Capitulo 8

26 10 14
                                    

─Greeicy Heaven, un gusto ─dije.

─A esta hora hace hambre, ¿verdad? ─me miró fijamente a los ojos, me sentía un poco nerviosa, tengo un punto débil al ver que me están viendo directo por un prolongado tiempo y no soporto eso y bajo la mirada. Sus ojos cafés le dan una mirada profunda, y, a decir, se veía como aquellas personas que gritan ser buena persona... Ay, ¿qué cosas digo?─. ¿Estás bien? 

─Eh... sí, estoy bien ─dije, sonriendo nerviosamente. Esto nunca lo había experimentado, es raro.

─Bien, por cierto... toma ─dijo dándome lo que era mi teléfono─. Cuando chocaste conmigo y saliste corriendo, me di cuenta de que se te había caído. Perdón por prenderlo, quería que ver si había alguna foto de fondo de pantalla y al ver tu foto ─sonrió─, pues tuve razón. Y te estaba buscando para dártelo ─nunca quita su sonrisa. Es bella, resaltaba su rostro.

─Oh. Pues muchas gracias. Pensé que lo había perdido ─me siguió sonriendo y me miraba tan dulcemente a lo que esta vez me quedé mirando también.

─Bueno, te dejaré almorzar ─me dio el teléfono y nuestras manos se tocaron y mi cuerpo no reaccionaba─. Te veo después ─dijo dándome una última sonrisa y tocó mi hombro.

Me quedé paralizada por lo último. ¡Atrevido!

─Hola, Grey ─dijeron las chicas sonriéndome maliciosamente.

Genial, lo que me faltaba.

Me llenaban de preguntas acerca de él y sólo les dije que me dio mi celular, aunque estaban de tercas queriendo saber acerca de la tocada en mi hombro, no mencioné nada al respecto, porque ni siquiera yo lo sabía. Al recordar eso ya no les presté atención y sólo escuchaba interiormente los latidos de mi corazón.

Conforme pasaban los días iba viendo al hermano de Elsa a cada rato, hasta por fuera de la escuela. A veces solía verlo en diversos lugares, pero solo éramos nosotros, como cuando fuimos al centro de guitarras porque quería comprarle a Leslie su reemplazo de cuerdas, al parecer ese día me la pasé tan bien con Ed, tenemos cosas en común y eso nos sacaba algún tema.

Le tomé un cariño muy bonito a Ed. Él era un asistente para maestros ya que intentaba buscar una vocación aún. Él se había graduado temprano de la preparatoria, sin embargo, su futuro aún se veía borroso.

Nos habían elegido en una competencia para representar a mi escuela en Norte Carolina en un torneo de porristas. Él pudo acompañarnos ya que su rotación en asistir profesores cambió hacia el lado atlético y nuestra entrenadora se estresaba con facilidad en estos eventos y estaba agradecida de tener un asistente. Ensayábamos por varias horas y después teníamos tiempo para relajarnos y quizá salir a visitar Charlotte.

Una vez después de ensayar, salimos a comer y a pasear. Éramos demasiadas chicas y cuatro chicos, y la entrenadora le había dado algunas horas a Ed ya que había lidiado con nosotras todo el día mientras ella hablaba con la gente que organizaba el evento y hacía algún papeleo. Dado que éramos muchas chicas, pensé que la entrenadora no se percataría de mi presencia si me iba por una hora.

Ed y yo caminábamos por un parque en la tarde, no tan lejos del evento. De repente él se detuvo y liberó ciertos sentimientos que sentía por mí. Mi cuerpo no reaccionaba para poder decir algo, sólo temblaba, tal vez yo también sentía lo mismo a pesar de que él es mayor que yo, pero eso no me importaba en aquel tiempo. él siempre mantuvo distancia entre nosotros, pero no esa vez.

Se sentía mal, pero a la vez me gustaba lo diferente que iban las cosas. Yo fui creando cierto amor platónico hacia él sin decírselo a él, ¡a nadie!, y yo nunca me atreví a dar el siguiente paso porque no le veía un futuro por ningún lado. Y, quizá hubiese sido mejor que las cosas continuaran así, sin que él me haya besado de la nada aquella tarde, y sin que me diera cuenta de que, en lo profundo, él sentía algo por mí. 

Ya era hora de marcharnos de nuevo a Nueva York la mañana siguiente. Durante el vuelo yo iba a lado del pasillo y él iba en el asiento del pasillo a lado del mío, platicamos mucho en voz baja. Por la mayoría del vuelo, me mantuve en silencio, mi compañero del equipo intentó charlar conmigo pero le prestaba poca atención. Mi mente estaba llena de tanto pensar en ambos, en si habría un nosotros. Seguramente nadie lo vería bien.

Llegamos al aeropuerto, me esperaban Max y Paulo, ya que mis padres se encontraban trabajando como de costumbre. Me despedí de él y del equipo, intenté hablar con él un poco antes de que tuviese que irme, pero él se había dado la vuelta y fue con la instructora. Así que olvidé a lo que iba y me giré hacia mi familia para por fin irnos.

Max y Paulo me llenaban de preguntas acerca del viaje ─sólo fue un fin de semana─, les respondí a todo y quedaron satisfechos a mi parecer. Llegamos, me tomé un baño, y rápido acomodé mi mochila para la escuela ya que era Domingo por la tarde y dormí con una gran sonrisa. A pesar de no hablar tanto de un nosotros, yo sentía que había uno.

Sin embargo, el color rosa pasó a ser gris.

En mi primer año de preparatoria, las cosas cambiaron demasiado. Yo aún seguía siendo amiga de Eduard, incluso después de ciertas insinuaciones, pero, yo siempre lo miré de otra manera, aunque sabía que él no me veía como una amiga del todo. Llegó un día en el que Ed se tenía que ir del país porque él siempre sintió que pertenecía en otro lugar. No lo iba a detener, no podía hacerlo de cualquier manera. Prometimos hablar siempre, y, aunque el horario pudiese ser un problema, yo me aferraba a darme la idea de que era demasiado bueno como para perderlo.

Sabía que podía ser difícil y que podía llegar a ser doloroso.

Y... tuve razón. 

Dolió.

***

Heavens (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora