Alana Morel:
Mi profesión es la mejor que pude elegir, sin duda alguna he podido ayudar a los demás, a personas que son como yo, a entenderlos, a poder ayudarlos.
A veces nos conseguimos con problemas en la calle, en el trabajo, menos en la casa, mi casa es mi hogar seguro, mi mujer es mi lugar seguro. Mi problema se desencadenan con varias personas con las que me llego a topar, son del todo injustos ellos, intento entender por qué son así, pero no me dejan por completo, me hacen sentir un poco mal, me recuerda los días en donde mis ex's, no me entendían. De hecho, la gente me utilizaba. Se aprovecharon de mi condición, y siendo tan manipulable caía. Pero, ¿Diana? Fue y es todo lo contrario, Diana a pesar de mis errores sigue aquí conmigo y nunca me ha dejado sola.
Recuerdo sus palabras “Me escribes cuando quieras, ¿ok? Sé que no te sientes “bien”.
Recuerda que aquí estoy para lo que sea, nunca te dejaré sola (sé que has escuchado esa palabra de otras personas que se terminan yendo, pero yo no me voy a ir).
No me iré, no me fuí hace un año, ni hace meses, no me iré ahora.
Te amo, mi chiquita.”En ese momento pasaba por muchas cosas, había terminado con Serbia, me alejé de Carla y estaba siendo ignorada por Mariam, Mariam fue una chica de España que conocí por internet y también personalmente, ella un 3 de julio de ese año (antes de volverme novia de Diana) se fue como si nada, dejándome triste, me atraía un poco, pensé que si me quería, pero vaya sorpresa me lleve al darme cuenta que solo jugó conmigo, y lo hizo aprovechándose de mi inocencia, días después me enteré por otros medios que se burlaba de mí, eso me hirió. Pero no obtuvo lo más preciado de mí, no, porque mi corazón desde hace tiempo tenía dueña «Diana» que aún lo es y lo será.
Pero bueno, de esas situaciones se aprende...
—¿Pensando en qué, señorita?—interrumpen mis pensamientos.
—En como la cagué. —respondo con la mirada perdida.
—¿Otra vez pensando en eso? —me pregunta.
—Sí, Diana. —suspiro.
—¿Todavía estás enojada conmigo? —me pregunta.
—Sí. —contesto seco.
—Bueno, me retiro, iré a escuchar música a la habitación. Te amo. —me dice mientras intenta darme un beso en la frente y termina dandomelo en la cabeza.
—Ok. —es todo lo que pronuncian mis labios.
—No. —se devuelve. —Hablemos.
—¿De qué vamos a hablar? —le pregunto mirándola seriamente.
—Amor, ya. —me dice con los ojos llorosos. —Sabes que te amo y que nunca dejaré de hacerlo, estoy tan enamorada de tí, Alana, muy enamorada de hecho.
—¿Y esa chica qué? —le pregunto intentando que me explique las cosas.
—Cariño, por Dios, sabes cómo es porque te consta y no, no estuvo bien que los chicos bromearan con ella y conmigo. Detesto a Sakra y lo sabes. —me responde intentando no llorar.— Solo te amo a tí, maldita sea. —me mira.
Doy pequeños pasos hacia ella y la tomo de la cintura.
—Lo sé, pero me pongo súper seria cuando veo algo que no me gusta o cuando estoy súper celosa. —le susurro.
—¿Estabas súper celosa? —me pregunta mientras me mira y toca con sus manos mis hombros descubiertos.
—Sí, súper celosa. —le respondo mientras mis fosas nasales se pasean por su cuello.
—¿Por qué? —me pregunta con tranquilidad.
—Porque eres mía y de más nadie, todo de tí grita mi nombre. —le respondo y luego...
En ese momento el timbre suena.
¿POR QUÉ JUSTO CUANDO ESTABA A PUNTO DE BESARLA?
QUE FRUSTRACIÓN.
Voy a abrir con una cara de los mil demonios.
—¿Otra vez tú? —pregunto y veo al chico del supermercado asentir— Chau. —cierro la puerta sin dejarlo hablar.
Observo a mi mujer, pasando saliva y deseosa de ella, me acerco.
—A ver, preciosa, dame un beso. —la vuelvo a tomar de la cintura.
—Amor, ¿otra vez? —me pregunta, pero no refiriéndose a los besos.
—Sí. —le respondo relamiéndome los labios.
—Me duelen los senos por lo de ayer, y si hoy repites eso me dolerán más, cielo. —me dice y no evito hacer pucheros.
—Pero yo quiero teta. —le ruego.
El timbre suena.
—Está bien. —pausa— Pero más tarde, el timbre está sonando, anda a abrir. —me ordena.
Me giro y me dirijo a abrir, preparada para volver a cerrar la puerta si llegase a ser el chico de nuevo.
Es Rou.
—¡Hello! —saluda eufórica y entra como si nada, deja su bolsa en la mesa y se sienta en el sofá.
—Hola, llegaste. —le digo y ella me saca el Dedo.
—No me digas que... —se tapa la boca — Ustedes viven en esa.
—Callate, Diana y yo estábamos en un momento romántico. —me cruzó de brazos, estoy parada frente a ella.
—Muchachas, ¿y esas cortinas negras? —pregunta asombrada y ¿asustada?
—Después te cuento. —Diana habla, había permanecido callada hasta ahora.
NECESITO UN MOMENTO A SOLAS CON MI MUJER.
Siento que voy a morir, necesito saciarme de ella.
—¿Vieron lo de ayer? —pregunta y yo niego.
—Taylor va a sacar nueva música después de un año. —comenta y sonrío.
—Eso es bueno de saber, así tendré más canciones que dedicarle al amor de mi vida. —digo mientras miro a Diana, quien sonriendo se acerca a mí y me besa.
MI BESOOOO.
Pero necesito más.
—Mira, rata, ¿y como fue eso de que hubo discusión entre tú y Olivia? —me pregunta Rou, pero no presto mucho atención ya que solo me fijo en como mi mujer menea esas caderas mientras se retira, pues, se va a bañar.
—¿Ah? —digo apenas pierdo de vista la silueta de mi mujer.
—Ya nada. —se ríe.
—Está bien, ¿cómo está todo? —digo sentándome casi al lado de ella.
—Bueno, te cuento... —habla Rousy.
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TROUVAILLE
Roman d'amourDiana tiene que enfrentarse a su pasado, uno que la persigue. Solo pasaron tres años, pero su recuerdo sigue ahí, ¿cómo lidiará ella con eso? Un reencuentro la hará poner su mundo de cabeza. ¿Se negará a sentir una vez más cuando vea a esta persona...