Los ojos de todos los presentes estaban en ese momento concentrados en Tom, Gustav y otros muchachos, los cuales se habían reunido en la esquina de la calle y hablaban entre ellos mostrando expresiones serias. El grupo de Green Porter también se enfrascó en una tensa charla.—No te preocupes, ese Porsche tiene prácticamente el mismo nivel de aceleración por segundo que tu Mercedes. —indicó Georg.
—Sí, maldita sea, pero dijiste que lo importante era la potencia, ¡y sus caballos casi redoblan a los míos! —repuso Green, evidenciando su molestia.
Kim tomó con suavidad el codo de Lila, llamando su atención e hizo un gesto con su cabeza, señalando la multitud esparcida al costado del camino. La incitó a caminar con ella en esa dirección.
—Vámonos antes de que esto empeore. —sugirió, aunque parecía estar divirtiéndose con la situación.
Se apartaron al borde del punto de salida, donde se encontraba ubicada una joven con un porte similar al de Kim.
—Lila, ella es Kylie, la chica de Georg. —presentó. —Kylie, ella es Lila la... amiga de Green. —titubeó al final.
Kylie enarcó una de sus cejas maquilladas, mirando a ambas muchachas con intriga. Todos los que pertenecían a aquel ámbito, sabían que Kim tenía un tipo de obsesión con Green. De hecho, sus celos tóxicos la habían llevado a lograr ser la chica exclusiva de aquel talentoso corredor y hacer desaparecer a sus demás conquistas. Que de repente apareciera una amiga del chico y Kim lo aprobara era demasiado extraño.
—Amiga de Green, ¿eh? —Kylie finalmente ofreció su mano a Lila para que esta la estrechara. —¿Es tu primera vez en las carreras?
—Sí. Se podría decir que estoy perdiendo mi virginidad en lo que se refiere a carreras clandestinas. —bromeó la joven, haciendo estallar en carcajadas a sus dos compañeras.
—Bueno, esto es sencillo... —comenzó a explicar Kylie. —Hay diferentes formas de correr. Usualmente primero se enfrentan miembros del mismo grupo y luego corren contra los pilotos del contrario. Los ganadores de esa segunda ronda compiten al final de la noche, pueden ser del mismo equipo o no. Todas las carreras, excepto la final, están planificadas con anterioridad. Este mes mi hombre va a correr contra Kaulitz. —concluyó, sonando orgullosa.
—Pareces emocionada por eso. —observó Lila, con curiosidad. —¿Tom Kaulitz es bueno?
Kim y Kylie volvieron a reír, aunque esa vez Lila no entendió el motivo.
—¡Lila! Tom Kaulitz es el mejor piloto de Mahogany... Al menos en el ambiente ilegal. —informó Kim.
—El único al que Green jamás a logrado vencer... Claro, supongo que él no te diría eso. —aportó Kylie.
El barullo que comenzó a oírse de repente hizo que las chicas llevarán su atención a la calle. Pronto la carrera dio comienzo.
El corazón de Lila trabajaba con la misma fuerza que aquellos motores. Sus latidos estaban desbocados y sentía la pasión adueñarse de su sangre mientras los coches aceleraban en la carretera. El público ubicado en el punto de salida lograba verlos solo cinco minutos hasta que sus focos traseros se perdían en la oscuridad yendo hacia el norte. Sin embargo, siempre volvían al cabo de otros cinco minutos.
Los jóvenes que pasaban recogiendo el dinero de las apuestas, iban y venían entre la multitud. Lila metió varios dólares en el recipiente que representaba a su hermano, y se llenó de orgullo cuando los silbidos de apoyo se dirigían a este tras tomar el volante.
Al principio compitieron entre los miembros de los mismos bandos, tal como Kylie le había advertido. Green venció sin inconvenientes a Georg y a sus otros dos amigos, así como Tom lo hizo con Gustav y compañía. A ambos les fue otorgado dinero como premio por ganar la primera ronda.
Los pilotos se posicionaron para empezar a correr entre grupos rivales. Green estaba acercándose hacia un desconocido cuando Gustav detuvo el ajetreo.
—Quiero ir contra Georg hoy. —anunció serio.
Las expresiones de confusión y sorpresa resaltaban entre los rostros de los espectadores.
—¡Por mí está bien! —respondió Georg desafiante.
Green se colocó en medio del pavimento. Enseguida, Tom avanzó hasta quedar frente a él. Los chicos intercambiaron una intensa mirada, que emanaba invisibles pero potentes emociones negativas. Y la tensión era tal que el silencio se hizo presente aún por sobre la enorme cantidad de personas.
—¿En serio? ¿Quieres correr conmigo Kaulitz? ¿Me extrañabas? —la rabia brotaba de la lengua de Green junto con esas palabras.
—¿Qué mejor medio para alimentar mi ego que un rival tan mediocre como tú, Porter? —lo denigró el otro.
—Sube a tu juguetito y veremos que pasa. Voy a bañarme en dinero está noche. —escupió Green.
Tom negó con al cabeza y dió un paso atrás, tomando distancia de él.
—He perdido la cuenta de cuántas veces hemos corrido el uno contra el otro, pero sé que te he vencido en todas esas ocasiones. —apuntó el de trenzas. —Sin embargo, veo que estás muy seguro hoy, ¿no es así? Entonces, ¿por qué no dejamos el dinero para la tercera ronda y arrancamos solo tu y yo ahora? —lo retó.
Los músculos de Green comenzaron a temblar visiblemente debido a la rabia. Controló si estado con una profunda respiración y asintió de acuerdo.
—Bien. Esta apuesta va entre nosotros. —Green se tomó un par de segundos para meditar sus siguientes palabras, hasta que las soltó. —Si gano, quiero ese bonito Ferrari, Kaulitz... Es decir, cuando gane esta carrera, me darás tu Ferrari negro.
Su contrincante se encogió de hombros en respuesta, todavía demostrando aquella inquietante seriedad en su rostro.
—Acepto. —dijo impasible.
—¿Y tú, que se supone que reclamarás como premio? —lo instó Green, ansioso por ingresar a su Mercedes y comenzar la carrera.
Los ojos de Tom se desviaron a un punto exacto.
—A ella. —contestó, mientras su dedo índice apuntaba directamente hacia Lila.
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Kylie: