Capítulo 10

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-¿Cómo qué me infiltraré?

-Bailarina, te va bien, por eso -le corté a media frase. Eso si que no lo quería hacer, me negaba rotundamente.

-¿¡En qué demonios estas pensado Christoffer!? -digo exaltada.

-Fiorella te conviene, necesitas auto, una moto nueva y dinero extra, recuerda que ya no vives conmigo- grité entre dientes molesta, pero termine asentir -, a y otra cosa, empiezas hoy a las siete.

***

-Diego, cállate -le dije molesta ya de sus juegos idiotas.

-Te ves bien, solo que tu eres mi pequeña malvada, y aparte estas castaña, te luce -lo mire con el ceño fruncido. Sus ocurrencias me hacían reír, siempre, solo que en ese momento estaba tan preocupada y cagada que no pensaba con claridad.

-Eres algo menor que yo, recuerdas enano pervertido -se rió mirandome con cariño.

-Hoy todos nos vamos de viaje a Moscú, Fiorella, cuídate por lo que más quieras, y cualquier cosa llámame, yo te contesto sea la hora que sea -asentí, me abraza pero me tense, él sabía que lo hacía en reflejo, no por odiosidad o algo así.

Al ver el lugar por fuera, se veía súper lujoso, es raro que este sitió tenga bailarinas, entré y el olor a cigarrillo se hizo presente, y siento ansiedad, pero me negué, llevaba dos años limpia.

Una chica pelirroja, se acerca -: ¿Necesitas algo? -me preguntó de forma educada, yo asentí dándole mi mejor sonrisa falsa. Me sentía como una maldita hipócrita.

-He venido a bailar, me llamo Viviana, un placer- extendí mi manual para estrechar la suya y así lo hizo.

-Bueno, castaña, el escenario es todo tuyo -dijo con una sonrisa.

Me acerque, las luces están apagadas, la música comienza, y las luces se encienden y el baile comienza.

Comence a bajar del escenario y le bailé a uno que otro cliente, para hacer el baile más interactivo y poder acercarme al dueño que era un hombre mayor, de ojos azules casi transparentes.

Al verlo me le acerqué y le bailé un poco y la música termina, y le guiñé el ojo, él me toma por la cintura lo que me causa repulsión y poza su mano en mi trasero y lo aprieta sin escrúpulo alguno-: Quisiera saber tu nombre lindura -dijo con una sonrisa tan asquerosa que me daba arcadas.

-Viviana, y usted jefe ¿cómo se llama?- dije y con las manos temblorosas le aflojé la corbata, pero lo disimule con la rapidez de mis movimientos.

-Jefferson Urbani -dijo él de manera arrogante. Entendí porque Chris me dijo que robáramos aquí, él era el tío de Mario.





Estábamos en mueble de su oficina hablando de mi "sueldo", pero lo que hacía era subir y bajar su mano por mis piernas.

-Entonces tres mil es tu precio Viviana -dijo otra vez con esa maldita sonrisa, quise replicar pero se lanzó encima de mi y me comienza a besar pero yo no correspondo ese beso.

-Vas a gozar conmigo esta noche, lindura -rompió mi blusa y me empezó a besar el torso y los pechos, trato de golpearlo pero me tiene atrapada.

Pasaba sus manos por todo mi cuerpo, pero al llegar a mi zona íntima, lo cual,me hizo morar a llorar de miedo.

Y los recuerdos se avecinaron...

«-Suéltame Mario -le escupo pero eso no le importa, rompe mi ropa-, por favor, no lo hagas - él ríe amargamente.

Rompe mis bragas y sin mucho pensarlo se introduce dentro de mi, yo gritaba y gritaba y nadie escucho»

Cuando se estaba quitando los pantalones y ya casi me habia desnudado por completo, sonó la puerta, y él la abrió, sin pantalones y todo, era la pelirroja que me atendió -Señor, los clientes de Roma, están afuera, están apostando treinta mil por cabeza -él sonrió y se colocó los pantalones. Pero antes de salir para en seco.

Amor Mortal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora