Capítulo 6: Un espía en el negocio

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El comedor estaba mortalmente en silencio. César y Jax, le dedicaban a Ian miradas escurridizas, evidenciando su preocupación. Esa mañana, La Araña no había pronunciado palabra alguna. Se mantenía callado, inmerso en sus pensamientos. Apenas, el chico había tocado el desayuno y sus ojeras mostraban su insomnio.

Desde que se fingía ser su hermano, estaba faltando a cada uno de los valores inculcados en la escuela de policía. Sin embargo, no podía fallar sabiendo que todo su sacrificio hasta ese momento sería en vano.

—¿Cuánto es la deuda que tenemos con Eileen por la venta de la droga?—Preguntó Ian, carraseando. Su voz era ligeramente más dulce que la de su hermano. Únicamente así, por la suavidad de sus palabras, su madre podía diferenciarlos—. ¿Cuánto falta por vender, César?

—Una cantidad considerable...—Murmuró el amigo de La Araña, apartando el desayuno para concentrarse en la plática.

—¿Cuándo van a descubrir quien es la rata que tenemos dentro?—Ordenó el criminal, dando un ligero golpe en la mesa. Las cicatrices de Eileen volvieron a su mente. La chica, estaba en peligro. Tarde o temprano, su padre iba a perder nuevamente los estribos—. Tengo una idea en mente, pero primero necesito saber quien mierda nos está dichavando.

—Me encargaré yo...—Se ofreció Jax. César iba a protestar pero al ver el asentimiento de su jefe mordió su lengua—. Seré bien discreto, no se preocupen.

—¿Qué tienes en mente?—Preguntó el contador con algo de desconfianza.

Todas las ideas de Ian, siempre terminaban en un baño de sangre. Alan por su parte, era más inteligente y menos propenso a la violencia. O eso, intentaba aparentar.

—Saldaremos la deuda que tenemos con Eileen...—Determinó, ganándose una exclamación de protesta por parte de ambos hombres. Jax, se apresuró por adverirle. Se trataba de una decisión arriesgada, una que podía dejarlo en la quiebra—. Sé lo que vas a decirme, Jones. Lo he pensando y es la mejor opción. Sin Eileen en el negocio perderemos el doble o el tripe. Sólo es cuestión de tiempo. Prefiero arriesgarme ahora que cuando tengamos la soga al cuello.

—Es buena idea...—Argumentó el contador rascando su barbilla pensativo, donde crecía una incipiente barba. Jax, era el único que se oponía a aquella aberrante idea—. No es secreto que Eileen, tiene cierta debilidad por ti. Con un buen plan, puedes ponerla nuevamente de tu lado. Es preciso que esta vez, la seduzcas si es preciso.

—No pienso jugar con sus sentimientos...—Sentenció el oficial, enrojeciendo por el lujurioso y malévolo comentario.

—César tiene razón... Puedes seducirla, al menos tentarla con el dinero, mientras esperamos saldar la cuenta—Propuso Jax, simpatizando por primera vez con alguien de la organización criminal de La Araña.

—¿Me piden que la utilice? ¿Así sin más?—Se carcajeó nervioso Alan, mostrándose inseguro.

—¿Desde cuando te ha importado Eileen, Ian?—Preguntó César, arrugando su entrecejo. 

«Desde que vi sus cicatrices», pensó cobardemente sin decir una palabra. «Desde que supe que su padre la golpeaba»

—No se va a conformar con el dinero solamente. Las mujeres son caprichosas y Eileen, aún más—Los convenció el guardespaldas de La Araña, tergiversando el plan inicial. Alan se derrumbó en su asiento, haciendo una mueca de desagrado—. Para obtener resultados, a veces hay que hacer grandes sacrificios.

—Lo sé, imbécil...—Respondió el chico convertido en Ian nuevamente. Jax soltó una risotada que César, algo más cohibido, imitó—. Bien, ustedes ganas. Prepárate, Jax. Vamos al club de Eileen con el dinero y hablar.

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