Capitulo 22

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Marsh Danielle

—Esto está jodido —gruñe Jay al teléfono. Me pellizco el puente de la nariz y asiento.

—Lo sé, pero es la verdad.—

—¿Cómo está ella esta mañana?—

Miro hacia el baño.

La puerta está cerrada mientras se seca el pelo.

—Contemplativa pero receptiva.—

Ella gruñe.

—¿Y eso que significa?—

—Significa que está más callada que de costumbre, pero no me discutió cuando me la follé esta mañana en la ducha.—

Se le escapa un largo suspiro de decepción.

—¿Ahora en que página están ustedes dos? Odio sonar como un idiota, pero ¿por qué ella todavía está contigo?—

Su teléfono suena sobre la mesa. Ignorándolo por un momento, dejé escapar un profundo suspiro que había estado conteniendo en el momento en que vi que era SeollA.

SeollA: ¿Podemos almorzar hoy?

Mi corazón se hincha.

—¿Hola? —pregunta Jay.

—Lo siento —gruño— Te veré en la reunión esta mañana. Hablaremos después —cuelgo abruptamente, mi atención se centra en algo nuevo.

Yo: Soy Danielle. Haerin se está secando el pelo. Estoy seguro de que le encantaría ir a almorzar. Tengo una cita con una clienta de Londres a las 9. ¿Puedes recogerla en la oficina?

SeollA: Por supuesto.

La secadora se detiene y, un segundo después, se abre la puerta del baño. Hae esta absolutamente impresionante hoy. Su sedoso cabello negro ha sido alisado y me encanta cómo los mechones brillan con la luz del sol que entra por la ventana. Una toalla permanece envuelta alrededor de su cuerpo, tiene marcas rojas, marcas que hice al chuparla toda la noche y hasta la mañana.

—¿A quién le escribes? —ella pregunta

—SeollA, quiere que desayunes con ella —busco su mirada. Despues de todo lo que paso anoche, siento que ella es frágil. Necesito volver a armarla si comienza a romperse de nuevo.

Ella toma su teléfono y lee los textos.

—De acuerdo.—

Solo había logrado volver a ponerme los pantalones. Sus ojos vagan antes de darme la espalda. Agarro sus caderas y la atraigo hacia mi regazo. Mis brazos serpentean alrededor de su cintura.

—¿Te sientes bien? —pregunto mientras presiono besos a lo largo de la parte posterior de su hombro.

—Sorprendentemente, si —dice con un suspiro, relajándose contra mí— Debería estar enojada y herida, pero no estar contenta —sus hombros se hunden— No debería estar feliz.

Tiro de su toalla suelta y luego la ínsito a que se siente a horcajadas sobre mi para poder ver su rostro. Mis dedos suben por sus costillas a ambos lados mientras la miro, mi mirada es feroz.

—Deberías estar tan jodidamente feliz, cariño —argumenté, presionando besos en el hueco de su garganta mientras aprieto su trasero desnudo. Sus palmas encuentran mis mejillas y frunce el ceño.

—Esto no es normal, Danielle. Nada de esto es normal. Estamos enfermas.—

Deslizo mi mano hacia arriba para ahuecar la parte de atrás de su cuello y la acerco más. Nos besamos suavemente. Nuestros besos son tiernos y llenos de promesas. Me alejo un poco y descanso mi frente contra la de ella.

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