13 km.

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Cuando Lila llegó a casa esa mañana, encontró a Green tumbado en el sofá de la sala. Al parecer estaba profundamente dormido. Sobre la mesa en frente de él había compresas de hielo derretido y vendas manchadas de sangre. Su hermana se acercó a inspeccionarlo, descubriendo su rostro magullado.

—Le pegaron entre todos... —Lila se sorprendió con la voz de Kim, quién se encontraba en la entrada de la cocina. —Tres contra uno. ¡Qué cobardes!

—Probablemente hubiese matado a Kaulitz si no lo hubieran detenido. —comentó ella en respuesta.

Kim observó anonadada a su cuñada como bordeaba el sofá y se dirigía escaleras arriba.

—Da igual, ellos pudieron haberlo detenido pero no había necesidad de atacarlo después. ¿Por qué estás siendo tan fría al respecto, Lila?

La aludida detuvo su paso y se giró.

—Quizás porque Green se está comportando como un gilipollas últimamente. No hace más que beber y estar de mal humor todo el tiempo. —contestó.

—Eso... es verdad. —el tono de Kim adquirió un matiz agotado. —Pero sabiendo que eres la única persona a la que escucha, tal vez deberías hablarle sobre eso y averiguar qué sucede.

Lila asintió. No encontró ninguna objeción a eso. Después de todo, cuando ella estaba en su peor momento y a pesar de que jamás se lo admitió a su hermano, él había estado pendiente de su estado todo el tiempo. Debería hacer lo mismo sin prejuzgar la situación. Quizás su paciencia estaba siendo agotada por la cantidad de horas que trabajaba, iba a pedir una reducción de horas en la clínica.

[…]


Cuando se despertó horas más tarde, escuchó ruidos en la planta baja y se levantó de inmediato  para dirigirse a la cocina. Green estaba allí, comiendo un almuerzo austero.

—¿Es todo lo que vas a comer? —inquirió Lila, acercándose a su hermano.

Cuando examinó su aspecto de cerca y se dió cuenta de lo deplorable que era, Lila se sintió muy mal por no haberle ofrecido su ayuda antes. Estaba enfrascada en ella misma y sus propios intereses, y en ese momento se sentía muy egoísta por irritarse debido a la actitud de su hermano en lugar de apoyarlo.

—No tengo mucha hambre. —dijo él con desánimo.

—¿Cómo te sientes? —se sirvió una taza de café.

—Hecho una mierda. Me duele todo el cuerpo... Anoche yo...

—Lo sé. —lo interrumpió sentándose frente a él. —¿Green, qué es lo que te pasa?

—Nada, enana. Esto es algo normal para nosotros.

—Me refiero a otra cosa. —con un gesto de su cabeza señaló las botellas de alcohol vacías cerca del desagüe.

Green apretó los párpados con fuerza y frotó su frente con una mano. Ese gesto delataba dolor, pero Lila sabía que no se trataba de físico.

—Algunos días no son buenos... —murmuró él.

—Por supuesto que no. Es la vida, algunos días van a ser horribles, sin embargo Green, no puedes trincarte una caja de cervezas cada vez que las cosas se pongan difíciles.

—A veces es simplemente insoportable para mí.

—Lo sé. Se lo que es la culpa y como intenta comerte vivo. Se que no puedes superar los errores que cometiste en nuestras antigua ciudad, pero todavía puedes remediarlos...

Tras una pausa en la que Green mantuvo la mirada fija en la comida intacta, Lila agregó:
Ellos aún te están esperando.

El chico inhaló con fuerza y exhaló de igual forma, negando con la cabeza. Lila se levantó para coger el teléfono inalámbrico, luego lo puso en la encimera frenge a Green.

ℂ𝕝𝕒𝕟𝕕𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕠𝕤 ; 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora