En los campos verdes de la eternidad, donde el tiempo es sólo un susurro, nace el amor verdadero, sin edad, como un río que fluye sin apuro.No conoce fronteras ni distancias, ni barreras que puedan detenerlo, es una fuerza que en su constancia, arrastra todo con su anhelo.Es un abrazo en la tormenta, una luz en la oscuridad, un refugio que nunca se ausenta, una llama de serenidad.El amor verdadero no se jacta, ni presume de su existencia, se muestra en pequeños gestos, en miradas llenas de esencia.Es un pacto sin palabras, un lazo que no se ve, pero se siente en el alma, como el aire en la piel.Son dos corazones que laten al unísono, en armonía, dos almas que se entrelazan en un baile de alegría.No teme a las sombras del pasado, ni a los fantasmas del porvenir, vive el presente enamorado, sin nada que fingir.Es un sol que no se apaga, una luna que no mengua, una estrella que siempre brilla, en el firmamento de la lengua.Es paciencia en la espera, compañía en la soledad, un remanso en la marea, un canto a la verdad.El amor verdadero no es perfecto, es humano y tiene defectos, pero en su esencia es un espejo, de lo que somos en nuestros sueños.Es un puerto en la tormenta, un faro en la inmensidad, una historia que se cuenta, con la voz de la eternidad.Y así, en su sencillez, se revela en lo cotidiano, en un roce, en una mirada, en el calor de una mano.Amar es encontrar el sentido, en lo pequeño y lo inmenso, es saber que somos uno, en este viaje intenso.El amor verdadero es eterno, no conoce de finales, es un susurro en el viento, un eco en los cañales.En la danza del tiempo y el espacio, en el latido del universo, vive el amor verdadero, en cada verso, en cada abrazo.