La inquietud abordó a Lila en el preciso instante que su hermano abandonó la casa para dirigirse a su antigua ciudad. Desde que había llegado a Mahogany, la chica había estado ocupada y distraída por todos los acontecimientos novedosos de aquel lugar. Sin embargo, se alarmó al descubrir lo agobiantes que todavía resultaban sus recuerdos encontrándose sola.Localizó a Kim en su teléfono, y la llamó para invitarla a pasar juntas ese día. Necesitaba compañía, pues se sentía muy vulnerable. Su cuñada acudió de inmediato, pero se llevó una sorpresa al descubrir que Green se había marchado.
—¡¿De pesca?! —exclamó incrédula. —A él no le gusta la pesca, y en todo caso... ¿Por qué demonios se iría a otra ciudad? Todos los ríos cruzan por aquí.
Lila se encogió de hombros. Ella no pensaba arreglar los fallos evidentes en la coartada de su hermano, y si bien su amiga sufría aquel ataque de histeria, seguía sintiéndose mejor que en la soledad.
—Se que suena raro, pero creo que extrañaba nuestra... vieja vida, de alguna forma. —intentó tranquilizarla.
Kim se dejó caer en el sofá y resopló. Era extraño para ella que su novio se hubiera ido sin decirle una palabra. Miles de suposiciones sobre aquel viaje acudían a su mente, haciendo que su estómago se comprimiera de rabia.
—Voy a matarlo. —masculló.
Lila no tenía dudas de que era capaz de hacerlo si seguía allí pensando en ello, así que se sentó a su lado para animarla.
—No está haciendo nada malo Kim, puedo asegurartelo. —se sinceró. Kim asintió, aunque su expresión se mantuvo tensa.
—Lo sé. He llegado a confiar en él con el tiempo, pero la situación de Kylie está logrando que mis nervios se pongan de punta también.
Lila no supo de que hablaba. Las últimas veces que había visto a Kylie, la novia de Georg, no aparentaba estar afrontando una situación preocupante.
—¿Qué pasa? —indagó.
—Desde que Green empezó a perder en las carreras, Georg está ganándolas. Su éxito le incrementó en dinero y arrogancia, ahora las chicas están detrás de él... Kylie lo lleva bastante mal.
—¿Hablas en serio? No tenía ni idea... —se sorprendió. —¿Por qué no la llamamos y salimos las tres? Creo que todas necesitamos una distracción.
[…]
Sentadas en una mesa de aquel tranquilo restaurante, donde se podían prestar atención unas a otras, era evidente que Kylie se encontraba devastada. Su habitual actitud de confianza había sido arrasada por la nueva faceta de su novio.
—Llamé a Georg anoche, y una chica me contestó. —reveló después de pasar un tiempo jugando con la comida en su plato, sin siquiera probarla.
—Tienes que estar bromeando. —jadeó Kim.
—Las zorras que apoyan al grupo de Kaulitz no paraban de insinuar que una de ellas se estaba tirando a Georg. Finalmente lo confirmé. —se lamentó, tratando de ocultar sin éxito, el temblar de su voz.
Pasaron unos segundos de silencio mientras trataban de asimilar la noticia.
—¿Estás segura que no se trata de un error? Quizás lo de su móvil se trate de un mal entendido... —sugirió Lila. Kylie negó con la cabeza.
—No. Reconocí el estúpido chillido de quién atendió el teléfono. Fue Melisa.
—¡Estás de coña! —la exclamación de Kim brotó llena de furia, mientras golpeaba la mesa con las palmas de las manos.