Mein Heiliger ♰ (Tom Kaulitz)

Cap 17

Ya me pasaba una considerable proporción del tiempo pensando en Tom, pero después de lo de anoche no he podido dejar de pensar en él.

Esta mañana Tom me comentó que tendría que ir con su mamá, Dios si mi suegra, que quería conocerme, un chofer pasaría por mí y me llevaría con ella. Me sentí como una estrella de cine súper importante. Me siento muy nerviosa "Y si no le agrado" " Y si dice que soy poca cosa para su hijo" "Y si me dice que estoy muy rechoncha para la escultural figura de su adorado Tom ". Hay no por qué a mi.

Y es que si sin duda estoy con más carne mi tetas son más grande y mis caderas igual, pero a Tom no párese molestarle, al contrario creo que es algo que lo vuelve loco, no se le fascinan.

Y esque me la paso comiendo pura comida chatarra, no piensen mal no estoy embarazada, aunque no me e echo el test de embarazo. ¡Jeje! , pero no le veo la necesidad, en fin el caso es que mi suegra me conocerá hoy y no estoy lista para este momento.

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Esta tarde estoy sentada en la terraza de su lujosa casa con Charlotte Kaulitz y siento la tentación de tratar de convencerla de que cambie de tema ante mi subidón de kilos, pues está con la idea de que sin duda traego premio, así me lo iso saber ella, que por qué Tom le mostró una foto de mí en California y era un poco más flacucha, pero muy hermosa y eso me alago.

Mientras el reloj que marca la cuenta atrás suena cada vez más fuerte en mi cabeza. Ella me sigue contando anécdotas de los dos famosos gemelos, me muestra álbumes de fotos, sin duda me trata como si me conociera de años y como si ya fuera parte de su familia, sin duda es muy linda y me hace sentir segura.

—Qué día tan aburrido. Se me ha hecho larguísimo, supongo que eso has de decir ¿verdad?.

Masculla Charlotte.

—No, no para nada, me a encantado venir y a sido divertido ver a Tom vestido de marinerito, se veía tan mono.

—Ja. (Si). Mis hijos eran muy....muy como se dice en tu país.

—Hermosos, lindos, adorables....sexis.

Mi hermosa suegra levanta una ceja, algo confundida.

—El caso es que mis hijos son únicos y te haz llevado  al más rebelde, pero me alegra de que por fin tenga la cabeza bien centrada pensé que este momento no llegaría.

Dice Charlotte. Se levanta de la hermosa mesa de campo y comienza a recoger las tazas, sin duda me ofrezco pero ella no me lo permite.

—No te preocupes, yo me encargo, tú eres mi invitada y mi turista favorita.

Nunca en mi vida me había sentido tan inútil.  Y el oír turista me pone los nervios de punta.

Cada vez que me planteo la posibilidad de organizar el regreso a casa, mi mente se distrae con la vida bonita y luminosa que tengo delante de mis narices. Esa vida tan preferible a la mía en que puedo imaginar que el dinero es inagotable, no hace falta que vaya al comvento y resulta fácil silenciar la voz católica, apostólica y romana que suenan en mi cabeza diciéndome que tengo que ser un miembro activo de Dios.

Solo unos días más, me repito una y otra vez. Ya me preocuparé dentro de unos días.

Charlotte regreso con una hermosa charola, parecía de plata pura, con bocadillos a mi ver bastante deliciosos.

Por un momento, me planteo seriamente la posibilidad de empezar a cocinar.

Se sienta y da un largo suspiro.

—¿Y bueno hija y dime cuándo es que te vas?.

Dice tomando de la flamante charola un bocadillo.