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Christina pasó toda la mañana buscando trabajo sin éxito. Llegó al pequeño y viejo apartamento cansada y desanimada, pero decidida a no volver a casa de su padre como una perdedora. Recordó su apuesta con Nikolay del día anterior, así que abrió el refrigerador y vio un pollo. Aunque no sabía cocinar, se comprometió a preparar una rica cena. Se le ocurrió pedir ayuda a la señora Magnolia.

Con su mejor cara, Christina tocó la puerta de Magnolia. Del otro lado, la señora la miró con curiosidad y los brazos cruzados, mostrando su peor expresión.

—¿Qué quieres? —preguntó Magnolia con una voz severa.

—Buenas tardes, señora —dijo Christina, tratando de sonar modesta—. Necesito que me enseñe a cocinar un pollo. Quiero hacer un plato de tres tiempos.

Magnolia la miró incrédula, sin poder creer que una "princesita" quisiera cocinar.

—Está bien, sígueme —respondió Magnolia después de un momento, con una mezcla de sorpresa y resignación.

Ambas se dirigieron al apartamento de Nikolay. Christina se sentó en la mesa de la cocina con un libro de recetas, tratando de entender lo que debía hacer, pero sin éxito.

—No entiendo nada de lo que dice el libro —admitió Christina, frustrada.

Magnolia rodó los ojos y sugirió:

—Es más fácil cocinar pollo frito. A mi padre le gustaba mucho. Mira, tomas el pollo, le agregas sal y pimienta. En la sartén colocas aceite y lo fríes. Lo presionas con esta tapa y lo dejas cocinar.

Christina miró a Magnolia, pensando que sonaba fácil.

—¿Lo tienes? —preguntó Magnolia.

—Sí, recuerdo todo a la perfección —respondió Christina, con más confianza de la que sentía realmente.

Magnolia salió del apartamento, dejándola sola. Christina tomó el pollo y le agregó sal y pimienta, siguiendo las instrucciones de Magnolia. Encendió la estufa con cuidado, sentía el calor de la llama y el olor del gas. Colocó el aceite en la sartén y, cuando estuvo caliente, puso el pollo. Luego, presionó el pollo con la tapa, como le habían indicado.

Observó el proceso, asegurándose de que todo saliera bien. Sentía una mezcla de nerviosismo y determinación, sabiendo que esta era su oportunidad para demostrar que podía valerse por sí misma. El pollo chisporroteaba en la sartén y el aroma comenzaba a llenar la pequeña cocina.

—Esto no es tan difícil después de todo —se dijo a sí misma, con un atisbo de orgullo.

Mientras el pollo se cocinaba, Christina se aseguró de que la mesa estuviera limpia y ordenada. Sentía una nueva energía, determinada a cumplir su promesa y demostrarle a Nikolay, y a sí misma, que podía hacer más de lo que todos esperaban de ella.

Christina salió de la cocina al escuchar la puerta abrirse. Vio a Nikolay entrar y dejar las llaves en la mesa.

—¿Qué estás cocinando? Huele muy bien —dijo Nikolay, sonriendo ligeramente.

Christina, orgullosa de sus esfuerzos, respondió con entusiasmo:

—Estoy cocinando pollo frito.

En ese momento, escucharon un ruido sordo proveniente de la cocina. Ambos se miraron con preocupación y corrieron hacia la cocina. Al llegar, vieron el pollo completamente quemado, reducido a pequeños trozos negros y carbonizados.

—¡No puede ser! —exclamó Christina, llevándose las manos a la cabeza—. Solo me descuidé un segundo.

Nikolay arqueó una ceja, observando el desastre en la sartén.

—Tu cena está hecha chicharrones —dijo con un tono seco, señalando el pollo quemado—. Ahora, limpia todo este desastre.

Sin decir más, salió de la cocina, dejándola sola y desilusionada. Christina sintió un nudo en la garganta mientras miraba el pollo carbonizado y el caos que había creado.

La sartén estaba llena de restos negros pegados al fondo, y el aceite salpicado por todas partes. Las especias y los utensilios estaban dispersos por la encimera, y el olor a quemado impregnaba el aire.

—Todo lo que quería era demostrar que podía hacerlo —murmuró para sí misma, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos.

Con un profundo suspiro, Christina se armó de valor y comenzó a limpiar el desastre. Lavó la sartén, frotando con fuerza para despegar los restos quemados. Limpiaba las superficies, recogiendo los utensilios y las especias, sintiendo la frustración y el desánimo en cada movimiento.

Cuando terminó, la cocina estaba ordenada y limpia, pero su espíritu estaba abatido. Se quedó un momento, mirando la cocina en silencio, preguntándose cómo podría redimirse y demostrar que no era inútil. Sentía la presión de sus propias expectativas y las palabras de Nikolay resonando en su mente.

Christina se sentó en el sofá, sintiendo que Nikolay la juzgaba de la misma manera que su padre. Se sentía frustrada y abatida, convencida de que no importaba cuánto lo intentara, siempre sería vista como una inútil.

La puerta se abrió de repente, y Nikolay entró con varias bolsas en la mano.

—Ambos tenemos que comer —dijo, colocándolas en la mesa—. No es una cena de tres tiempos, pero es comestible.

Christina se levantó desganada y se acercó a la mesa. Nikolay le dio una empanada, sonriendo ligeramente.

—Hoy te has ganado la cena —dijo con un tono más suave, tratando de aliviar la tensión.

Christina tomó la empanada y se sentó de nuevo en el sofá. Aunque no era la cena que había planeado, el gesto de Nikolay la hizo sentir un poco mejor. Desempaquetaron la comida y se sentaron a comer en silencio, el ruido del papel de las bolsas y el aroma de las empanadas llenando el pequeño apartamento.

Nikolay mordió su empanada y la miró, notando su abatimiento.

—Sé que hoy no fue fácil, pero mañana es otro día —dijo, tratando de animarla—. Todos cometemos errores, y cocinar es algo que se aprende con práctica.

Christina asintió, masticando lentamente su empanada. El sabor cálido y reconfortante de la comida la hizo sentir un poco mejor, aunque seguía sintiendo la presión de las expectativas de los demás.

—Gracias, Nikolay —murmuró después de un momento, levantando la vista para mirarlo a los ojos—. Gracias por la cena y por... entender.

Nikolay asintió, sonriendo ligeramente.

—No te preocupes. Mañana intentamos de nuevo. Y esta vez, lo haremos juntos.

Terminó su empanada en silencio, sintiendo que quizás, solo quizás, las cosas mejorarían con el tiempo. El apartamento estaba tranquilo, aunque no había sido un buen día.

Mi Reino por un Amor©© (COMPLETA✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora