Capítulo 11 Necesidades básicas humanas

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Al día siguiente.

—Buenos días —saludó él.

—Mi espalda —se levantó de inmediato, quejándose con cada movimiento.

—Ahora que estás llena de energía podemos seguir con tu entrenamiento.

—¿Seguiremos haciendo magia? —llena de dudas pensaba que ojalá hicieran una cosa distinta hoy.

—Ya probé mi punto. Serás una gran controladora de elementos y hechizos. Es cuestión de tiempo. Está vez quiero ver de nuevo en acción tus habilidades físicas. Volvamos a la cámara de entrenamiento.

—Recuerdo que la caverna era muy oscura. ¿Por qué es más clara cada vez?

—La caverna sigue siendo la misma, en todos sus rincones, la que cambió eres tú. Has consumido sangre de demonio, y ésta te está cambiando desde dentro. Eres ahora, además de una humana con poderes mágicos, una medio demonio. La oscuridad es nuestro elemento, y nuestros ojos ven claramente en la oscuridad.

Llegando a la cámara donde entrenaban él se paró frente a ella.

—Ahora tendremos un pequeño combate. ¡Vamos, atácame!

Ella estaba dudando.

—Ya lo habías hecho antes. ¿Te has acobardado?

Su semblante cambió, era más serio está vez.

Al lanzar el primer golpe él lo detuvo de inmediato. El impacto fue increíblemente fuerte.

—¿Esa fui yo? —asombrada miró su mano está vez.

—Por supuesto. Tu fuerza física y habilidades de combate han incrementado bastante. Tus reflejos y percepción también lo han hecho —él desapareció usando su velocidad y se proyectó tras ella lanzando después un nuevo golpe. Ella pudo escuchar los movimientos y giró la distancia necesaria para detenerlo con el brazo—. Ahora vayamos en serio. No te contengas.

Ambos siguieron peleando, los impactos eran muy fuertes, perfectamente audibles. Ambos podían esquivar con saltos increíbles y responder con nuevos movimientos más hábiles.

—Tu fuerza se ha incrementado muchísimo. Sin embargo tus habilidades son bastante buenas. ¿Cómo aprendiste a pelear así?

—Fuí aprendiz de Choi Namsiu; es un gran amigo, mensajero de Holang—i. Cuando le conté que no podía usar magia, él decidió enseñarme a combatir.

—Me alegro mucho de que eso haya pasado. Las habilidades en combate serán de gran utilidad para ti como mi aprendiz. Descansemos. Te lo has ganado.

—¿Podemos comer algo?

—Los demonios no necesitamos comida. Supongo que tu parte humana sigue muy despierta. Desconozco de comida, pero sé de alguien que nos puede ayudar.

Salieron de la cueva y se dirigieron a las afueras del reino. El entorno cambiaba mucho en comparación; la opulencia de los edificios parecidos a castillos no eran lo que las casas de los aldeanos que vivían en este sector del reino. Las casas eran pequeñas pero muy hermosas, con grandes ventanales y techos de teja en dos aguas.

—Ahí está —avanzaron hacia una casa con un enorme jardín lleno de arbustos frutales y otras plantas. Tocaron la puerta y esperaron.

Una hermosa joven abrió. Tenía lentes redondos que protegían sus bellos ojos castaño oscuro. Tenía un peinado recogido, su cabello era castaño. Su ropa era muy hermosa, pero era cubierta por un delantal lleno de hilos.

—¿Les puedo ayudar en algo? —saludó amablemente.

—Corina, es bueno verte. Lamento mucho no haberme comunicado contigo —él sonreía. Jiwoo sintió que hasta su cola se movía un poco.

—¿Disculpa, te conozco? —ella levantó sus lentes tratando de verlo fijamente.

—Soy yo. Carboncito.

—¿Sabes algo sobre carboncito? ¿Dónde está?

—Yo soy carboncito —sonrió ampliamente.

—¿Me estás tomando el pelo? ¿Dónde está carboncito? —ella lo tomó del pelo, aun cuando era más baja en estatura que él y lo metió a la casa. Jiwoo se limitó a seguirlos.

—Es una larga historia, pero puedo contarte todo. Debes creerme. Puedo probarlo. Por ejemplo, sé que tipo de ropa que usas para dormir.

Ella se ruborizó y le dió una cachetada.

—Debí comenzar está conversación de una forma distinta —comenzó su transformación y terminó como gato negro—. Te dije que era yo.

Corina entrecerró los ojos y se desmayó. Jiwoo estaba justo detrás de ella y logró detenerla a tiempo; sabía perfectamente el resultado que tendría lo que él estaba haciendo.

Unas horas más tarde, después de que ella despertó y haber podido contarle todo lo que había pasado, las cosas estaban más tranquilas.

—Jamás podría haberlo creído. Lamento todo lo que ha pasado. Estaba muy preocupada por ti… bueno, por carboncito —dijo Corina.

—¿Por qué se llamaba carboncito? —preguntó Jiwoo.

—Cuando prendía la chimenea, él se paraba junto al carbón y su color hacía que no se pudiera diferenciar entre el carbón y él. Por eso lo llamé carboncito.

—Sé que no tengo derecho de aprovechar la situación, pero ¿podríamos pedirte un poco de esa comida que me dabas? —intentó sugerir él.

—Eso no puede ser. La comida que yo te daba era para gato. No puedo simplemente ofrecerles pescadito y croquetas. Comeremos comida humana está vez.

—Que amable eres, Corina. Te agradezco mucho.

—También te agradezco —Jiwoo añadió.

Ya a la mesa todos comían tranquilamente. entre bocado y bocado, la conversación seguía.

—¿Y me dirás que ella es tu gatita? —preguntó Corina. Él escupió el agua que bebía en ese momento.

—No, Corina. Ella es mi aprendiz. Es humana. Solo que en la caverna no hay comida y no es que yo tenga mucho interés en saciar necesidades humanas propias. No sabía qué hacer cuando me habló de hambre.

—Ya veo. Parece que tendrás que equipar la caverna o vivir en un lugar distinto.
—La caverna es perfecta, y tiene lo necesario para vivir adecuadamente —decía él con suficiencia.

—Podrían venir a vivir aquí. Sé que ya no eres un gato y que tiene mucho por hacer, pero siempre serás bienvenido… ambos —la miró a ella esta vez.

—Nos moveremos mucho en un tiempo, en cuanto ella esté preparada. Será un demonio formidable.

Entrada la tarde salieron de la casa de Corin, llenos de bocadillos para el camino.

Llegaron a la cueva al anochecer.

—Es tarde ya. Deberías descansar. Mañana será un gran día —el entusiasmo de él era notorio todo el tiempo.

—Eso intentaré —se despidió ella. Ambos se separaron; ella se fue a dormir y él a seguir estudiando el grimorio demoníaco. Aunque algo no lo dejaba estar tranquilo. Salio de la camara de estudio y se dirigió al rincón donde ella dormía siempre.

Ella se giró un poco, dando un quejido.

—Tal vez Corina tiene razón. Este lugar no es muy comodo para un humano —se quitó el abrigo lo extendió sobre el suelo, y levantándola con cuidado, la depositó sobre él. Ella lucía un poco más cómoda. Dio un suspiro; nunca había contemplado a alguien dormir. Ella en particular, lucía hermosa, o al menos eso pensó él en ese momento.

La aprendiz de demonio (Jungkook Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora