El corte en el abdomen de Ian no era nada alarmante pero Jax puso el grito en el cielo, hasta el punto de golpear a uno de los hombres del Tuerto por semejante irresponsabilidad. El oficial aún convaleciente, tuvo que intervenir evitando una pelea entre su guardespaldas y el hombre de piel oscura que lo acompañó de vuelta a la casa de renta después del atentado.
César no parecía tan sorprendido al verlo con la camisa cubierta de sangre. Ese detalle, Jax no lo pasó por alto igualmente. Ambos, sospechaban del mismo tipo por su extraño comportamiento en los últimos días.
El ruso que lo había atacado, esperaba pacientemente en la fila del bar el momento preciso para atacar. Al ver salir a La Araña del establecimiento, se abalanzó contra El Tuerto para llegar hacia el criminal.
El roce fue leve, apenas un arañazo comparado con las heridas de su socio con tal de mantenerlo fuera de peligro. Estaba en deuda con aquel intrépido tipo, por haberlo salvado de una muerte segura.
Tenía el corazón todavía latiéndole nervioso en el pecho. No estaba seguro ni siquiera en aquella maldita ciudad. Los enemigos de su hermano, podían estar ocultos en cualquier rincón de La Habana vigilando cada uno de sus movimientos.
Bajo aquel techo, se encontraba el más peligroso de todos ellos. César López debía estar implicado en aquel atentado. Era casi imposible que los rusos, sin tener información precisa sobre su paradero, pudieran atacarlo directamente.
—¿Y el tipo?—Preguntó Jax, comprobando la herida de su abdomen.
La Araña contuvo un gemido de dolor, cuando el médico de su organización, el mismo que había atendido a Eileen, apartó al oficial de la Interpol para revisar él mismo la herida. No era tan profunda, pero si lo suficiente para necesitar algunos puntos superficiales.
—Escapó...—Tuvo que admitir El Tuerto, mientras el médico terminaba de suturar la herida de Ramírez para concentrarse en el hombre de piel morena—. Apuñaló a dos de mis hombres y se dio a la fuga. Al parecer estaba enterado de todo el itinerario del jefe. Sabía la hora precisa de su salida del bar. ¡Hay que encontrar a la rata! ¡Esto no se va a quedar así!
—Calma, tenemos que ser más inteligentes...—Murmuró Ian, manteniéndose calmado. César estaba en silencio, escondido en un rincón de la habitación sin dar su opinión sobre el asunto. Jax, dio un golpe en la pared furioso y salió de la habitación encolerizado—. Quiero que con tres de tus mejores hombres te quedes conmigo como escoltas, Tuerto. También, voy a cambiar de residencia. Deben estar vigilándonos. Tenemos que ser precavidos.
—Lo que usted diga es orden, jefe...—Manifestó El Tuerto.
El médico terminó de atenderlo y La Araña los dejó en buenas manos. Ordenó que al personal de la casa de renta que prepararan las mejores habitaciones para el moreno y su gente. Ya no confiaba en el personal de César para protegerlo. Debía hacerse con su propia escolta y mantener a Jax en todo momento a su lado.
En menos de una semana se suponía que regresara a Estados Unidos, mientras que Jones continuaba en Cuba hasta su próxima visita. Abrió la puerta de su habitación y lentamente avanzó hasta la cómoda cama que lo esperaba anhelante. Cuando iba a recostrarse entre las almohadas, Jax entró en el cuarto sujetando su laptop. Si esperaba que las malas noticias terminaran con su intento de asesinato, estaba equivocado.
—Estamos en problemas...—Manifestó Jax, sentándose a su lado con la computadora. Puso a reproducir una noticia emitida por el canal de noticias de Miami.
El titular decía: "El FBI tiene pruebas que incriminan a Ian Ramírez, más conocido como La Araña, en el tráfico de drogas. Se emite una orden de arrastro en su contra"
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90 Millas
RomanceLa vida de Alan está por cambiar cuando el reencuentro con su hermano amenaza con arrebatarle todo aquello por lo cual se ha sacrificado. Cumpliendo con la promesa que le hizo a su madre, acepta una misión arriesgada de la Interpol. Ahora, ya no es...