Al principio, cuando Lila terminó de revisar a los niños que le habían asignado esa noche y miró a teléfono en el escaso tiempo libre, no respondió a las múltiples llamadas que Kim le había hecho.Últimamente ella le rogaba para que acudiera a las carreras otra vez, y como aquella noche se corría la primera de mes, supuso que quería insistir con eso. Pero, una hora más tarde, al notar que las llamadas se seguían produciendo, se escabulló al baño del personal para contestar.
—Kim, ¿qué ocurre?
—¡Lila, al fin! Tenemos un problema. Green está un poco demasiado surtido y necesita atención médica.
—Espera, ¿qué? ¿Cómo que surtido?
—Le dieron una buena paliza. No llegó a ganar la segunda ronda otra vez y Kaulitz se mofó de eso. Green se volvió loco y se lanzó sobre él.
—¿Se pelearon?
—Casi se matan. Pero tranquila, es normal entre ellos. Ya me estaba extrañando que no se quisiera arrancar los ojos durante tanto tiempo. Necesito que cures sus heridas.
Lila se tensó y suspiró con fuerza.
—Lo haré cuando termine de atender mis responsabilidades. Green necesita recapacitar sobre las actitudes que está teniendo.
—Sé que se está comportando como la mierda, pero él realmente lo necesita. Kaulitz le destrozó la cara...
En ese momento, algunos recuerdos golpearon la mente de Lila. La manera en que Tom cuidaba de Nick con tanta atención, como interactuaba dulcemente con su madre y como conversaba amenamente con su padre. También la forma en la que le sonrió al marcharse de la clínica. Lila no podía asociar las ideas en su mente, no podía imaginarlo golpeando a Green de manera brutal.
—Cuando termine de atender mis responsabilidades. —repitió y colgó sin más.
Suspiró y se pasó las manos por la cara repetidas veces. De repente se encontraba agotada.
Salió del baño procurando esconder bien su móvil en el bolsillo. La madre de un niño con fractura expuesta esperando a ser operado estaba en la recepción.
—El cirujano aún no ha llegado... —se quejó.
—Voy a intentar localizarlo de nuevo. Es posible que se encuentre operando en urgencias, no se preocupe, vendrá en cuanto le sea posible. —Lila intentó tranquilizarla.
Descolgó el auricular del teléfono y marcó el número interno de urgencias.
—Hola, soy Porter. Quería saber si el cirujano ya estaba disponible...
—No, aún no. Hubo un terrible accidente de lanchas y está tratando de detener una hemorragia interna, parece que va a tardar otro buen rato. Sin embargo, ya envié el encargo que hiciste.
Lila estaba confundida, no recordaba haber hecho ningún encargo.
—¿Encargo de qué? —inquirió con cautela.
—De vendas y hielo seco, como indicaba el memo que enviaste.
—Oh,si... Bueno, gracias. —titubeó.
—No hay de qué. Te avisaré cuando el cirujano esté listo.
Lila se quedó sumida en la incertidumbre unos minutos antes de levantar la vista y dirigirla hacia la habitación de Nick. Rodeó el mostrador, caminando hacia la misma y en cuanto abrió la puerta, frunció el ceño con molestia.
—¿Firmaste con mi nombre? —acusó.
Tom quitó el hielo seco de su ojo.
—Es lo menos que podía hacer después de que tú puto hermano rompiera mi puta cara. —escupió en voz baja.
La chica rodó sus ojos y se acercó a la cama donde él yacía sentado, cerrando la puerta tras ella.
—Déjame ayudarte. —se ofreció.
—¿Por qué siquiera crees que necesito tu ayuda, niñata? —la tensión del muchacho lo tenía a la defensiva.
—Es lo menos que puedo hacer después de que mi puto hermano te rompiera tu puta cara. —respondió la enfermera.
Los segundos siguientes se mantuvieron inmóviles, mirándose uno al otro fijamente. Al final, Tom relajó sus músculos y Lila vio sus hombros caer. Él dejó que se acercara a inspeccionar su rostro.
Green realmente le había destrozado.
Estaba bastante hinchado y todavía brotaba sangre de varias heridas. Lila contuvo la respiración, sin poder creer que su hermano había hecho aquello.
—Que... —Lila jadeó, sin encontrar un adjetivo que fuera suficiente para exclamar su horror.
—Animal. —continuó Tom. —Mis compañeros tuvieron que arrancarlo de encima de mí... Juro por mi vida que esto no va a quedar así, Porter va a pagarlo caro. —la ardiente furia que brotaba en sus palabras hizo estremecer a Lila.
La joven siguió limpiando sus heridas en absoluto silencio. Sus ojos estaban cargados de lágrimas pero se negaba a derramarlas con la mirada atenta de Tom puesta en ella.
Al tiempo que terminó su trabajo y le indicó que se pusiera hielo seco sobre los golpes, ella también estaba enfadada con Green.
—Probablemente la hinchazón se irá mañana, pero los moratones durarán bastantes días. —explicó con la voz contenida.
Tom aún la estaba observando con su expresión impertérrita. La chica se giró dispuesta a irse, cuando escuchó el murmuró que el chico emitió: —Gracias.
Se irguió tomada por la sorpresa. Volvió a enfrentar al chico.
—De verdad lamento lo del robo. Ni siquiera he tocado el dinero, voy a devolvértelo. No se en qué estaba pensando... —se disculpó con urgencia.
Una sonrisa bailó en los labios de Tom, como si estuviera recordando algo muy gracioso. Al final la reprimió y dijo: —No necesito el dinero, quedatelo si quieres. —echó un vistazo alrededor de la habitación. —Pero necesito un lugar donde pasar la noche. Estaríamos en paz si me dejas quedarme aquí.
Lila asintió, dirigiéndose a la salida.
—Y prometo no firmar más memos con tu nombre, niñata.
La aludida volvió a poner su atención en él, irritada.
—¿Cómo sabías siquiera como era mi firma? —espetó.
Pero Tom ya estaba tumbado en la cama con los ojos cerrados y falsos ronquidos escapaban de su boca. Lila rodó sus ojos y cerró la puerta de un golpe, exhalando con fuerza mientras oía la risa del chico.