Cap 9

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Me cuesta llevar la cuenta de lo que estoy gastando, porque los euros siguen pareciéndome dinero de juguete.

Teniendo en cuenta lo distintas que parecen las cosas con Tom desde que hemos llegado aquí y aunque me encanta esta ciudad, una parte de mí piensa que debería quedarme solo dos semanas, ver todo lo que pueda durante ese plazo y luego volver a casa y disculparme ante mi padre de rodillas para no tener que convertirme en prostituta o estríper si no me perdona y me echa definitivamente de casa.

Sin embargo, la idea de enfrentarme a mi padre me produce frío. Sé que he cometido un acto impuro para el y quizá hasta peligroso. Sé que, en esta situación, cualquier padre afectuoso tendría derecho a enfadarse.

Pero es que mi padre se enfada por todo. Con el paso del tiempo, mi madre, y yo nos hemos desensibilizado. Me he arrepentido tantas veces de mi comportamiento sin ningún motivo y emos pedido perdón a dios hasta por lo que no emos echo que ahora no soy capaz de arrepentirme de todo esto.

Me siento asustada y sola porque ignoro si el gran Tom Kaulitz dejará el ritmo que le marque su asistente, qué ocurrirá entre nosotros esta noche, mañana y la semana que viene, o qué sucedera cuando no pueda comunicarme con nadie, pero esta es la primera decisión que tomo y que considero exclusivamente mía.

Cuando salgo de la ducha, sigo distraída, repasando una y otra vez mi sesión matutina de masturbación con Tom.

El espejo del baño se seca perfectamente, sin gotas de agua, como si lo hubieran tratado con algun producto. Me ofrecería a limpiar para aportar algo, pero en este piso no hace falta hacer nada. La ventana del baño está reluciente y deja entrar el sol a raudales. Me pica la curiosidad y me pongo a inspeccionarlo todo.

El apartamento esta impecable, y me resulta extraño para un hombre que vive solo. Antes de llegar a las ventanas del salón, ya sé lo que encontraré. O, mejor dicho, sé lo que no encontraré.

Sé que el primer día auténtico que pasé aquí apoyé la mano en el cristal mientras contemplaba cómo se subía a su lujoso coche. Sé que lo hice más de una vez. Pero no hay ninguna huella, solo más cristal transparente e inmaculado.

Aquí no ha venido nadie, aparte de nosotros. En algún momento del escaso este tiempo que ha pasado en casa, se ha dedicado a contratar una ama de casa para limpiar las ventanas y los espejos.

Cuando salgo del ascensor, la anciana que vive en la planta baja está barriendo el umbral. Me paso con ella al menos una hora antes de salir a la calle. Su inglés brota a trompicones, mezclado con palabras en alemán que no sé traducir, pero nos las arreglamos para convertir en una conversación asombrosamente fluida lo que podría haber sido una situación incómoda.

Me cuenta que pusieron el ascensor en los años setenta, después de que su marido y ella se mudaran a este edificio. Me explica que las verduras son mucho mejores en el supermercado de la esquina. Me ofrece unas uvas verdes muy pequeñas con pepitas amargas que me ponen la piel de gallina y que no puedo dejar de comerlas.

Y luego me dice que se alegra de ver que Tom sonríe tanto y que la otra nunca le cayó bien.

Me esfuerzo por sacar de mi cabeza ese dato y la curiosidad oscura y retorcida que me asalta, y le agradezco a la señora su compañía.

Tom es guapísimo y encantador, un hombre de éxito y súper sexi aparte de bien dotado.

Naturalmente, ya tenía su propia vida antes de que yo le siguiera al aeropuerto, una vida en la que sin duda había mujeres a lo que se miles de mujeres. No me sorprende saber que alguien estuvo con él antes que yo.

Sin embargo, me doy cuenta de que sigo esperando a saber algo de él, aparte del aspecto que tiene sin ropa.

Me paso la mayor parte del día recorriendo nuestro barrio y dibujando un plano mental de la zona. Las calles son interminables, tienda tras tienda, callejón tras callejón. Parezco un conejo metiéndose disparado en su madriguera, aunque sé que encontraré la salida; solo tengo que localizar la reveladora M del metro y podré volver fácilmente a la calle de Tom.

 Mein Heiliger  ♰ (Tom Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora