Capitulo 12

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Marsh Danielle

Despues de pagar y darle al empleado la dirección de mi oficina, busco a Haerin. Sus ojos estan angustiados mientras mira fijamente al frente. Tiene los hombros rígidos y su piel es palida.

¿Qué carajo?

Me acerco a ella y me arrodillo justo en frente de ella. Sus bonitos ojos marrones están perdidos. Esos labios rosados y regordetes que son muy besables, ahora están pálidos, ella está en una zona, atrapada en un recuerdo.

Sé demasiado bien cómo se siente eso. Es una mierda.

Acuno su rostro con mis palmas e inclino su cabeza para que me mire.

—Hae, cariño, ¿Qué pasa?—

Sus ojos brillan con lágrimas y un sonido de desesperacion sale de su garganta. Sin pensar, le doy un beso en la mejilla y luego en la nariz, luego a su frente contra una cicatriz blanca palida. Cuando arrastro mi nariz contra la de ella, su respiración se acelera. Nuestras bocas están tan cerca de besarse que me vuelve loca.

—Danielle —murmura, su voz tan malditamente suave.

Me alejo y la miro con el ceño fruncido.

—¿Qué acaba de suceder?—

Su cuerpo entero se estremece cuando la vergüenza cruza sus facciones. Pasa su mirada más alla de mi mientras se muerde el labio entre los dientes.

—Nada.—

Maldita mentirosa.

Me abstengo de poner los ojos en blanco. En cambio, la complazco.

—Está bien —digo con un suspiro— Vamos a almorzar.—

Ella no se resiste cuando tomo su mano en la mía y la guio fuera de la tienda. Quiero llevarla a un lugar agradable, pero el lugar más agradable del centro comercial es un restaurante mexicano. Afortunadamente, nos ponen en una cabina redonda en la esquina trasera, lejos de todos. Soy capaz de sentarme cerca de ella con mi mano aun agarrando la suya.

Odio lo distraída que está. Lo que sea que tenga su pasado, tengo la intención de sacudirlo para poder inspeccionarlo. Alguien la lastimó, y le hare daño a ese alguien.

No es hasta después de haber pedido nuestra comida y bebida que ella parece recuperarse.

Su mano intenta separarse de la mía, pero la agarro.

—Está bien —le aseguro y le doy un apretón en la mano— Estás a salvo ahora.—

Sus ojos se lanzan a los míos y sus mejillas se ponen rojas.

—Oh, Dios mío. Lo siento mucho por eso.—

—¿Ataque de pánico?—

Se muerde el labio inferior y se encoge de hombros.

—Algo como eso.—

Dejo escapar un profundo suspiro y alargo la mano para tomar un totopo.

—Las amigas se confian las cosas.—

Esta vez, ella es la que deja escapar un profundo suspiro.

—Algunas cosas es mejor dejarlas encerradas en el pasado. Algunos monstruos pertenecen allí.—

Liberaré a sus monstruos.

Porque una vez que esten libres, puedo encontrarlos y matarlos.

—¿Cual es su nombre? —yo sondeo.

Ella se estremece y sacude su mano de mi agarre.

—Él no era nadie.—

—Él era alguien. Tengo la ligera sospecha de que él es la razón por la que haces todo lo posible para protegerte. Ese apartamento de mierda que se paga en efectivo es una de esas formas.

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