Cap 6

66 11 1
                                    



Ahora entiendo de verdad qué significa la frase "me tiemblan las piernas", porque me da miedo tener que bajar del coche y mover las rodillas.

Nunca avía estado con ningún hombre, ni siquiera lo llegué a pensar o que hubiera la posibilidad con mi cometido de por medio. Pero conocer a Tom, fue mi luz divina en el camino, su forma de hacerlo me lleva a otro mundo. Aún no me toca y ya quiero todo de él cosa que jamás me pasó con Miguel.

Con Tom es un sexo tan abierto y sincero que, incluso después de que se acabe, cuando el calor se ha disipado y mi esposo ni siquiera está ya a mi lado siento la necesidad de volverlo a tener, y me pongo sumisa ante el tanto que, habría dejado que me hiciese cualquier cosa.

Ojalá recuerde mejor nuestra noche en Las Vegas. Porque entonces pasamos horas juntos, y no un miserable puñado de minutos como esta noche.

Porque, por algún motivo, sé que aquello fue aún más sincero, libre y audaz que nuestro encuentro de hace solo un rato.

El rechinado de la puerta de mi coche al cerrarse resuena en nuestra tranquila calle. La casa está oscura, pero es demasiado temprano para que estén todos acostados. Con las cálidas temperaturas del verano, lo más probable es que mi religiosa familia esté en la capilla que mi padre construllo en dicho patio.

Sin embargo, una vez dentro, solo oigo silencio. Toda la casa está a oscuras: el salón, el cuarto de estar, la cocina... El patio está en silencio; cada uno de los dormitorios, desiertos. Mis pisadas suenan suaves contra las alfombra del baño, pero se acallan mientras avanzo por la gruesa madera del pasillo. Por alguna razón, entro en cada una de las habitaciones... y no encuentro a nadie.

Desde que empecé mis estudios universitarios hasta que volví a meter mis cosas en mi viejo dormitorio, hace solo unos días, no había vuelto a estar sola en esta casa, y esa conciencia me golpea como un empujón. Cuando estoy aquí, siempre hay alguien más: mi madre, o mi padre.

Esto es muy extraño, aunque me alegro de disfrutar de un poco de tranquilidad. Es un respiro. Y junto a esa sensación de libertad, también me atraviesa una corriente eléctrica, y una realidad dura de hsceptar un destino que no quiero para mí y que sé que solo yo tengo la solución.

Podría marcharme sin tener que enfrentarme con mi padre.
Podría marcharme sin tener que dar ninguna explicación.

Acalorada de golpe, tengo la impulsiva certeza de que es eso lo que quiero. Echo a correr hasta mi habitación, busco mi pasaporte, me quito los pantalones a toda prisa y me pongo ropa limpia. Luego saco la maleta más grande del armario del pasillo y meto en ella todo lo que encuentro en mi cómoda.

A continuación, barro con un gesto del brazo la encimera de mi cuarto de baño y echo casi todos mis artículos de aseo dentro de mi neceser. La pesada maleta baja las escaleras detrás de mí y cae al recibidor mientras empiezo a garabatear una nota para mi familia.

Las mentiras brotan sin esfuerzo y le pido a dios me perdone por abandonar mis deberes. Intento no decir demasiado para no parecer excesivamente desquiciada.

PAPAS:

Me ha salido una oportunidad de pasar unas semanas en Alemania.

¡Hasta me regalaron el boleto de avión!.

Me alojaré en casa de una amiga del padre de María que tiene una pequeña empresa. Ya les explicaré después, pero sepan que estaré bien. Les llamaré.

Besos, Sacarlett.

Nunca miento a mi familia de echo deje de mentir desde que dise dio lo de mi hermana; Sin embargo, en este momento no me importa hacerlo. Ahora que ese pensamiento ha entrado en mi cabeza, la idea de no ir a Alemania me causa pánico, porque no ir a Alemania significa pasarme aquí varias semanas y esperar mi triste tortura. Significa vivir bajo la oscura nube del fanastimo controlador de mi padre. Y luego, significa irme al convento como el tanto lo quiere, pero una vida que no estoy segura de querer yo.

 Mein Heiliger  ♰ (Tom Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora