Capitulo 10

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Danielle

Dormir es para estúpidos.

Al menos eso es lo que me digo a mí misma en la noche dos sin dormir. Después de asegurarme de que SeollA llegara a salvo a casa y de ver una pelicula juntos, salí de la casa para ir a ver a Haerin nuevamente. Cuando la dejé esta noche, estaba alterada y un poco borracha. Me costó mucho irme, pero la única razón por la que me fui fue porque sabía que solo sería cuestión de horas antes de que regresara.

Clic.

Giro la perilla y empujo la puerta hacia adentro después de desenganchar las tres cerraduras. El apartamento es oscuro y silencioso. Deslizándome dentro, me aseguro de cerrar la puerta lo más silenciosamente posible. Por un momento, me quedo quieta con la espalda pegada a la puerta, impaciente cuento los segundos, luego los minutos, y eventualmente, pasa una hora antes de que me sienta cómoda para continuar. Me quito los zapatos y camino por la casa. Anoche y hoy temprano, aprendí mucho sobre ella. Esta noche, tengo la intención de averiguar más. Si no encuentro nada, valdrá la pena volver a verla dormir.

La puerta de su dormitorio esta entreabierta y la habitación está oscura. Quiero encender una luz para mirarla, pero por los sonidos de su suave respiración, no creo que esté durmiendo profundamente como la noche anterior. Con movimientos lentos y silenciosos, tiro de la cortina hasta que la luz de la luna brilla sobre su cama desde la ventana. Me decepciona ver que está durmiendo con una camiseta en lugar de desnuda como la última vez.

Tendre que arreglar eso.

Merodeando por la habitación, me acerco a su cama. Se ve angelical a la luz de la luna mientras duerme, tan delicada y perfecta, frágil como una muñeca de porcelana. La idea de que alguien la rompa hace que la furia burbujee dentro de mi.

Antes, cuando indagué a SeollA sobre lo que habían hablado, mantuvo los labios cerrados. A pesar de mi molestia por quedar fuera del circulo, no pude evitar sentir un sentimiento de orgullo de que mi Haerin fuera capaz de generar un sentido de amistad con SeollA. Mi hermana no tiene amigos, sus problemas hacen que le resulte dificil hacerlos o mantenerlos. Los novios no existen, mi hermana no puede cuidar de sí misma, y mucho menos de los demás, por eso depende tanto de mi. El hecho de que ella pareciera tener este deseo de cuidar a Haerin, incluso tanto como para proteger un secreto, fue enorme para SeollA.

Tal vez la pulcritud de Hae se contagiaría a SeollA.

La mera idea de Haerin criticando el desorden de SeollA me tiene reprimiendo un escalofrío. SeollA se parece demasiado a mamá, ella se tambalea en ese borde entre la cordura y la pérdida, me aterroriza. Intento atarla a mi para que, si se cae, pueda volver a tirar de ella. De vez en cuando, hago precisamente eso, pero lo que mas me preocupa es que nuestra conexión no sea lo suficientemente fuerte, que un día se caerá y simplemente se romperá. Mi hermana estará tan ida como nuestra madre.

Me siento en el borde de la cama y retiro el cabello de la frente de Haerin para poder ver sus ojos, están cerrados y su boca esta entreabierta, ella duerme profundamente. Con una sonrisa, retiro las mantas y observo su forma perfecta.

¿Quién necesita dormir cuando pasas la noche teniendo esta visión?

Empiezo a tirarle lenta y sutilmente la camiseta, pequeños movimientos que no se sentirán mientras duerme. Con cuidado, paso sus brazos a través de los agujeros de su camisa y luego, finalmente, le quito la camisa por completo, sus tetas son absolutamente divinas a la luz de la luna. Con un suspiro, llevo su camisa al cesto y la tiro dentro. Luego, hago mi camino de regreso hacia ella, las bragas de color rosa pálido son lo único que usa ahora. Quiero que esas también se vayan.

Mis dedos tiran de la tela y puedo deslizar suavemente el material por sus muslos. Una vez que paso por sus rodillas, ella suspira suavemente. Hago una pausa en mis esfuerzos mientras mi corazon se acelera en mi pecho. Si me encuentra así, desvistiéndola, las cosas podrían empeorar muy rápidamente. Sin embargo, su respiración se nivela y me dispongo a deslizar sus bragas por el resto del camino. En lugar de tirar la ropa interior al cesto, la guardo como simbolo. Inhalo la tela, mi boca se hace agua por su aroma único antes de meterlos en mi bolsillo.

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