Capitulo 25

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Marsh Danielle

—¿Qué has hecho? —Ji-yong acusa de nuevo.

Esta tan furioso que alguna vez me hubiera asustado, pero ya no tengo miedo.

Danielle me pidió que fuera valiente.

Danielle sabía que esto sucedería.

—La respuesta siempre fue no —le susurro— Nunca se te permitió tomar de mí. Y ahora pagarás.—

Otro estallido.

Mis ojos se cierran por un momento y luego Ji-yong me ataca.

Chillo y me retuerzo, pero detengo mis movimientos en el momento en que la sangre caliente brota sobre mi pecho desnudo. Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy horrorizada y eufórica al mismo tiempo.

Él está muerto.

Ji-yong, el monstruo de mis tantas pesadillas como de la realidad, no es más que un cráneo reventado en un cuerpo inmóvil. Me desconcierta cómo en un momento la habitación está llena de maldad y al momento siguiente está completamente apagada.

Es pesado, pero me las arreglo para apartarlo de mí.

El dolor en mi pecho sigue allí.

Mi madre grita con voz ronca desde el final del pasillo.

Con piernas temblorosas, mientras la sangre gotea por mi cuerpo desnudo, me dirijo a su habitación. La tristeza me inunda en el momento en que veo su frágil forma acurrucada en la cama. Cuando me ve, se acerca a mí como si estuviera tratando de aferrarse a un sueño que se le está escapando rápidamente de las yemas de los dedos.

—Mamá —sollozo mientras me tambaleo hacia ella. Me meto en la cama junto a ella mientras nos abrazamos frenéticamente.

—E-Estás realmente aquí —llora— Me dijo que vendrías, pero que no viviría lo suficiente para verte. Oh, mi niña.—

—Él dijo que te mataría. Es por eso que me fui hace tantos años —tartamudeé entre lágrimas.

—Shh, cariño, shh, estás aquí ahora. Eso es todo lo que importa —arrulla.

Todavía la estoy abrazando cuando dos brazos fuertes me agarran por detrás. Empiezo a gritar como un alma en pena salvaje, pero luego me desplomo cuando la huelo.

Danielle.

Ella vino por mi.

Ella mató al monstruo tal como lo prometió.

—Estoy aquí, Haerin —murmura, sus labios depositan besos sobre mí. Me cubre con una manta y me abraza fuerte— Siempre estoy aquí.—

—Y-yo fui valiente —le digo.

—Sé que lo fuiste. Nunca tuve una duda de que lo serías.—

(...)


La última semana ha sido un torbellino, policías del FBI.

Lidiando con mi madre mudándose a la ciudad. He estado caminando en una niebla. Si no fuera por Danielle, habría dejado que todo el estrés me tragara.

Pero ella es más que la tormenta. Ella es también la calma dentro de ella. Con la paciencia de una santa y la lengua suave de un pecador, ha tejido un cuento en el que creen. Su investigador privado, Dusty, tenía todo tipo de información sobre Ji-yong. Después de que Danielle disparó a los hombres, Jay se llevó el arma y los casquillos. No había ninguna prueba que la policía pudiera encontrar.

No es que estuvieran realmente preocupados por Ji-yong y sus matones. Una vez que descubrieron que era alguien en la lista de buscados del FBI, sus esfuerzos cambiaron de querer encontrar al asesino a encontrar a las mujeres desaparecidas de Ji-yong, creían que estaban escondidas en alguna parte. Pude contarles lo que sabía sobre sus antiguos terrenos y residencias pasadas. Y con la información que tenían de Dusty, pudieron invadir algunas ubicaciones. El mismo día que Ji-yong fue asesinado, el FBI encontro el almacén donde se encontraron diecisiete niñas y mujeres de entre quince y treinta años.

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