Capítulo 9

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Pasaban los días, ya casi no hablábamos mucho por llamada. O por video llamada. O por mensaje de texto. El horario se convirtió en un problema, hasta el punto donde un día lo llamé, y él no contestó. Pensé que estaría ocupado así que no insistí. En la noche le envié un mensaje nuevamente y tampoco contestó. Los días pasaban, yo seguía sin saber nada de él, y llegó esa parte que temía que sucediera: Dejar de comunicarnos.

Lo más duro fue enterarme de que Ed tuvo una novia todo el tiempo.

Se llamaba Lily. Él la veía seguidamente ya que vivía cerca de su casa. Ed no terminó con ella, pero ella lo hizo al enterarse de que había algo entre nosotros. No era una mala chica, de hecho, me hizo dar cuenta que lo que sea que él intentaba hacer o lograr conmigo no estaba bien. Y que al final Eduard resultó ser un patán con ambas.

Los meses pasaban, al principio de esto sentía una tristeza profunda. No me importó sentirme de esa manera, en realidad fue mi primer amor y terminó mal, no lo disfruté y no fue nada a como había imaginado que un primer amor sería. Leslie y Elsa fueron las únicas que supieron de lo que sea que hayamos tenido. Un día me sentí fatal, estaba sumergida en la oscuridad de mi cuarto, y Elsa y Leslie llegaron a mi casa para ver cómo estaba.

Ella me hizo comprender varias cosas. Yo me había quedado con la idea de que yo solo había sido alguien que le entretenía en su trabajo, y cuando estaba aburrido. Me sentí utilizada como un juguete, todas esas ideas me destrozaban el pecho, a veces lloraba en silencio por las noches porque me había ilusionado tanto y por nada. Mi apetito disminuyó, perdí peso y mi concentración en la escuela era fatal. No lograba sacarlo de mi cabeza y eso me molestaba bastante.

Ambas chicas me dieron una larga plática ese día, caí en cuenta de que yo seguía sufriendo como una tonta porque no lograba superarlo mientras él podía estar como si nada, y eso me molestaba aún más. El hecho de que no mostró interés, ni siquiera un poco como para decirme que ya no querría comunicarse, me había revuelto el estómago.

Entré en un coraje ese día conmigo misma por haberme descuidado de esta forma, y, las chicas tienen razón al decirme que tengo muchos amigos como para estar sumergida en mi tristeza y mi soledad. Desde aquella vez, decidí ser más abierta a salir con Max y con los chicos, y a pesar de que ellos notaron que era un cambio repentino, ya que no acostumbraba a salir con ellos, no dijeron nada al respecto y comenzamos a salir regularmente junto con las chicas.

El primer amor te marca de alguna manera, y claro que puede doler, pero, para ser sincera conmigo misma, ahora sé que pensé que Eduard y yo encajábamos perfectamente, deseaba que nuestros corazones se entrelazaran que nunca me di cuenta de la realidad de que nunca estuvieron unidos. No pude seguir con este mal sentimiento, me lastimaba a mí misma y no me daba cuenta porque mi mente estaba opacada de aquellas memorias y de idealizaciones, pero era hora de seguir adelante.

Todo fue hermoso a su manera mientras duró, vivía de a ratos como en un sueño, pero era hora de despertar. Desde la primera vez que lo comencé a ver de otra manera y desde la primera vez que lo besé, desde ahí comenzaron mis problemas sentimentales. Me negaba a dejarlo ir de mi mente por mucho tiempo, me decía a mí misma al principio de que seguramente pudo haber sido algo de nosotros, pero decidí abandonar esa idea por mi bienestar ya que...

Me di cuenta de que me había enamorado de la idea de nosotros.

Ya no lo necesitaba, y lo mejor es que logré abrirme más con personas que sí valían la persona salir y pasar el rato. Así que una noche, decidida, me despedí de todo ello. Y, lo más memorable de aquella noche, fue que dormí contenta.

*Fin de Flashback*

Las cosas que le pasan a uno en esa edad.

Pero bueno, retomando lo de Leslie, no la culpo por recordar aquellos momentos donde me encontraba en un punto bajo de mi adolescencia. Incluso logré abrir los ojos para poder conocer a los chicos con mayor detalle: ponía atención a la actitud, las palabras, los movimientos y su manera de ser en general, todo aquello para darme cuenta de que yo le gustaba a Mark, el mejor amigo de Max.

A pesar de que las chicas lo sabían y al final no estaban mintiendo cuando me decían que Mark me quería de otra manera, yo nunca lo vi con alguna otro intención, siempre lo vi como un amigo. Me llevo bien con él y platicamos como los amigos lo harían, pero solo hasta ahí. Las chicas lo mal entienden todo y creen que una muestra de cariño que podamos darnos es como si fuera un coqueteo, cuando en realidad, no es así. Al menos no para mí.

La verdad salió a la luz con los chicos, pero ellos nunca dijeron nada. Se guardaron el secreto, pero de alguna manera las chicas se enteraron. Emily decía que todo estaba en los ojos.

Después de lo de Eduard, ya no he sentido nada igual por nadie, me he vuelto más fría con ese tema y no me importa cómo lo tome alguien más, la verdad ahora estoy bien conmigo misma.

 ─Ya ─le digo y aprieto mis labios, sin saber qué decir─. Dios, aún recuerdo eso a veces, pero es como un recuerdo agridulce.

─Lo siento.

─No, está bien ─me encojo de hombros─, me sirve para darme cuenta de que ya lo superé. Me siento indiferente, la verdad. Y, bueno, me alegro de que no vayas a perder tu tiempo. Siempre cae bien enfocarse en uno mismo después.

─Lo sé. Necesito ver cómo será esto de irme a Italia, lo iba a pensar sobre el verano pero... mi mente estaba en otra parte.

 ─Te entiendo.

─Aún sigo sin poder creer que él intentó salir con alguien que tenía apenas catorce. Es como de... ─hace una mueca y me río. 

─Lo sé ─imito su mueca y se carcajea.

Escuchamos a las chicas riéndose como focas, pero no decidimos preguntar algo para que tampoco nos digan nada. En ese entonces el timbre sonó, haciendo que nos fuésemos con rapidez hacia nuestros salones. Leslie traía una cara de fastidio y se sentó a lado de Max quien leía 1000 años molestando a los franceses. La primera vez que Max le enseñó ese libro a Paulo, él sólo se rio y le sirvió las sobras de dos días pasados.

─Hola, Grey ─me saluda Sebas, quién había llegado junto con Ethan.

─Hola ─me limito a decir. No es seamos grandes amigos, entonces la conversación no fluye de manera natural para mí.

 ─ ¿Sabes qué materia sigue?

─Francés ─él hace una mueca y frunzo el entrecejo─. ¿Qué, no te gusta?

─Creo que me gustaría más si estuviese aprendiendo cosas nuevas en vez de repasarlo.

─Oh. Así que hablas francés ─él asiente─. Bueno, al menos tienes una clase menos por la cual estresarte.

 ─Lo sé. ¿Qué sigue después de esta, entonces?

─¿No te dieron tu horario? ─él sacude la cabeza. Me pongo un poco pensativa.

A pesar de que durante la mayor parte del día estemos en el mismo salón, la última clase del día es diferente para todos. Es la única clase donde los alumnos tienen que ir a otro salón, y no los profesores. Suelen ser clases regulares como matemáticas, actividades extracurriculares o irte a casa y salir temprano en caso de que tengas los últimos créditos para graduarte y solo si eres del último año, o puedes unirte a un club.

─ ¿Recuerdas haber hablado de tu última clase con tu consejera? ─le pregunto.

─Creo que acordamos entrar a un club para que logre hacer horas de servicio.

─ ¿Sabes...? ─mi pregunta quedó en el aire cuando intentaba tomar asiento ya que había recibido el golpe de un libro en mi rostro. Ardía. Solo maldije internamente, ni siquiera me fijé quién lo había lanzado, pero alcancé a mirar a Mark acercándose hacia mí y me miraba preocupado.

Fue cuando logré oler algo metálico, y caí en cuenta de que era sangre. Mi nariz estaba sangrando y mi mano se manchaba de sangre al tocarla, además de que dolía demasiado.

¡Qué buen día para ser yo!

***

Heavens (En Curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora