CAPITULO 4: LUQUETI

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Despertaba con resaca y confundida hasta que vi una espalda musculosa parada en frente mío.
— ¿Qué? —dije alterada.
Me desesperé y agarré mi vestido que estaba caído en el piso de madera.
El hombre se dió media vuelta, se refregó un ojo. Él media mínimo 1,85 cm.
— Buenos días, ebria.
No me salía ni una sola palabra.
Se sentó en la cama. Estaba con una camisa blanca y un pantalón negro con detalles violetas.
— Fuera de mi cama. —dijo fríamente.
Los rayos del sol que entraban por la ventana iluminaba su cabello despeinado.

— ¿Qué haces aquí?— Mira a tu alrededor

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— ¿Qué haces aquí?
— Mira a tu alrededor.
Preste atención a cada rincón de la habitación. Pinturas, libros, paredes, luego noté el color de las sabanas. Carajo. Definitivamente estaba en la habitación equivocada.
— ¿Dormiste a mi lado? —pregunté poniéndome apresurada el vestido de la noche anterior.
— Por supuesto que no. Jamás dormiría contigo.
— ¿Y dónde dormiste?
— No lo hice.
Levanté las cejas. ¿Por qué me mira así?. Quería ya mismo huir de allí.
— Espera. —me detuvó— Perdiste esto anoche.
Sacó de su bolsillo un brazalete amarillo.
— Oh, por dios. —llegué a decir.
— ¿Es importante?
— Eso no te importa.
Escapé hacía mi habitación y me paré unos segundos detrás de la puerta nerviosa. ¿Cómo fui tan tonta para equivocarme? Fue sumamente incómodo. No volveré a tomar ese delicioso vino.
Fui hasta el baño para notar mi maquillaje corrido y cabello desordenado. Lavé mi cara e hice una cola de caballo rápida.
Minutos después tocaron la puerta. Era Xanix con una cálida sonrisa.
— ¿Pudiste dormir bien? —preguntó
— Si, si claro... —Kruel se asomaba por la puerta de su habitación que estaba enfrentada a la mía, sacudió su pelo y fue directo al comedor donde ya se encontraban mis amigos desayunando.
— Te traje una muda de ropa limpia. Cuando estes lista veni a desayunar con nosotros.
— Te lo agradezco. —dije amablemente.
Xanix me había traído un vestido color orquídea junto a una diadema dorada. Estaba precioso.
Me dirigí hacía el comedor deseando que nadie haya escuchado la discusión de anoche.
Kruel, sentado en la mesa, me observaba con desagrado mientras comía un pedazo de pan con mantequilla.
Me senté en la mesa junto a Gless y devoré un pedazo de queso. Él me saludó y preguntó como había dormido. Traté de disimular la incomodidad de aquella pregunta.
— ¿Cómo te encuentras? —le pregunté a mi primo ubicado en la esquina de la mesa.
— Aún me duele los puntos pero estoy mejor. —respondió.
— Asegúrate de no hacer mucho esfuerzo, ¿de acuerdo Entrick?
— Claro, prima.
Gless me ofreció un vaso de jugo de naranja, acepté con gusto. Estaba fresco y delicioso.
El muchacho de pelo rosado tocaba el laud.
— ¿Quien es él? —le consulté a Xanix que se encontraba en frente mio.
— Se llama Cabo. Es muy bueno tocando.
— Si, es increíble.
— Rak. ¿Ya te presenté a mi hermano? —miró al chico a su lado— Se llama Frannco, es el segundo Co-líder de Nigzis.
— Un gusto, Raksey. —dijo simpático.
— ¿Qué tal Frann?
— Cualquier cosa que necesites nos tienes a ambos.

Durante la tarde paseaba por el bosque en busca de frutos. Toño, la figura paterna del grupo, me había enseñado todo lo que tenía que saber sobre los bosques del Oeste.
— ¿Estás perdida? —dijo una voz a mis espaldas.
— ¡Maldición! me asustaste...
— Je je je.

En las Montañas del FauriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora