8

2.6K 58 1
                                    

Después de la situación de anoche no pude dormir, en cambio el desgraciado dormía como un bebe, se había quedado dormido en mi cama y no había ido a su cuarto.

Me levanté de la cama con cuidado a que no se despertara, me fui prácticamente corriendo al baño y me metí en la ducha, quería bañarme, me sentía sucia.

Luego de unos largos minutos, salí de la ducha, no tenía nada para ponerme ni siquiera ropa interior. Decidí salir del baño para ir a buscar a Solem. Maxim me había dicho que cualquier cosa que necesitará se lo pidiera a ella.

El todavía seguía dormido profundamente. Abrí la puerta pero para mi mala suerte estaba con llave. Me acerque con mucho cuidado a la ropa del infeliz, metí la mano en uno de los bolsillos y di con la llave. La gire intentando no hacer tanto ruido en la cerradura. Cuando lo logré y intente dirigirme a las escaleras pero tomaron  mi ante brazo y jalarón de él.

- ¿Donde va? - preguntó un hombre musculoso vestido totalmente  de negro - El señor no dio la orden que la dejara salir

- Voy a la cocina - intenté safarme de su agarré pero me fue imposible. Este comenzó a arrastrarme hasta la habitación mientras yo gritaba que me soltara, lo que despertó a la bestia.

- Gracias José, suéltala- ordenó Maxim

- De nada - me soltó, cerró la puerta y se fue

Suspiré.

- ¿Que haces vestida así? - preguntó levantándose de la cama

No respondí, le haría la ley de hielo como venganza por lo de anoche

- ¿Que haces vestida así? - repito elevando un poco la voz

No respondí, comencé a mirar la ventana tapada por cortinas.

- ¡Contesta, maldita sea! - me tomó de los dos brazos con demasiada fuerza

Aunque me matará no le dirigiría la palabra.

- CONTESTA - presionó más su agarré

- Solem - grite con todas mis fuerzas

- Así que con ella si quieres hablar, esta bien - me soltó y comenzó a vestirse

Mientras se vestía miré la marca de sus dedos en mis brazos, se estaba poniendo roja. Para cuando quise ir a la puerta ya estaba vestido, tome el pomo y cuando estaba por girarlo habló.

- Si no quieres hablar conmigo no te voy a obligar pero tampoco vas a hablar con nadie más. Después de que me hables podrás hablar con quien quieras. - se acercó a mí- y tampoco saldrás de la habitación.

Tomó mi mano, la giro y abrió la puerta pero en vez de salir yo salió él.

- Voy a estar por la casa, cuando quieras hablar conmigo, le dices a Jose y te llevará a mi oficina. Adiós- y cerró la puerta

Si me iba a tener que quedar así por el resto de mi vida lo haría pero nunca más le dirigire la palabra al desgraciado.

VendidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora