108 de Mifflin Street

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P.O.V: Regina Mills

Abro la puerta principal de mi casa muy despacio, casi con miedo por lo que me vaya a encontrar en el interior. La blanca madera del 108 de Mifflin Street rechina contra el suelo y un aura de nostalgia y melancolía se apropia de la mansión. Doy un paso al interior y, a pesar de que reconozco el mobiliario y la decoración a la perfección, no puedo evitar percibir una brisa fría recorrer los pasillos de la vivienda.

La penumbra reina en el salón principal, la luz de la Luna alumbra cada rincón, dándole a la estancia una sensación crepuscular que jamás creí que sentiría al ingresar a mi hogar. Todo está exactamente como lo dejé: las cortinas a medio correr, una copa de sidra vacía sobre la mesita de estar, el control remoto de la televisión en el sofá y hasta mis zapatos de andar por casa al pie de la escalera. Se ve a la legua que esta casa fue abandonada a toda prisa y por ello todos mis objetos personales se encuentran en la misma posición en la que yo los dejé. A excepción, claro está, del polvo que protagoniza ahora la estancia.

"Vaya..." susurra Emma detrás de mí. "Hacía tanto tiempo que no entraba aquí, parece la mansión fantasma"

Tiene razón. No sabía cómo describir lo lúgubre que se ha vuelto este lugar en mi ausencia, pero una mansión encantada, abandonada por sus dueños anteriores, en la que se han producido cincuenta asesinatos y que es ahora dominada por seres del más allá es la descripción perfecta.

"Es cierto" murmuro mientras enciendo las luces. "Además, hasta ahora nunca has entrado a esta casa en calidad de invitada"

"Así es, siempre que venía era para recoger a Henry cuando le tocaba la semana conmigo" continúa explicando. "Aunque siempre que venía tú me ofrecías algo de beber"

"Indiferentemente a cómo me sintiera para contigo, querida, tengo una educación y una reputación que mantener" me quito los zapatos cerca de la puerta y Emma me imita. "Mi madre, a pesar de lo malvada, siempre me enseñó a ser cortés"

Su madre... por supuesto, lo recuerdo perfectamente. En el Árbol de los Remordimientos prácticamente vi pasar toda su vida por delante de mis narices y no se lo dije. Sin embargo, creo que no es necesario. Ella lo sabe... yo sé que lo sabe.

Por primera vez en mucho tiempo, soy capaz de entender que esos son pensamientos de Emma Swan y no míos. La miro a los ojos profundamente e intento transmitirle que sí, que tiene razón, que lo sé y que estoy en paz con ello. Acto seguido, la veo abrir mucho los ojos y sus pupilas esmeralda se ensanchan en gran e inesperada sorpresa.

"Joder, Regina" expira. "Casi es como si pudiéramos leernos la mente"

"Eso parece" suspiro, indicando con un gesto de mano a la sheriff que me acompañe a la cocina. "Creo que el vínculo se está volviendo cada vez más fuerte a medida que pasamos tiempo juntas"

"¿Y te parece bien?" pregunta tajantemente. "Me sorprende que estés tan conforme con esto"

"No lo sé, creo que de alguna forma estar en Storybrooke me da esperanzas" me siento sobre la encimera de la cocina, cruzando mis piernas y generando que la mirada de Emma se encienda en fuego. "Aquí hay muchos libros sobre magia, muchos recursos que podemos usar... algo encontraremos para romper este enlace" súbitamente, la rubia presenta un semblante menos pronunciado y algo me dice que no está contenta con mi oración anterior. "Si eso es lo que deseas... por supuesto"

"Bueno... ¿Es lo que quieres tú?"

Genial, la pelota está ahora en mi tejado.

"Me temo que sí" confieso al fin. "Te quiero mucho, Emma, de verdad... pero esta conexión es... es..."

Más allá de Storybrooke [SwanQueen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora