Mis padres se despedían de todos temprano en la mañana, recordándonos cientos de veces sobre que debíamos comportarnos, sobre los deberes y que debíamos mantenernos fuera de problemas, o si no, nos echarían a apartamentos individuales y rentarían el lugar. Los padres de los gemelos también habían venido, y se encargarían de llevar a mis padres con ellos, ya que papá decidió manejar el carro mío y de Max para que se quedara aquí, y en total había dos autos que todos podíamos usar.
Una pizca de extrañez se apoderó de mí, era raro que ellos se fueran y que nos quedaríamos solos, pero así tenía que ser algún día. En cuanto los vemos desaparecer en la calle, nos metemos en casa, yendo hacia la sala y todos tomando asiento; el sofá abarcaba toda una pared.
— ¿Ahora qué? —pregunta Nick.
—Podemos salir a conocer —recomienda Ethan—. Aunque ya sus padres nos llevaron a algunos.
—Si a salir te refieres a que hemos conocido el camino hacia el supermercado, entonces sí, claro que salimos —le sonríe Mark.
—Bien —continúa Max—, si quieren podemos salir a comprar comida para almorzar, a partir de mañana cocinamos ya que tenemos muchas cosas que terminar aquí hoy —los demás asienten y se levantan, yendo hacia la entrada. Miro a Sebas y me da una sonrisa sin despegar los labios antes de salir de mi vista.
—Yo tengo muchísimas cosas que aguardar —digo, Max y los gemelos se giran hacia mí—. Vayan ustedes, yo preparo la mesa para cuando regresen.
— ¿Estás segura? —pregunta Max—. No conocemos muy bien el vecindario, no sabemos lo que sucede aquí.
—Sí, estoy segura. No pienso salir —sonrío, tratando de convencerlo—. Sólo compren algo que me guste.
—Puede que tardemos —habla Kevin—, Pete y yo tenemos que ir al correo postal por unos paquetes. Tuvieron problemas con nuestra dirección.
—No se preocupen, me mantendré ocupada —los gemelos se despiden y salen. Max se acerca hacia mí.
—Te llamaré en menos de una hora para comprobar que estés bien, ¿de acuerdo? —asiento repetidas veces y me sonríe, me da un abrazo y deposita un beso en mi cabeza. Últimamente se ha vuelto más suave, es un poco raro.
—El amor ha descongelado tu alma fría —dramatizo y él gira los ojos.
—Cállate —se queja alejándose y me río.
— ¡Ese es mi hermano! —grito y logro que sonría antes de que salga de la casa.
Bueno, no se podía hacer mucho en una casa sola, pero sí cuando es una casa nueva. Puse música en mi teléfono y lo metí en un bolsillo, me ayudaría a motivarme para terminar con la mudanza. Había mucho que averiguar, que acomodar y arreglar. Casi era agotador tener que levantar la cama por mi cuenta para acomodar el tapete por debajo.
Me deslizaba por la madera lisa de los pasillos cuando iba en busca de algo en la planta baja. Eran casi las diez de la mañana cuando me encontraba en el comedor buscando clavos y un martillo, y en ese instante escuché el timbre sonar. Miré un punto fijo mientras procesaba que ese era nuestro timbre. Se escuchaba un poco distinto que al de Nueva York.
Apagué la música saliendo del comedor y yendo hacia la puerta. Los lados de la puerta principal eran de cristal, pero no lograbas ver con claridad quien estaba afuera, era de aquellos cristales ondulados y opacos.
El segundo timbre me hizo sobresaltar. ¿Acaso podía bajarle el volumen a esa cosa? Era demasiado ruidoso. Sin más preámbulo abrí la puerta y me encontré con tres personas.
Había una señora de estatura promedio, cabello castaño claro, piel clara y se veía carismática. Las dos personas a su lado asumí yo que eran sus hijos. Una pequeña de quizá dos años, cargando un recipiente redondo entre sus pequeñas manos. Y el último era un chico, se veía alrededor de veinte años, cabello rubio y liso y ojos azules como la pequeña, casi llegaba al marco de la puerta, juraba que sobrepasaba a Max, y eso me impresionó.
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Heavens (En Curso)
ChickLitGreeicy Heaven ha acumulado los problemas del pasado hasta el punto de afectar sus relaciones sociales, y con ello, sus relaciones amorosas. Fue así hasta que conoce al nuevo amigo de su hermano mellizo, quien poco a poco comienza a entrar en la vi...