Capítulo 11

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-Una pregunta-dije curiosa -, ¿Donde dormiré?

-Pues conmigo... -dijo como si fuera lo más obvio de mundo.

Negué produciendo un sonido de desaprobación con la lengua -: ¿Cómo pretendes que duerma contigo? Tú eres Alesandro y yo Fiorella ¿Lo entiendes?

-No, no, lo lamento pero no capto tu idea Fiorella -dijo confundido. Me dí un golpe en la frente. Es que no lo entiende.

-A ver...-suspiré pesadamente - Tú eres un hombre, yo una mujer, salimos,,o sea aún no es lo correcto -él frunció el ceño. Lo había entendido.

-Mira Ducati, yo podré ser lo que quieras, pero te tengo respeto, y yo no te podré un solo dedo encima sin que quieras. Aunque si quieres yo -fue interrumpido por un trueno a lo que yo di un respingón. El terror que les tenía era nato, algo extraño -Yo me voy -terminó de decir.

-No, no, no, quédate aquí conmigo, no hay problema-dije tratando de disimular el miedo.

-Esta bien, ¿quieres dormir? -asentí y bostece.





Oí el sonido de algo al romperse, miré a mi lado y Alesandro no estaba ahí.

Mierda, pensé.

Bajé corriendo las escaleras, tratando de encender una luz pero no encendía, se fue la luz. Busqué a tientas mi bolso y saque mi teléfono y puse la linterna.

-¿Alesandro, donde estas? -pregunté gritando, ya que no sabia donde esta.

-En la cocina- oígo su respuesta y me alivio al instante.

Me acerqué y comencé a iluminar y lo ví levantarse del suelo.

-¿Qué demonios paso?-dije preocupada.

-Vine a tomar agua y se me cayó el vaso, siento el despertarte pequeña - su voz se oía algo ronca, una sola teoría Cuzco mi mnor, pero me negué rotundamente a creerla en ese momento, cuando se levantó ví un trozo de vidrio en su espalda enterrado.

-Alesandro hay que curarte estas sangrando de la espalda, y de la mano-dije más preocupada aun.

-No tranquila eso se cierra solo- me sonrió intentando tranquilizarme.

-Calla y sube que ya esta empezando a amanecer, hay que curarte -dije seria.

Al llegar a la habitación, entré en el baño y busque lo necesitaba. Coloque una toalla en la cama y él ntro al cuarto y se quitó la camisa, pero gruñó al hacerlo como disgustado.

-Recuéstate -miré por la ventana y ya se veía el alba.

Comencé a sacar los trozos pequeños, pero falta el más grande y profundo.

-Cuéntame algo Alesandro, si Mario es tan poco precavido al andar por las calles ¿cómo no lo han atrapado? -dije tratando de distraerlo. Yo sabía porque, Mario tenía comprado al gobierno, al igual que nosotros.

-Pues, no lo se ya que, mierda... -saqué trozo sin darle tiempo de pensar -Maldición, ¿estás contenta? -negue , y comencé detallar su espalda, tenía tatuajes muy lindos, pero había uno en particular que me llamaba la atención, era un camino que iba hacia unos árboles o un bosque.

-Un bosque, es lindo -dije tocándole la espalda a lo que él se tensó y se volteó.

-Gracias, pequeña— respondió sonriéndome incomodo,

Terminé de curarle e iba bajar para limpiar el desorden del vaso roto, cuando Alesandro me haló del brazo y me besó, ese fue diferente, fue tierno.

Amor Mortal ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora