"LAS CHICAS DE LA IGLESIA"

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Capitulo 3

Al día siguiente por la mañana, Alexander y Elias salieron con sus bicicletas hacia la biblioteca. Las grandes puertas con bordes de bronce y plata estaban abiertas, invitándolos a entrar. Dejaron sus mochilas en unos estantes y llevaron solo su carpeta con la información recolectada.

Doblaron en uno de los pasillos llenos de libros que contaban la historia de su país y su pueblo. Había alrededor de 200 libros de historia y relatos de campesinos y personas importantes que alguna vez pisaron el colorido pueblo.

—¿Hay algo sobre la inundación? —preguntó Elias.

—Nada, solo sectores agropecuarios, tecnología belga, animales nacionales, el pueblo en el siglo XX —contestó Alexander.

—Espera, dame el último —dijo Elias—. "El pueblo en el siglo XX" —releyó Elias.

—Son cien años de historia, nunca la encontraremos —se quejó Alexander.

—¿Qué dices? Ya la encontré. Para algo sirven las primeras tres páginas, bobo —dijo Elias en tono burlón.

—Por eso eres mi novio, por tu inteligencia —dijo Alexander mientras lo abrazaba por la espalda.

—Claro, claro, ahora ayúdame a buscar. Esta información nos servirá para adelantarnos semanas de estudio.

—Bueno —dijo Alexander abriendo la carpeta—. Tenemos fechas y nombres, pero no aparecen en nada.

—Debe haber algo sobre la inundación... Espera, mira: "Inundación y la última novia" —leyó Elias entusiasmado.

—Vamos, ¿qué dice?

—"En el año 1998, el 19 de diciembre, se realizaba una boda costosa de la tiradora de arco olímpica Vivi Ghutry y su pareja mujer, Margaret Kiuthgu. La polémica boda fue en la iglesia 'El Ángel Blanco', la cual terminó siendo arrasada por las fuertes lluvias mientras la boda transcurría. Algunos dicen que la boda fue una maldición y burla para Dios, ya que con eso el pueblo fue maldito y pasó la tragedia del 20 de diciembre, donde una ola de agua de 6 metros tapó por completo casi todo el pueblo, teniendo que evacuar a más de 2,987 personas. Hubo 78 fallecidos y más de 4,097 desaparecidos entre los escombros. La reconstrucción del pueblo tardó 20 años en completarse. Nunca se encontró el cuerpo de las novias, quienes fueron consideradas malditas por el diablo, tanto por su burla como por su orientación sexual" —Elias dio un respiro y miró a Alexander.

—Esto es increíble —dijo Alexander, sus ojos brillando con emoción—. Es mucho más de lo que esperábamos encontrar.

—Sí, pero es triste también. La forma en que fueron tratadas, la tragedia... —Elias bajó la mirada.

—Lo sé, pero el mundo ya no es así —dijo Alexander mientras acariciaba el pelo de Elias—. Yo daría todo por ponerte un anillo de bodas.

—Bueno ya, sabes que no me gusta cuando te pones cursi —contestó Elias acomodándose el pelo.

Alexander solo sonrió. Luego, metieron los libros en su lugar y devolvieron los que Alexander había tenido semanas sin regresar.

—Estos libros vencieron hace días, ¿qué hicieron que no los traían? —dijo la bibliotecaria.

—Me olvidé, pero juro que no volverá a pasar —exclamó Alexander.

—Está bien... ¿Van a llevar ese? —señalando el que habían leído.

—Sí, ese y quería actualizar este otro —contestó Elias mientras pasaba el libro "Las amistades particulares".

Después de hacer todo el papeleo, salieron de la biblioteca a toda velocidad hacia la casa de Alexander. Su familia ya se había ido a trabajar y su hermanita estaba viendo televisión en la sala.

—Mamá te dejó bizcochitos en el horno. Cómetelos o me los como yo —dijo de manera hipócrita su hermanita.

—Obviamente me los comeré, duh —contestó Alexander.

—Te los vas a comer como te comes a tu novio —dijo su hermana sacándole la lengua.

—Callate y ve tus dibujos, nenita.

—¡No me digas así! —dijo su hermana enojada.

Alexander y Elias subieron riendo por las escaleras hacia la habitación de Alexander. Abrieron el libro y comenzaron a formar su proyecto de investigación. "Las novias del diablo" se titulaba su trabajo práctico.

Las horas pasaban y ellos seguían copiando y dibujando en cartulina. Los papás de Alexander llamaron para comer, y ahí se dieron cuenta del salto del tiempo.

—Ya es mediodía —dijo Elias sorprendido.

—Ya son más de las tres de la tarde. Mis papás llegan al mediodía —contestó Alexander.

—¿Qué hicimos en esas siete horas?

—Supongo que... ¿media cartulina? —dijo Alexander asustado—. Imposible, juro que hicimos más.

—Debe ser que nos dormimos un rato, pero nos quedan como 19 días. Vayamos a comer que me muero de hambre —contestó Elias agarrándose el estómago.

—Vamos.

Cuando bajaron, la mesa ya estaba servida. La hermana de Alexander ya estaba devorando todo, su papá también, y su mamá servía los platos de Elias y Alexander.

—Hola, papás de Alexander —dijo Elias.

—Hola, yerno —dijo el papá de Alexander sorprendentemente.

—¿Qué? —dijo Alexander sorprendido.

—Él nos llama suegros.

—Solo era jugando —dijo Elias con vergüenza.

—Igual no nos molesta —contestó la mamá de Alexander con una sonrisa.

—Mmm, veo que hiciste albóndigas —agregó Alexander.

—Sí, no me dio el tiempo de hacer algo más. El trabajo me quitó toda la mañana —dijo su mamá, sentándose a la mesa.

La comida transcurrió entre risas y conversaciones animadas. Elias y Alexander después de la intensa mañana de investigación. Las albóndigas eran deliciosas, y el ambiente en la casa era cálido y acogedor.

—¿Y cómo va el proyecto? —preguntó el papá de Alexander.

—Va muy bien. Encontramos información valiosa sobre la inundación y la boda en la iglesia —dijo Elias.

—Es una historia muy interesante, aunque un poco triste —agregó Alexander.

—Lo importante es que aprueben —dijo la mamá de Alexander con orgullo.

—Sí, y nos estamos apresurando, ya casi terminamos —respondió Elias con una sonrisa.

Después de comer, los chicos volvieron a la habitación de Alexander.

—Deberíamos ordenar esto. En dos horas tenemos que prepararnos para la fiesta de tu ex —dijo Alexander, un poco enojado.

—No me gusta que le digas mi ex, suena raro —respondió Elias mientras levantaba los restos de papel del suelo.

—Bueno, pero de igual forma hay que ir.

—Podemos no ir —agregó Elias—. Prefiero quedarme viendo películas contigo. —Una sonrisa provocativa salió de su rostro.

—Sé por dónde va la cosa —contestó Alexander—. Pero tenemos que ir. Va a ir todo el pueblo, y si no vamos, vamos a quedar como los raritos antisociales que investigan sobre la vida de dos lesbianas.

—Ash, te complicas la vida demasiado, amor —dijo Elias.

—¿Me llamaste... amor? —contestó Alexander, sorprendido y alegre.

—No solo tú me puedes llamar así.

—Ajá, espero que siempre seas así —dijo Alexander.

—No te acostumbres, no me gusta usar esos pronombres —respondió Elias.

Después de levantar cada papel y utensilio de la habitación, los dos se acostaron en la cama de Alexander, cansados y pensando en qué se iban a poner para la fiesta. Elias no tenía ganas de ir, pero Alexander insistía, y todas las discusiones siempre las ganaba él.

Young Heart: Lovers Donde viven las historias. Descúbrelo ahora