♡CUATRO♡

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Diana Bowles:

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Diana Bowles:

No dejo de pensar en ella, esto se está repitiendo de nuevo.

Bueno, nunca he dejado de pensar en ella, en la chica que hablaba de un futuro conmigo, futuro en dónde nos casaríamos, tendríamos hijos, y en la que nunca dejó de llamar suegros a mis padres.

¿Y si la llamo?

Después de todo, esperé un tiempo, la esperé por mucho tiempo.

Bueno, no se pierde nada con intentar, ¿no?

Marco a su número y al primer repique contesta, ¿estuvo esperando mi llamada acaso?

Sonrío cómo pendeja, mi corazoncito parece un loco.

—¿Hmm, hola? —dice haciéndose la loca, ella sabe que soy yo y se pone con esa.— ¿Quién me solicita? —carraspea.

—Chita la de Tarzán, es que tenemos inconvenientes en la selva y necesitamos de otra mona.—digo y escucho su risa a través del celular.

—Vaya, yo pensaba que era el amor de mi vida. —murmura triste.

—¿Lo soy? —pregunto, recordando que una vez subió un video de su ex, en dónde ella colocaba que esa chica era el amor de su vida.

Mi sonrisa desvanece y me tenso un poco.

—Eres la persona que más me ha amado, la que siempre estuvo, pensé que había conocido el amor verdadero hasta que tú llegaste. —comenta suspirando.

—Me lo dices en persona, ¿va?—digo un poco seca.

—Sé que no me crees, que mereces una disculpa de mi parte, un perdón, más bien. —se sincera.

Aprieto mi pierna derecha con mi mano izquierda.

—Estás en lo correcto, Alana. —bufo.

—Tenemos muchas cosas de que hablar, ¿puedes venir o yo voy? —pregunta.

—Ven tú. —digo.

Ella corta la llamada, yo dejo el celular en la mesa, no sin antes pasarle la dirección, y me acuesto en el sofá mirando al techo, a esperarla.

Tengo muchas cosas por decirle, cosas que antes no le dije y sé que algunas las expresaré con frustración.

•★•

—Empieza. —me cruzo de brazos y bostezo mirándola, ella está sentada en el sofá.

—Bueno, hmm, cómo te dije antes, no fue mi intención, no quería lastimarte porque ya mucha gente lo había hecho y porque te amaba, aún lo hago. —habla, ¿no quería hacerme daño? Wow, terminó haciéndolo.— Solo tenía dieciséis, yo a ella la conocí antes que a tí, siempre hablaba con ella y yo... —no la dejé terminar.

—Y tú me decías que estabas enamorada de mí, mientras a ella le decías que te gustaba, ¿quién carajos deja de amar a alguien tan rápido, Alana? —expreso enojada.

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