CAPITULO 19

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—¡Hey! ¡Hola!

Hassan se paralizó por un segundo. Luego, respiró hondo y ajustó su túnica. «Es solo un saludo», se dijo, pero no podía ignorar el nudo que le apretaba el estómago. Dio un paso hacia adelante y...

—¡Ho-ola! —Carraspeó la garganta.

Ese saludo acompañado de un tono chillón, taladró sus propios oídos al escucharlo. Eso había salido espantoso. ¡Y no había siquiera iniciado la conversación! ¿Cómo seguiría después de esto? Ya había arruinado todo... todo.

—¡Hassan! —dijo ella con una repentina y genuina alegría que lo sorprendió. Sus ojos brillaron con ese destello juguetón que lo habían atrapado desde la primera mirada que le había dado—. ¿Cómo estás?

—B-bueno... —Hassan se rascó la nuca, incómodo, nervioso, alterado, tembloroso y tímido, pero intentó mantener la compostura—. Estaba paseando por aquí. Te vi y decidí acercarme. No esperaba encontrarte en un lugar así...

—¿Ah, no? —Amina arqueó una ceja, divertida—. ¿No parezco la clase de persona que vendría a una feria?

Lo había arruinado. De nuevo. Acababa de llamarla aburrida sin darse cuenta. La había insultado. Ahora ella jamás en toda su miserable vida se fijaría en alguien como él. Estaba acabado. Tenía que repararlo cuanto antes.

Hassan abrió la boca para responder, pero ella se adelantó con una risa ligera.

—¡Tranquilo, es broma! Lo siento, quizás me apresuré.

—Oh... bien. Yo, no es que haya pensado que tú no estarías en un sitio como este. De hecho, yo no suelo venir a las ferias —balbuceó Hassan, sintiendo las gotas de sudor, jugar carreras en su frente—. Es que pensaba que tú... me estabas evitando. —De repente se percató de que los colores de la túnica de ella combinaban con las pequeñas cuentas de su cabello, y se obligó a apartar la mirada antes de que ella se percatara de que él pareciera un idiota. —Qué tonto, ¿eh?

—Oh... No, de tonto nada. —Amina dio un paso más cerca, como si lo evaluara con la mirada—. De hecho, estaba pensando disculparme contigo. —Ella bajó la mirada, jugueteando con una pequeña pulsera en su muñeca—. Por no volver al mercado. Te prometí que lo haría, pero... tuve algunos problemas de salud. Nada grave, pero me retrasaron más de lo que esperaba.

—Vaya, no lo sabía... —Hassan frunció el ceño, preocupado—. ¿Estás bien ahora?

—Sí, perfectamente. —Su sonrisa regresó, cálida y tranquilizadora—. Pero no... —dijo y bajó la mirada, apenada—. No me he olvidado de que teníamos una cita pendiente.

El corazón de Hassan dio un brinco mortal hacia atrás de cuatro piruetas consecutivas. Tenía que aprovechar el momento. No podía dejarlo escapar. Inspiró hondo y se lanzó...

—Bueno... podríamos tener esa cita ahora, si gustas.

Amina lo miró, sorprendida por un momento, pero su sonrisa se ensanchó casi al instante.

—¿Sabes? Justo estaba pensando en eso.

Algo similar a cientos de fuegos artificiales implosionando sin descanso fue lo que su estómago sintió tras esas palabras.

—¡Genial!

Ella sonrió.

—Entonces, ¿qué te gustaría hacer?

—Eh, no lo sé... Recuerdo que habíamos mencionado tomar un té. ¿No?

—¿Té? —Amina lo observó con una expresión de falsa sorpresa—. Qué original. ¿Esa es tu gran idea para nuestra primera cita?

DESTELLO DE ALMAS  : DOS ALMAS LIBRES       LIBRO 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora