin comprender las consecuencias de la unificación de sus magias, las madres de Henry se ven arrastradas a un viaje hac...