En el rincón de mi alma dormida,
un eco lejano resuena constante,
es la voz de los días perdidos,
la sombra de un tiempo distante.Oh, nostalgia, dulce y amarga,
tejes recuerdos en mi mente errante,
como un hilo de oro y tristeza,
que ata mi ser al instante.Vuelvo a los días de sol y risas,
a los campos verdes y cielos claros,
donde el viento cantaba en los pinos,
y el río susurraba en susurros raros.En la casa vieja de mis abuelos,
con su olor a madera y a tierra,
las historias brotaban en el fuego,
y el tiempo se detenía sin guerra.Las noches de verano, eternas,
bajo un manto de estrellas brillantes,
eran un lienzo de sueños y anhelos,
en los ojos de un niño errante.Cada rincón guarda su eco,
cada sombra su luz pasajera,
en las páginas de mi memoria,
viven los fantasmas de una era.Los rostros queridos se desvanecen,
como hojas que lleva el viento,
pero su esencia perdura y florece,
en el jardín secreto del tiempo.Nostalgia, musa melancólica,
que inspiras mi pluma en la noche,
eres la llama que nunca se apaga,
el susurro que mi corazón acoge.Tu abrazo es frío y cálido a la vez,
una caricia de sombra y luz,
me llevas de vuelta al ayer,
me conduces al mañana sin cruz.Y aunque el presente me reclama,
y el futuro me llama sin piedad,
siempre habrá un rincón en mi alma,
donde viva tu dulce verdad.En el crepúsculo de mis pensamientos,
en el ocaso de mis días venideros,
la nostalgia será mi fiel compañera,
mi faro en los mares del tiempo.