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Christina se levantó temprano y notó que Nikolay ya se había ido a trabajar a la fábrica. Decidida a hacer algo productivo, se preparó un mate y se sentó en la pequeña mesa de la cocina con el periódico, buscando posibles empleos. Mientras leía los anuncios, encontró uno que le llamó la atención: una empresa buscaba una secretaria que hablara inglés y francés.

Con la esperanza renovada, Christina tomó el teléfono y marcó el número.

—Buenos días, estoy llamando por el puesto de secretaria. Vi que necesitan a alguien que hable inglés y francés —dijo, tratando de sonar profesional y segura.

—Sí, así es —respondió un hombre al otro lado de la línea—. ¿Qué tamaño de busto tiene?

Christina se quedó en silencio por un momento, atónita por la pregunta. La indignación y la ira rápidamente la invadieron.

—Que tiene que ser el tamaño de mis senos con el trabajo?¡Eres un degenerado! ¿—gritó, antes de colgar el teléfono con fuerza.

Se quedó mirando el teléfono, su corazón latiendo con fuerza. La audacia del hombre la había dejado furiosa.

—¿Qué clase de personas son estas? —murmuró para sí misma, aún temblando de rabia.

Después de unos momentos, tomó un sorbo de su mate, tratando de calmarse. No quería que una mala experiencia la desanimara. Decidida a no dejar que un idiota arruinara su día, volvió a sentarse y siguió revisando los anuncios del periódico.

Aunque el incidente la había dejado con un mal sabor de boca, Christina sabía que no podía rendirse. Tenía que encontrar una manera de mantenerse sin depender de su padre. Mientras la mañana avanzaba, ella continuó llamando a diferentes lugares, con la esperanza de que el próximo intento sería mejor.

Christina siguió buscando y volvió a marcar otro número en el periódico. Saludó amablemente:

—Buenos días, estoy llamando por el puesto de gerente que requiere hablar inglés.

El hombre respondió afirmativamente, pero agregó:

—Necesito que trabaje horas extras durante la noche y que me acompañe al sauna para hacerme compañía.

Christina arqueó las cejas, sorprendida y disgustada por la petición.

—Ese trabajo no es lo que estoy buscando y claramente no soy la persona correcta para el puesto —dijo con soberbia antes de colgar el teléfono—. Idiota —murmuró para sí misma.

Decidida a no dejarse desanimar, siguió buscando y marcó otro número. Esta vez, para su suerte, habló con una mujer.

—Buenos días, estoy llamando por el puesto de traductora—dijo Christina.

—¡Hola! Sí, estamos buscando a alguien con esas habilidades. ¿Podrías venir mañana para una entrevista? —respondió la mujer amablemente.

—¡Claro, estaré allí! —respondió Christina con entusiasmo.

Colgó el teléfono, sintiendo una ola de alivio y felicidad. Finalmente, una oportunidad real. Se levantó de la mesa con una sonrisa y comenzó a planear qué llevaría a la entrevista. La perspectiva de conseguir un trabajo y demostrar su valía la llenaba de esperanza y determinación.

El resto del día pasó más rápido con la expectativa de la entrevista. Christina se sentía animada, segura de que su suerte estaba cambiando.

Estaba lloviendo en la mañana cuando Christina se vistió con ropa decente y sofisticada, lista para su entrevista. Nikolay, observándola, se ofreció a llevarla al lugar. Al llegar, estacionó el viejo auto frente a un moderno edificio de oficinas.

Mi Reino por un Amor©© (COMPLETA✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora