Mactzil
De vuelta en el pasillo, pasé junto a la lavandería y noté la puerta del techo al final de unos escalones. Sin pensarlo dos veces, decidí subir. Al llegar arriba, la brisa me recibió con un abrazo fresco, más fuerte que antes, haciendo que mi cabello danzara a su ritmo. El sol amenazaba con ocultarse a la distancia.
Buscando un lugar para disfrutar de la soledad, encontré un tambo y lo usé como silla. Me senté, apoyando mi espalda contra la pared de la casilla, y cerré los ojos por un instante. Deje que la brisa se llevara mi mente para al menos por un momento escaparme.
Solo por un momento me olvido de lo que escuche hoy, de los problemas a los que no tengo respuesta para así después seguir buscando.
Me sumergí en mi imaginación, nadaba en las tranquilas aguas del lago Petén Itzá, lejos de las preocupaciones de abandonar mi hogar, lejos de la presencia de familiares desagradables, lejos de la amenaza de los rajawales. Era solo yo y el agua, en perfecta armonía. La imagen se volvió tan vívida que por un momento parecía real, pero pronto se desvaneció, dejándome con una sensación de lejanía.
Mi hogar no había desaparecido, seguía ahí, pero me preguntaba si alguna vez regresaría en un futuro cercano. El sonido de pasos subiendo las escaleras me sacó de mis pensamientos
Por la puerta de las escaleras salió Santi.
-Qué onda, ¿qué haces?-preguntó Santi
-no mas aqui disfrutando del sol-respondí- ¿y tu a que subiste?
-Resulta que el aire acondicionado no sirve y la abuela guardó los ventiladores aquí- explico sacando las llaves de la casilla.
Santi abrió la puerta de la casilla, yo lo seguí por detrás. Aunque pasó bastante tiempo desde que vi el interior de la casilla no se veía muy diferente aunque parecía más pequeño de lo que recordava. Santi hurgo entre las cosas, lo ayude a mover algunas cajas para alcanzar los ventiladores. Santiago intentó sacar un ventilador grande sin mucho éxito, así que juntos hicimos fuerza y logramos sacar el ventilador pero en el proceso provocando que otras cosas cayeran, espero no se haya roto nada.
-ay - Santi intentó ordenar un poco las cajas pero había tan poco espacio que no se podían acomodar nada.
-dejalo a si en otro momento lo arreglamos- le dije .
Santi salió con el ventilador pero me miró al ver que no lo seguía.
-¿vas a bajar?
-no, estaré aquí un rato más, déjame las llaves.
Santi asintió y se fue. Estaba aburrida y no sabia que mas hacer, eran vacaciones y no entraría al nuevo colegio hasta después de fin de año hasta entonces tenía bastante tiempo libre para hacer lo que sea. Mirando alrededor reconocí la silueta tapada de cierto objeto, quité la manta sin tomar en cuenta el lugar donde estaba puesto, el espejo se inclinó y cayó sobre mi.
-!Ah!- logré sostener el espejo pero por la fuerza sentí que la herida de mi mano se abrió. Acomode el espejo y me revise la mano, me había salido bastante sangre- argh.
Miré al espejo dándome cuenta que lo había manchado con mi sangre, maldije entre dientes y agarré la sábana para limpiarlo, pero cuando mi reflejo apareció en la superficie pulida, algo extraño sucedió. Solo veía la mitad de mi rostro. Al moverme, la otra mitad de mi rostro se difumino, cubriéndose por manchas y se hizo más pequeño. Parpadeé con desconcierto, preguntándome si mis ojos me engañaban. Antes de que pudiera comprender lo que sucedía, algo saltó sobre mí.
-AAAH!- caí sobre mi espalda. Sea lo que fuera salto de caja en caja hasta subir a lo alto de un mueble. Miré con asombro a la criatura, mi mirada pasó del espejo a la criatura de nuevo,salió directamente del espejo, no no no deplano vi mal.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta en qué momento la criatura se bajó del mueble hasta que lo vi en frente mio, me pare de un salto sobresaltando al animal pero no se alejo, era un felino de colores pardos, con manchas redondas y franjas horizontales en colores oscuros rojizos, con la peculiaridad de tener un par de cuernos pequeños en su cabeza, sus ojos, la córnea era de un morado vibrante y la iris era de un color dorado, tenía un par de alas parecidas a las de una guacamaya, al final de su cola tenía un par de plumas.
Miraba cada detalle del, ¿ocelote?, ¿esfinge?, lo que fuera, no creía que fuera real. El felino se me acercó más mirándome con cuidado examinando con la mirada cada parte de mi, podía ver curiosidad en su mirada, no parecía tener ninguna intención de atacar. Me agaché lentamente esperando no espantarlo y que huyera por la puerta, acerque mi mano para intentar tocarlo, al principio retrocedió pero luego de darle una olfateada a mi mano se dejó acariciar, su pelaje se sentía suave al tacto.
-oh Dioses eres real- dije entre risas nerviosas.
-a si es
El aire me abandono por la impresión, hablo.
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dibujo del momento
Fuera de escena:
La gracia de tener ventilador
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Espejo de Obsidiana
FantasíaMactzil creció sumergido en un mundo de mitos y leyendas, donde las historias de su padre danzaban en su mente como estrellas brillantes en la noche. Cada relato lo hacía sentir que era capaz de lo imposible. Su corazón ardía con un deseo inquebrant...