Fan anónimo

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Señorita Hermione.

No sé cómo ocurrió ni cuando, pero cada vez que te veo pierdo la cordura. Me gustan tus ojos, cada vez que observas un libro, o cuando frunces tus cejas al no entender algo. Tus dientes eran algo de lo que no deberías haberte avergonzado, eran perfectos, pero no me quejo, te ves linda de cualquier manera. Quizás no sea bien visto hablarte por mi casa y estatus de sangre, pero me importa una mierda.
Traicionaria las creencias de los demás, solo por ti.
Y abandonaría el árbol genealógico de mi hogar, solo por estar contigo..

Estoy a tus pies, Hermione.
Atte: A.K

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Leyó cada palabra de la carta con precaución y con pequeñas pausas. ¿Quién lo había escrito?
Dobló la carta, la guardó nuevamente en su bolso y se dirigió hacía el Gran Comedor. Se sentó junto a Harry, Ron y Ginny en la mesa de Gryffindor y miró a Ginny pidiendo ayuda.

— ¿Ocurrió algo? — artículo la pelirroja después de algunos minutos.

— Necesito tu ayuda — Hermione se acercó a Ginny y le susurró en el oído. —, alguien me escribió una carta.

— ¡¿En serio?! — exclamó con alegría, provocando que Harry y Ron se voltearan hacía ellas. — Que miran, metiches.

Harry se volteó inmediatamente a observar a un grupo de Slytherins que desayunaban tranquilos. Ron simplemente miro a su hermana con asco y volvió a comer sin prestarle atención a Harry.

— ¿Tienes idea de quién fue? — Murmuró Ginny mientras movía su cabeza buscando al chico anónimo.

— No lo sé, ¿y si se equivocó de bolso? — al soltar las palabras, la pelirroja la miró con incredulidad.

— ¿Bromeas? ¿Quién se equivocaría de bolso al escribir una carta de amor?

Hermione suspiró y comenzó a desayunar, bajo la mirada de una Slytherin.

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— Deja de babear, chica. Da asquito. — gruño Pansy mientras miraba a Aliyah mantener su mirada en la Gryffindor.

— Cállate, arruinas el momento.

Pansy alzó una ceja y miró a la mesa de Gryffindor.

— Pues a la única persona que veo mirándonos es a...¿Potter? — Aliyah salió de su trance y observo al pelinegro observarlos atentamente.

— Está observando a Draco. — indicó la pelinegra mientras miraba la pelea de miradas del rubio y el pelinegro. — Su obsesión es mucha, podría afirmar que se gustan.

Pansy soltó una carcajada y asintió.

— Pues a mí me recuerda a alguien. — Theo murmuró mientras mordía su pan con mermelada.

Aliyah lo amenazó con la mirada y Theo simplemente alzó los hombros mientras disfrutaba de su desayuno.

— ¿Qué clase nos toca? — preguntó Aliyah mientras rezaba por no tener clases con aquella mujer sapo insoportable.

— Con Umbridge.

Aliyah se dejó caer en la mesa.

— Una mierda.

— Sí, una completa mierda. — admitió Pansy mientras mordía su manzana.

Lo que faltaba, clases con la señora sapa.

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El grupo de serpientes caminaban con aburrimiento y estaban verdaderamente agotados.

Las cartas de ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora