Vendida

9

Habían pasado varias horas, horas en las cuales no había comido nada, horas en las que había visto la ventana todo el tiempo, horas que pase en la toalla que me coloque en la mañana.

La opción de hablar con Maxim estaba en mi cabeza, estaba muriendo de hambre y ya estaba incomoda con esta toalla, asi que sin más opción me levante de la silla en la que miraba la ventana, abrí la puerta y le pedí al tal Jose que me llevara a la oficina.

Bajamos las escaleras o mejor dicho me arrastró por las escaleras hasta llegar a unas puertas realmente altas de color negro, Jose tocó la puerta con la mano que no sujetaba mi brazo y pocos segundos después se escucho "Adelante" desde adentro.

El guardaespaldas abrió la puerta, me metió en la oficina y cerró la puerta.

- ¿Ya vas a hablar? ¿Que te convenció?¿El hambre? ¿El aburrimiento? O tal vez ¿por como vistes? - estaba sentado detrás de un gran y bello escritorio de madera

- Necesito ropa, tu rompiste lo único que tenia - lo miré- y tampoco tengo ropa interior, por eso estoy vestida así, no porque quiera mostrar nada, mucho menos. Es lo único que voy a decir - me pare y me dirigí a la puerta pero esta estaba con llave

- Aquí te quedas hasta que yo quiera y hablas todo lo que yo quiero. Deje que cumplas tu capricho de no hablarme porque sabía que luego de un rato vendrías a mí pero desde ahora cada vez que te hable me contestas ¿entendido? - se levantó de su silla

No respondí, le aclaré que lo único que iba a decir era lo de la ropa, nada más.

- Veo que te gustó el castigo de anoche - mi mirada calló en sus ojos fijamente- ¿Quieres repetirlo? Porque yo no tengo problema.

Haría lo que fuera para que aquel tipo ni siquiera volviera a tocarme otra vez, así que tendría que hablar con el infeliz.

- Entendido - susurré

- Asi me gusta, obediente eres mucha más hermosa - toco mi mejilla con su pulgar, de inmediato corrí mi cara

De un momento a otro me encontraba acorralada contra la puerta, con él sosteniendo mis brazos con demasiada fuerza como en la mañana.

- Yo te toco cuando yo quiero, nunca más te vuelvas a correr porque será peor - susurró en mi oído.