Sombras y luz

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En la penumbra de la Torre de los Titanes, un silencio inquietante reinaba en los pasillos. La luz tenue de la luna se filtraba a través de las ventanas, proyectando sombras largas y distorsionadas en las paredes. Raven estaba sentada en su cuarto, rodeada de sus libros y artefactos místicos, pero su mente estaba lejos de sus estudios. Su corazón estaba lleno de una mezcla de tristeza y confusión que no podía disipar por más que intentara concentrarse en sus prácticas de meditación.

Chico Bestia, o Gar, como ella solía llamarlo, se encontraba en la sala común, pero su habitual energía y entusiasmo habían sido reemplazados por un aire de melancolía. Desde que Raven había comenzado a distanciarse, Gar no había sabido cómo reaccionar. Su naturaleza alegre y despreocupada le hacía difícil entender el mundo interno complicado de Raven, pero su amor por ella era genuino y profundo.

Todo había comenzado unas semanas atrás, cuando Raven había empezado a notar un cambio en sus poderes. Sus habilidades empáticas, normalmente bajo un estricto control, se habían vuelto inestables, haciéndola sentir emociones ajenas con una intensidad abrumadora. Cada vez que se acercaba a Gar, sentía una avalancha de emociones: amor, alegría, pero también inseguridad y miedo. Era como si la cercanía con él amplificara no solo sus propios sentimientos, sino también los de él.

Raven decidió mantener su distancia, creyendo que esto ayudaría a mantener el equilibrio emocional que tanto necesitaba. Pero Gar, al no entender la razón detrás de su comportamiento, comenzó a sentirse rechazado y confundido. Las pocas veces que lograban hablar, las palabras se sentían huecas, como si una barrera invisible se hubiera levantado entre ellos.

Una noche, incapaz de soportar más la tensión, Gar decidió confrontar a Raven. Se dirigió hacia su cuarto, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar, dudó un momento antes de golpear la puerta.

—Raven, ¿podemos hablar? —preguntó, su voz reflejando tanto esperanza como temor.

Raven abrió la puerta, sus ojos violetas mostrando una mezcla de sorpresa y resignación.

—Claro, pasa.

Gar entró y se sentó en una silla frente a ella. Por un momento, ambos permanecieron en silencio, sin saber por dónde empezar.

—No entiendo qué está pasando —dijo finalmente Gar, rompiendo el silencio—. Siento que te estás alejando de mí y no sé por qué. Si hice algo mal, por favor dime qué fue.

Raven suspiró, luchando por encontrar las palabras adecuadas.

—No es tu culpa, Gar. Es algo que tiene que ver conmigo, con mis poderes. Últimamente, he estado sintiendo las emociones de los demás con mucha intensidad, especialmente las tuyas. Es abrumador y me cuesta controlarlo.

Gar la miró, tratando de comprender.

—Pero ¿por qué no me lo dijiste? Podríamos haberlo enfrentado juntos.

—Tenía miedo de que si te lo decía, todo se complicaría aún más. No quiero que mis problemas te afecten.

—Ya me están afectando, Raven. Me duele verte sufrir y no poder hacer nada al respecto. Te amo, y quiero estar contigo, incluso si eso significa enfrentar tus demonios juntos.

Raven sintió una punzada de dolor al escuchar sus palabras. Ella también lo amaba, pero el miedo de perder el control de sus emociones la aterrorizaba.

—Gar, no es tan simple. Mi naturaleza es diferente. Lo que siento puede ser peligroso, para mí y para ti. No quiero lastimarte.

—Prefiero correr el riesgo —insistió Gar, su voz firme—. Prefiero estar a tu lado en los momentos difíciles que estar lejos de ti, sintiéndome inútil.

Raven cerró los ojos, sintiendo las lágrimas acumularse.

—No quiero ser la causa de tu sufrimiento —murmuró—. Tal vez sea mejor que... que tomemos un tiempo separados.

Gar se levantó bruscamente, incapaz de creer lo que estaba escuchando.

—¿Estás terminando conmigo? —preguntó, su voz quebrándose.

Raven abrió los ojos, las lágrimas rodando por sus mejillas.

—No quiero hacerlo, pero no veo otra salida. No hasta que pueda controlar esto.

Gar la miró por un largo momento, su rostro una mezcla de incredulidad y dolor.

—Si eso es lo que quieres... —dijo finalmente, su voz apenas un susurro—. Entonces no tengo más remedio que respetarlo.

Sin otra palabra, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a Raven sola con sus lágrimas y su dolor.

Las semanas que siguieron fueron un tormento para ambos. Gar trató de mantener una fachada de normalidad, participando en las misiones y entrenamientos con el resto del equipo, pero sus ojos carecían de la chispa que solía definirlo. Cada vez que veía a Raven, su corazón se rompía un poco más, pero respetaba su deseo de distancia, esperando que algún día ella pudiera encontrar la paz que necesitaba.

Raven, por su parte, se sumergió en sus estudios y meditaciones, tratando desesperadamente de recuperar el control sobre sus poderes. Pero cada intento parecía inútil. Las emociones seguían fluyendo incontrolablemente, y la ausencia de Gar solo hacía que su corazón se sintiera más vacío y dolorido.

Una noche, mientras meditaba en su habitación, Raven tuvo una visión. Se vio a sí misma, sola y envuelta en oscuridad, mientras las sombras de sus miedos y dudas la consumían. Pero entonces, una luz verde apareció en la distancia, brillando con una calidez que disipaba la oscuridad. Sabía, sin necesidad de explicación, que esa luz era Gar, su amor por él.

Al despertar de la visión, Raven sintió una claridad que no había tenido en semanas. Comprendió que el verdadero peligro no residía en sus poderes, sino en su miedo a enfrentar sus emociones. Al alejarse de Gar, no estaba protegiéndolo, sino privándose a sí misma de la única persona que podía ayudarla a encontrar un equilibrio.

Determinada, salió de su habitación y se dirigió a la sala común, donde sabía que Gar solía pasar las noches viendo televisión. Al entrar, lo encontró sentado en el sofá, mirando fijamente la pantalla pero claramente ausente.

—Gar —dijo suavemente, su voz rompiendo el silencio de la sala.

Él giró la cabeza, sorprendido de verla allí. Por un momento, ninguna palabra fue necesaria. Raven se acercó y se sentó a su lado, tomando su mano.

—He sido una tonta —admitió, sus ojos llenos de lágrimas—. Te alejé porque tenía miedo, pero me di cuenta de que sin ti, no puedo encontrar la paz que busco.

Gar apretó su mano, sus ojos también llenos de emoción.

—Raven, siempre he estado aquí para ti. Juntos, podemos enfrentar cualquier cosa.

Raven asintió, sintiendo una calidez en su corazón que no había sentido en mucho tiempo. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero con Gar a su lado, estaba dispuesta a enfrentarlo. En ese momento, comprendió que el amor verdadero no se trata de evitar el dolor, sino de enfrentarlo juntos, encontrando fortaleza en la vulnerabilidad compartida.

Y así, en la penumbra de la noche, mientras la luz de la luna los bañaba, Raven y Gar se abrazaron, dejando que sus corazones se unieran una vez más, listos para enfrentar los desafíos del futuro, juntos.

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