Her Will [Prince!Kokichi Ouma x Plebeian!Reader]

Capítulo 5: Una última vez...

No muchas horas después Monaca regresó con un saco al hombro, explicando que había tomado consigo algunas prendas de vestir, objetos de aseo y alimentos para dejarlos en su pequeño escondite, después de todo, no podía dejar que la peli___ muriese de inanición. Luego comenzaron sus prácticas. Ambas se encontraban en el vasto campo de césped morado, la peliverde, varita en mano, comenzaba a recitar conjuros incomprensibles para la contraria, pero pudo comprobar que la pequeña hechicera era habilidosa, pues a pesar de la complejidad de sus palabras no cometía errores. Generalmente, Monaca dirigía sus hechizos a objetos que la peli___ cargase consigo. Deshaciendo sus pulseras o reformándolas, devolviendo guantes o calcetas a su previa forma como fibras de seda y luego devolviéndolas a su forma correspondiente. Su precisión era perfecta y se notaba que se lo tomaba muy en serio. Aparentemente su hermana tenía expectativas elevadas que ella no quería defraudar.

Claro que hubo problemas con el entrenamiento, como esa ocasión en la que un Phii robó la varita de Monaca mientras conjuraba, quedando la criatura bajo su hechizo. Ambas miraron con sus ojos bien abiertos como el Phii alcanzaba un tamaño descomunal, por lo que la peliverde rápidamente llamó su varita hacia su mano y devolvió a la criatura a su tamaño normal. Pero el momentáneo incremento del tamaño del pequeño animal alado no pasó desapercibido para algunos civiles de Verilye que se encontraban en la periferia de la ciudad, y entre los que, para bien o para mal, se encontraban los hermanos mayores de Monaca.

Y claro que van a estar buscando a su hermana, después de haberla visto entrar en la casa, pillar cosas en un saco y salir corriendo con las mismas prisas. ¿A dónde iba con tanta carga y tanto entusiasmo? Inmediatamente pusieron marcha hacia el lugar de los hechos. Mientras tanto, Monaca se encontraba empujando a la peli___ al interior de su pequeño escondite con un estado de pánico notable.

-¿Qué pasa, Monaca? ¿No sigues con las prácticas? ¿Por qué las prisas? _preguntó la fémina, apenas pudiendo caminar derecha._

-Luego, luego será. Rápido, escóndete. Alguien pudo haber visto a ese Phii colosal desde la ciudad. Vendrán pronto, no pueden hallarte. _se explicó con prisas la hechicera antes de que la contraria siguiera sus indicaciones y corriera al interior de la.cueba, dando dos toques en la pared rocosa y atravesando la puerta una vez estuvo esta presente. Monaca suspiró pesadamente con alivio momentáneo, que no duró demasiado al escuchar voces familiares llamar su nombre_

-¡Monaca! _exclamó su hermana. La aludida se tensó sobremanera y pegó un brinco en el sitio antes de voltearse a ver a sus hermanos mayores. Su hermana, una chica esbelta, de hebras rubias un tanto rizadas en sus puntas, ojos celestes de largas pestañas y usando un atuendo similar al suyo, varita en cinturón y vestido color rosa pálido. Largas botas negras cubrían sus piernas y el talismán que le identificaba como maga de tercer orden siendo usado como colgante.

-M-Miu... _musitó Monaca con nervios notables, ahora dirigiendo su mirada al acompañante de la rubia, su hermano mayor. Un joven esbelto, de hebras rubio verdoso cuyo flequillo adornaba agraciadamente el lado izquierdo de su rostro. Sus irises verdes le miraban con preocupación. Su atuendo consistía en una camisa blanca de largas mangas, pantalones negro noche al igual que sus botas de cuero bajas. Una cadena plateada a la altura de la cadera sostenía su varita, y un colgante plateado, que le identificaba como candidato a Sabio de Artes Oscuras, orgullosamente colocado, que caía sobre su pecho. _Y Rantaro... ¿Qué les trae por aquí?

-¿Bromeas? Los artesanos de la ciudad sufrieron un espanto único al ver a ese Phii enorme. ¿Ha sido cosa tuya? Mira que te he dicho que no debes ponerte a jugar con tus conjuros. _le sermoneó la rubia, a lo que Monaca se encogió en su sitio, agarrando nerviosamente su varita con ambas manos.

-No estaba jugando, estoy practicando para la selección. _se defendió la peliverde menor, cuyo argumento pareció relajar a ambos hermanos mayores suyos_