Capítulo 11

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Elle:

Desde hace dos días que me lavaba las manos con más fuerza de la necesaria. Sentía que Liam me había pegado una plaga de algo.

Se creía que podía tocarme.

A la próxima, una cachetada.

-Liz, no creo que tengas ninguna infección.- Dijo Zoe apoyada en la pared, mirándome con una ceja enarcada por el espejo del lavado.

-No se sabe, estoy segura de que me envenenó con algo.- Seguía frotándome las manos como si la vida dependiera de ello.

-Un cosquilleo, no es veneno.- Cerré la canilla y me volteé para verla.

-No sé de qué hablas.

-Aja...- Tenia una sonrisita en los labios.

Suspiré y salí del baño para sentarme en la cama de mi amiga. Necesitaba que viéramos una película o algo para distraerme. Me dolían las manos de tanto lavármelas. Era un poco exagerada, pero hay que tomar precauciones, la estupidez es contagiosa.

Levanté la mirada a mi amiga, tenía una expresión extraña, como de... ¿culpabilidad?

-¿Qué?- Pregunté con el ceño fruncido, ella pareció pensar sus palabras.

-Eh...

-¿Ehh?

-Monosílabos.- Okey, eso era mala señal.

Con Zoe teníamos una manera de decir situaciones complicadas: por partes y palabras cortas. Era una especie de juego que hacíamos de niñas.

El tiempo se encargó de guárdalo, así como muchas otras cosas.

-Prometo no enojarme y consolarte si la situación lo requiere.- Declaré e hice una reverencia a forma de broma.

Cuando teníamos catorce, con este código me había dicho que le contó alguien quién me gustaba en ese momento. Yo estaba a punto de matarla cuando se puso a llorar y... ya no pude enojarme más. No era tono, mi amiga era una maestra de la manipulación, pero pude convivir con ello todos estos años, ya me acostumbré.

-Yo.-Comenzó.

-Vos.-Le respondí.

-Hice.

-Una.-Ella asintió, aceptando mi artículo.

-Estupidez.

-Contexto.

-Hablé.

-Con.

-Adam.-Eso me hizo fruncir el ceño por completo.

-Y...

-Te comprometimos.

-A...

-¡ENSEÑARLE A MONTAR A LIAM! ¡SORPRESA!.

Me quedé inmóvil.

¿Había escuchado bien?

-¿Hiciste qué?- Mi respiración era irregular.

-En realidad, fue sin intención. La cosa es que...- Comenzó a decir nerviosa antes de que me parara con una almohada en la mano y me acercara a ella.

-Voy a asesinarte.- No tardó en salir corriendo del cuarto a toda velocidad, la seguí.

Agradecí que no hubiera nadie en su casa para defenderla de mi almohada. Sus papas estaban trabajando y su hermano menor en la escuela.

Ambas corrimos por todos los lugares de aquella casa. Ella gritaba pidiendo disculpas y yo la seguía atrás con amenazas. Al final, la situación se volvió divertidísima para mí y terminé soltando aun que otra carcajada.

La Carrera Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora