Poco tiempo después de que realizarán varias pruebas para verificar su estado, Nick se quedó dormido apenas llegó a la habitación asignada en la clínica de Mahogany. Aquella rutina aún lograba agotarlo en mayor medida cuando volvía de su tratamiento en el extranjero. Sin embargo, su hermano Tom, permaneció en la planta de pediatría aprovechando el momento para acompañar a la enfermera en su turno.Lila se encontraba en recepción, acomodando los papeles de varios pacientes dados de alta ese día y anotando las últimas observaciones de ellos.
—Tom, ¿puedo saber por qué Nick no se apellida Kaulitz? —curioseó sosteniendo la ficha médica del niño.
—Mis padres se separaron cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, mi madre conoció a Gordon poco tiempo después y ambos tuvieron a Nick. Por eso él se apellida Trümper. —relató él. Su voz guardaba cierta nostalgia al hablar de sus padres que Lila notó, pero antes de que ella pudiera cambiar de tema para evitar incomodidad, él volvió a hablar. —Gordon y mi madre nunca han tenido problemas entre sí, al menos que yo recuerde. Son el uno para el otro... Como esas estrellas binarias, ¿recuerdas? Las que nos enseñaron en el parque de Branch.
—Sí, las recuerdo... No pueden existir la una sin la otra. ¿Era así no?
—Ajá. Poseen una fuerza de atracción tan potente que ambas forman un todo, y difícilmente pueden seguir existiendo separadas.
—Nunca se me hubiera ocurrido una comparación así, pero es una bonita forma de ver una relación. —comentó Lila comenzando a rellenar otro formulario.
Sonrió cuando en un movimiento rápido, Tom depósito un rápido beso en su mejilla. Luego, por su vista periférica captó como él cogía las carpetas esparcidas por el mostrador y las hojeaba.
—Van a despedirme si se enteran que comparto información confidencial contigo. —advirtió.
—No te preocupes, no diré nada. Además, no sería la primera vez que pongo en riesgo tu trabajo. ¿Olvidaste cuando firmé un memo en tu nombre? —bromeó él sin apartar la vista del papel.
—¿Cómo podría olvidarme de eso? Aún no entiendo cómo lo hiciste, ni cómo hiciste para entrar a la planta de incógnito... Hombre, ni siquiera entiendo cómo puedes estar aquí fuera del horario de visitas. —expuso la enfermera.
Una sonrisa burlona se estiró en los labios de Tom .
—A veces olvidas que soy "hijo" del juez de la ciudad. —hizo las comillas con los dedos.
—Claro, tienes razón. A veces olvido que esta ciudad te pertenece.
—Algo así... Pero no es tan divertido como suena. —aseguró.
Cerró la carpeta que sostenía y giró su cuerpo hacia la chica. La tomó de la cintura, acercándola a él suavemente hasta tenerla entre sus brazos. Cerró sus párpados cuando ella comenzó a acariciar su rostro.
—Debe tener muchas ventajas conocer las fisuras corruptas del alcalde... —insinuó la muchacha.
Esas palabras provocaron que Tom sonriera abriendo los ojos.
—Por supuesto que sí. De hecho, pensaba mencionar alguna en la próxima reunión con él, así nos permitirá correr en la calle Helix.
—¿Por qué tienes esa obsesión por la calle Helix?
—Porque es un circuito perfecto para las carreras. Van a ser las mejores que se hayan hecho... Si lo consigo este mes, ¿vendrás a verlas? —preguntó ilusionado el piloto.
—Casi muero la ultima vez que asistí. —rememoró ella insegura.
—Estuve allí para ti, y estaré allí para tí siempre que lo necesites. —prometió él. —No me iré de tu lado.
Lila estiró su cuerpo hasta llegar a plantar un beso en el mentón de su compañero. Este movió su cara para que sus bocas hicieran contacto, compartiendo un profundo beso.
—Gracias por eso, Tom... Pero sabes que en las carreras no puedo ponerme a tu lado.
—Podríamos intentarlo. —sugirió.
—No, no podríamos.
—¿Por qué no?
—¿No es obvio? Primero, somos dos Clandestinos. Y segundo, Green.
Tom apretó los labios con fuerza, tensando su expresión.
—¿Qué importa Porter? —masculló.
—¡¿Qué importa?! Disculpa, es mi hermano.
—Sí, y trato de no pensar en eso, ¿sabes? —reveló irritado.
—Evitar pensar en algo no va a lograr que eso cambie. Sigo siendo una Porter. —espetó enfadada.
El silencio prosiguió a sus palabras. Ella se apartó, volviendo su atención a los papeles. Finalmente, Tom retomó la conversación:
—Sé mi novia.
Lila dejó de sentir los latidos de su corazón. Por un segundo, pensó que este había cesado su marcha y estaba sufriendo una arritmia nerviosa.
—¿Qué?
—Sé mi novia. Ya no nos esconderemos. Donde sea que estemos, estaremos juntos. —juró él.
—¿Por qué me lo estás pidiendo? —preguntó ella con sospecha. —¿Es por qué quieres que esté a tu lado en las carreras o quieres hacerlo para joder a Green?
El chico bufó demostrando frustración.
—¿Por qué de repente ese tío es tan importante? Estamos desde hace varios meses juntos, Lila. Si querías pensar en él, lo hubieses hecho antes.
—Vete. —ordenó ella, herida por la acusación. Abandonó la recepción, caminando hacia los pasillos. —Vete de aquí.
—¡Espera, Lila! —el piloto la llamó yendo tras ella.
—No. Estoy muy enfadada ahora, Tom. De verdad, no tengo ganas de...
—Te quiero. —la interrumpió.
Lila detuvo el paso debido a la estupefacción. Aprovechando eso, Tom se posicionó frente a ella.
—Tú, niñata testaruda apasionada por los coches, eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo... Solo quiero que seas mi novia para darte lo mejor que pueda de mí, y si no resulta ser suficiente para tí, entonces tendrás un motivo para deshacerte de mí. Pero ahora no me importa otra cosa más que estar a tu lado. Lila, mírame... —acunó el rostro de la joven entre sus manos mientras hablaba. —No me importa ni siquiera tu apellido. Te quiero.
Pegó sus frentes con suavidad. Su mirada cargada de ternura escudriñó los ojos de la muchacha. Lila por su lado, sintió la tibieza gestarse en su pecho y subir desde su corazón hasta su rostro. Entendió que esa sensación desconocida que experimentaba manteniendo el contacto visual con el chico se trataba de sosiego. La paz que no había sentido en muchos años estaba volviendo a su vida.
Sonrió, provocando que él también lo hiciera. Justo cuando se disponía a hablar, una voz alertó a la pareja. Se alejaron varios pasos antes de girarse.
—¿Señorita Porter? —el médico de turno se acercaba a ellos con paso apresurado. —Hola, Tom. —saludó en cuanto lo reconoció, luego volvió su atención a la enfermera. —Señorita Porter, tengo algo que comunicarle.
—¿Es sobre Nick? —preguntó inmediatamente el piloto.
—No, no es sobre Nick... ¿Se encuentra Brown aún en la ciudad? —preguntó el doctor, y su gesto preocupó a Lila.
—No, se fue hace unos días. ¿Están ya los resultados de sus últimos análisis?
El hombre simplemente asintió en respuesta. La chica suspiró con fuerza, temiendo malas noticias. Se dirigió a Tom, manteniendo un gesto serio.
—Lo siento, Tom. Tengo que atender esto, te llamaré más tarde, ¿vale?