Capítulo 9

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Liam:

Abrí la puerta de mi departamento, una Golden me saltó encima.

-Hola, Reina.- Dije soltando una carcajada al ver la desesperación que tenía por darme un beso.

Cerré la puerta y me agaché para darle caricias. De inmediato mi cara estaba empapada por sus besos.

-Perdón por llegar tarde, tuve que ir a cuidar a Adam.

Luego de una sesión de caricias con mi perra, fui a ducharme y ponerme una ropa más cómoda. El día de ayer me había dejado completamente cansado, por no decir destruido.

Abrí el celular para ver los mensajes.

Adam: Gracias por cuidar de mi pobre ser, se nota lo mucho que me amas.

Adam: Deberíamos hacer oficial lo nuestro.

Liam: Claro amor, cuando quieras. ;)

Me reí, menudos idiotas. Las siguientes comunicaciones eran variantes de la primera.

Número desconocido: Gracias por llevarme ayer Liam, tu hermana me pasó tu contacto para agradecerte.

Guada: Graciasssss por llevarme ayer idiota, tendría que haber vuelto caminando.

Sí, era una especie de trasporte público, pero no me pagaban.

Una pena, seria millonario.

Pese a mis ganas de quedarme en casa como lobo solitario leyendo o viendo algo en la televisión, debía pasear a mi perra. Antes agarré mi lectura actual y la metí en una mochila por si me daban ganas de leer en la plaza.

Y por ganas de "leer" me refiero a un sinónimo de "ganas de no pensar en ella."

Necesitaba sacármela de la cabeza.

Era imposible.

No voy a negar que los años y el deporte la habían favorecido en todos los aspectos. Tampoco voy a negar que, en varias ocasiones, la miré más de lo estrictamente necesario.

Sin embargo, su físico no era lo más shockeante es... Es sus ojos, mierda.

Recordaba que hace unos años me perdía viéndolos, distinguiendo la cantidad de azules distintos. Siempre intentaba mirarla a los ojos, simplemente porque quería seguir con mi búsqueda. Después ella se daba cuenta y pensaba que tenía algo. Yo inventaba alguna excusa tonta, la cual se terminaba creyendo porque jamás se vio capaz de que alguien la mirara tanto tiempo de ese modo.

En fin, siempre fue hermosa, no hay nada de nuevo en eso. Pero todo su encanto se evaporaba en cuanto abría la boca.

Me molesta que se comporte como si yo le hubiera hecho algo malo. Es decir, aparte de como actúe esa noche. ¿Pero valía culparme? Odiaba cuando la gente así eso, en vez de hacerse cargo de cómo te hicieron sentir te juzgan por como racionaste.

Estaba como para gritarle un "ándate a la mierda" en la cara.

Ni de cerca era la chica que había conocido hace años. La gente cambia, pero usualmente es para bien. Ahora había una especie de aura de arrogancia que la cubría.

En fin, necesitaba sacarme esa chica de la cabeza.

Antes de que rompiera algo.

Una vez en la plaza, varias personas me frenaron con charlas triviales sobre la familia o el trabajo. Ahora mismo hablaba con el señor Ricado, el cual me contaba, muy indignado, que su moto tenía un rayón y no sabía quién fue.

La Carrera Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora